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Política | 21/04/2025   04:01

|ANÁLISIS|Evólatras Vs. Ególatras|Luis Fernando Camacho|

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Brújula Digital|21|04|25|

Luis Fernando Camacho

En un concurso de malos siempre gana el peor, simplemente porque es el que más empeño le pone y eso se debe a que está seguro que su “latría” es normal o peor aún, él o ella la considera una virtud. En Bolivia (probablemente en otros países también) todas las organizaciones políticas, de la extrema izquierda a la extrema derecha, tienen dueño. No es casual que el MNR haya tenido a su “jefe vitalicio e inmortal” Víctor Paz Estenssoro y CONDEPA a su “jefe perpetuo”, Carlos Palenque (ni de muerto dejó de ser jefe), como Evo Morales es también “jefe vitalicio” de un partido que, nada menos, se llama Evo Pueblo. ¿Qué democracia es esa? 

Es tiempo que dejemos de inventar macanas. Sólo falta que, como los comunistas soviéticos, embalsamemos a nuestros líderes, o como los comunistas norcoreanos y cubanos funden dinastías eternas. O como los nicaragüenses, nos dejemos gobernar por parejas (Ortega/Murillo). 

Es bien sabido que Max Fernández, como jefe fundador de su partido, la UCS, más de una vez recordó a su militancia “que ellos no habían puesto ni los ceniceros de la sede del partido”. En consecuencia, las militancias son una suerte de rebaños nómadas que se acomodan a su pastor de turno. Yo vi, siendo niño en noviembre de 1964 cómo las hordas de militantes movimientistas coreaban a voz en cuello el nombre de su jefe derrocado (Víctor Paz) mientras blandían la foto de su nuevo jefe, el derrocador René Barrientos.

A más de 60 años de esos hechos, con gran parte de esa fanaticada ya en la tumba, las cosas en la política boliviana no han cambiado mucho. La fanaticada actual defiende a rajatabla a su jefazo pederasta sin importarle su conducta criminal. Es obvio, si el jefazo pregona la consigna autocrática de que “hay que meterle nomás”, el rebaño hace lo mismo. Toda esa patología social no es culpa de los “jefazos”. Es nuestra culpa, es culpa de los hombres y mujeres que nos dejamos embaucar por comodidad o pereza. Es hora de que los ciudadanos organicemos los partidos políticos desde la base. La posibilidad existe, aunque admito las enormes dificultades.

Esa claridad facilita las cosas en cuanto a la construcción de una organización política inteligente como corresponde a los humanos, pues no tenemos por qué definirnos como diestros o siniestros. Cabe aclarar que nadie nos regala o nos vende la libertad. La libertad se construye, sobre todo, con una argamasa de responsabilidad, ciencia y entusiasmo. Así se construyen los instrumentos o herramientas que nos llevarán, sin demasiada prisa, pero, sobre todo, sin pausa, a ella. A la amada libertad. 

No tenemos por qué ser presas dóciles de las egolatrías y mezquinos intereses de los tipos que se presentan ahora como nuestros salvadores y mesías iluminados (con tan pocas luces). 

Para ir a votar en las elecciones generales de agosto del presente año, a favor del mal menor o en contra del mal mayor, ya se ha agotado el tiempo de ese nuevo partido democrático que necesitamos, pero nuestra historia y la de nuestros hijos y nietos no se acaba en agosto. Nunca es demasiado tarde para empezar.

Las cosas siempre se hacen haciendo.

Luis Fernando Camacho/el.acrata2000@gmail.com





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