Brújula Digital|24|02|25|
Bernardo Pacheco
Como ya es costumbre, los pintorescos personajes de nuestro bicentenario país nos regalan un entretenido y variado panorama político-mediático. Desde las hilarantes opiniones de un comentarista de televisión, pasando por las aventureras incursiones de un empresario en la política, hasta la satisfactoria sensatez de una joven política. Cada una de ellas con sus detractores y partidarios.
En primer lugar, un presentador de televisión reniega de las grandes victorias democráticas universales. Responsabiliza a Víctor Paz Estensoro y la instauración del voto universal de la debacle que atraviesa nuestro país, y lo hace ante la actitud irreflexiva y afirmativa de sus compañeros de set. No es necesario rebatir su postura en este espacio; el cuestionado periodista ya ha sido bombardeado con críticas en los medios y redes sociales. Seguro que ahora tiene clara la relevancia del voto universal en las democracias modernas. Lo interesante es que, si he entendido bien, en su disculpa no se retracta, al contrario, reivindica el derecho a la libertad de expresión. Eso es positivo, porque estoy seguro de que su postura representa la opinión de una cantidad no menor de bolivianos. Es la misma lógica de los que tienen opiniones del tipo: “hubiera sido bueno que los dejen explotar la planta de Senkata”. En fin, ofendernos más por estas cosas debería ser el pan de cada día.
Por otro lado, el famoso empresario Marcelo Claure ha decidido entrar con “patada voladora” al escenario político boliviano. Su incursión es interesante, sus propuestas no son una locura, podrían ser un verdadero aporte al país. Sin embargo, sus interesantes ofertas se desmoronan cuando comete una de sus habituales torpezas. En otra ocasión, ofrecer una recompensa por la aprehensión de Evo Morales. Esto, en principio, confirma su falta olfato político y refuerza los motivos que muchos ya tenían para desconfiar de él. Pero, sobre todo, tendría que recordarnos que las intervenciones en el sistema de justicia no son admisibles. Acciones como esta solo restan credibilidad al proceso que Morales debe afrontar y le otorgan motivos para victimizarse. Claure no tiene por qué inmiscuirse en la maltrecha justicia boliviana con incentivos perversos que pueden fomentar la corrupción. Lo preocupante es que hay muchos que están de acuerdo con este tipo de actitudes sin ser plenamente conscientes del daño que pueden ocasionar.
Por último, en medio de este contradictorio escenario, aparece una actuación que añade un tono de sensatez a la locura boliviana. La diputada de CC Luisa Nayar hace una propuesta lúcida y premonitoria para el errático bloque de unidad: inscribir la alianza en el TSE y desarrollar un programa conjunto. Su intención es clara, busca que el proyecto esté por encima de los intereses personales y sectoriales, condición indispensable para que el bloque funcione con un mínimo de garantías.
Digo que su propuesta es premonitoria porque, si hay éxito, el ansiado bloque de unidad corre el riesgo de la inminente desintegración si alcanza el único objetivo que tiene hasta ahora: vencer al MAS o hacerle contrapeso. Lastimosamente los candidatos opositores no tienen mayor horizonte y lo previsible es que, tras las elecciones, los intereses individuales o sectoriales provoquen la fractura. Lo malo es que la propuesta de Nayar tiene una resonancia muy limitada frente a las desfachatadas intervenciones del resto de actores políticos, y la poca respuesta que recibe es negativa.
La opinión pública se deslumbra con propuestas y opiniones que no valen nada, mientras que las pocas voces de la prudencia son ignoradas. Esta es solo un fragmento del intricado escenario político de una Bolivia maltratada rumbo a su electoral año Bicentenario.
Bernardo Pacheco es cientista político. Cursa un doctorado en filosofía.