Defender un sistema que ya no funciona es como tapar el sol con un dedo. Bolivia necesita líderes valientes que escuchen a la gente y que pongan el bienestar por encima de la ideología.
Brújula Digital|30|07|25|
Waldo Molina Camacho
A estas alturas es difícil entender cómo el presidente Luis Arce sigue aferrado a un modelo económico y político que ya mostró sus límites. Bolivia está viviendo una de sus peores crisis en años y, sin embargo, el mandatario insiste en defender al “socialismo del siglo XXI” como si todo estuviera funcionando bien.
Durante los primeros años del MAS el país vivió una época de bonanza. Había dólares, se construyeron fábricas, se impulsaron bonos sociales… pero todo eso se fue desmoronando por no saber administrar con ojos al futuro. Hoy Bolivia enfrenta escasez de dólares y combustible, fábricas quebradas o que trabajan con pérdidas, educación y salud en estado crítico, corrupción en casi todas las instituciones públicas, inclusive en la Policía y Fuerzas Armadas.
Lo más preocupante es que Luis Arce fue Ministro de Economía durante el mandato de Evo Morales. Muchos de los gastos excesivos, proyectos mal pensados y empresas inviables pasaron por su firma. Y ahora, en lugar de admitir errores o buscar soluciones diferentes, continúa con el mismo libreto.
Pero hay algo más que no se puede ignorar: Arce parece estar buscando impunidad. Con las elecciones a la vuelta de la esquina y un posible cambio de gobierno, su insistencia en mantenerse en el poder –o al menos proteger su círculo– podría tener un objetivo claro: evitar rendir cuentas. Las denuncias contra sus hijos por créditos millonarios, negocios con tierras y presuntas irregularidades en el manejo del litio han encendido las alarmas. Y si el poder cambia de manos, esas investigaciones podrían avanzar con fuerza.
¿Es terquedad? ¿Es orgullo? ¿Es miedo a perder el poder y enfrentar la justicia? Mientras el Presidente se aferra al modelo, la gente sufre y el país se hunde más.
Defender un sistema que ya no funciona es como tapar el sol con un dedo. Bolivia necesita líderes valientes que escuchen a la gente y que pongan el bienestar por encima de la ideología.
Waldo Molina Camacho es coronel (RA).