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Política | 13/08/2025   11:19

|OPINIÓN|Domingo de elecciones tristes|Ricardo Zelaya|

Según el autor, las elecciones próximas en Bolivia no ofrecen opciones reales de cambio, ya que tanto los candidatos de derecha como los de la llamada izquierda proponen políticas que favorecerán a élites económicas y no abordarán los problemas estructurales del país

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Brújula Digital|13|08|25|

Ricardo Zelaya

Ya tan sólo en pocas horas, todos los bolivianos mayores de edad estaremos frente a la papeleta electoral intentando decidir cuál de todos esos sonrientes individuos de las fotos será el que pueda llevarnos a un destino mejor, sin engaños, sin robos ni preferencias, con justicia y un plan económico sostenible.

No será fácil la elección, sobre todo porque, la verdad, no hay mucho dónde elegir.

Por un lado –casi por todo lado–, la derecha neoliberal, con muchas opciones pero parecidos planes: Tuto, Samuel, Rodrigo, Manfred, Jhony y hasta el umpalumpa desconocido, todos coinciden en que “ajustarán” la economía con más inflación, más deuda, subiendo el precio de la gasolina y el diésel, haciéndose grandes préstamos, dando más “libertad” a los agrovividores, banqueros e inversionistas, cerrando las empresas públicas deficitarias y despidiendo a decenas de miles de empleados masistas o medio masistas del Estado.

Al otro lado, la mafia seudosocialista que nos llevó al desastre: Andrónico, el candidato casi mudo y mal acompañado, que habla tímidamente de “renovación” y “no volver al pasado”, pero no sabe explicar cómo y menos despertar el entusiasmo de nadie. Y Eduardo, el joven simpático pero antipático, que carga, como si nunca hubiera ocurrido, su herencia de 20 años de corrupción, injusticia y malversación. De yapa, para rematar, el cínico y egocéntrico Evo, que no será candidato, pero participa en las elecciones llamando al voto nulo, lo cual no será un plan de gobierno, pero sí la promesa de no dejar gobernar a nadie que no sea él.

Es lo que tenemos. Y no puede ser peor. O volvemos al pasado neoliberal que rifó la economía y nuestras empresas estratégicas en favor de unos cuantos, o volvemos al seudosocialismo, que en realidad nunca pasó de populismo capitalista autoritario y corrupto.

Sino, veamos algunas pruebas.

Ninguno de los candidatos, ni de derecha ni de falsa izquierda, se comprometió a cobrarles impuestos a los cooperativistas del oro, que podrían aportarle al país al menos 3.000 millones de dólares anuales. O aumentar impuestos a las transnacionales mineras, que dejan ridículas miserias en regalías y se llevan el 97% de sus ganancias. Ninguno dijo que haría pagar impuestos a los cocaleros. Ninguno ofreció monopolizar el comercio exterior, única forma de evitar que los dólares escapen del país. Todos los de la derecha fueron a hincarse sin rubor ante los agroempesarios en Santa Cruz, prometiéndoles todas las ventajas del mundo, y hasta con papeles notariados de buena fe. Ninguno de los de la izquierda dijo tampoco que metería en cintura a los agrosinvergüenzas que viven y engordan de los créditos y subvenciones del Estado desde mediados del siglo pasado. Nadie dijo nada sobre cortarle las uñas al sistema financiero, que hizo desaparecer los dólares de los ahorristas y los mantiene secuestrados en un “corralito” abusivo y silencioso.

Ésas son las ofertas, o más bien las “antiofertas” de los ocho candidatos entre las que tendríamos que elegir el domingo. Y eso explica la histórica cantidad de electores indecisos, que faltando días, no encuentran cuál de todos esos será “el menos peor”; o la de votos blancos y nulos que, sin ser necesariamente todos evistas, demuestran que la gente no cree en ninguno y todos le parecen un poco estafadores.

Y tienen razón. Este triste domingo votaremos, pero en el fondo no elegiremos nada, incluso si decidimos dejar la papeleta en blanco para no darle gusto a Evo. No elegiremos nada porque todo lo que se ofrece está orientado a descargar el peso de la crisis sobre las grandes mayorías, que son las que tendrán que pagar el minibús más caro, el pan más caro, el dólar más caro, mientras los políticos de siempre, de antes y después, estarán disfrutando del poder una vez más.

Ricardo Zelaya es comunicador social.



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