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Política | 23/01/2025   15:47

“El deterioro de La Paz es innegable”: un diálogo con la concejala Yelka Maric

Diego Ayo entrevista a Yelka Maric, concejala de La Paz, quien critica la gestión de Iván Arias por su opacidad, promesas vacías y "pésima administración".

Yelka Maric, concejala de La Paz

 Brújula Digital|23|01|25|

Diego Ayo

Yelka Maric es administradora de empresas, con una maestría en Economía Empresarial del INCAE y diplomados en Responsabilidad Social, Emprendimiento y Marketing. Reconocida por CNN, TED Talk e INCAE por su modelo empoderador de la mujer, ha construido una carrera destacada en sectores clave como la banca y el textil. Actualmente, es concejala del municipio de La Paz, componente de la bancada de mayoría (oficialista).

Usted ha denunciado que el Concejo no puede fiscalizar. ¿A qué se debe?

En 2022, ¡imagínate hace cuánto!, la bancada minoritaria y la concejal Lourdes Chambilla aprobaron la Ley 499 de Fiscalización. La intención era clara: tener la posibilidad de fiscalizar de forma atropelladora a la gestión del alcalde. Sin embargo, ese mamarracho de ley es un texto jurídico con errores tanto de forma como de fondo. Se quiso intimidar al alcalde con una norma mal elaborada. Una torpeza mal hecha. Iván Arias, por supuesto, tuvo la excusa perfecta para no sancionarla. Gracias a esa Ley, estamos en un entuerto jurídico y a hoy, ya van 807 días que el Concejo no fiscaliza. 

¿En ese marco, cuál es su tarea?

Pese a esa ley, yo hago mi tarea de fiscalización. Pero como mis solicitudes de fiscalización reciben respuestas inadecuadas, son desviadas con argumentos absurdos o son ignoradas y también se me niegan reuniones con autoridades municipales, he optado por poner directamente en conocimiento de instancias del Estado central casos particulares con indicios de corrupción y/o daño económico. También he remitido una copia de cada tema con toda la documentación adjunta a todos los senadores, diputados y asambleístas departamentales por La Paz. Aquí me corresponde agradecer a los ciudadanos e incluso a funcionarios municipales que me hacen llegar documentación que el órgano Ejecutivo prefiere ocultar.

He presentado acción de amparo constitucional por la sistemática violación al acceso a la información por parte del Ejecutivo municipal, pero me fue negada la tutela. Mi denuncia penal ante el Ministerio Público avanza a tropezones y ya en dos oportunidades han emitido resolución de rechazo sin ni siquiera haber iniciado la investigación. La colusión del Poder Judicial y del Ministerio Público con la gestión del alcalde Arias es evidente.

Eso permite “dibujo libre”, ya que no enfrentan cuestionamientos o fiscalización real. Esto facilita el manejo opaco de recursos públicos o proyectos sin respaldo técnico. Ejemplo, contrataciones por excepción, sin una convocatoria pública, como la construcción del hospital San Antonio, o la concesión de servicios de iluminación LED por un monto de inversión de 289 millones de bolivianos. Esta última ha generado serias preocupaciones que parecen estar relacionadas con la renuncia del secretario de Infraestructura Pública y del jefe de la unidad de servicios eléctricos y semaforización por su aparente negativa a firmar documentos que podrían haber comprometido su profesionalismo. En esta línea, y que es de amplio conocimiento público, son los múltiples intentos por regularizar construcciones fuera de norma a cambio de multas irrisorias que también ha costado la renuncia de la secretaria municipal de planificación.

¿Cómo ha sido su experiencia como concejala durante una gestión tan polémica?

Me llevo el trofeo de acoso y violencia política en ese concejo. No hay un solo día en el que no reciba golpes, ya sean directos o disfrazados de indiferencia. Además, el constante bloqueo de acceso a la información no es solo una barrera a mi trabajo, sino también una forma de violencia política. Sin embargo, esos intentos de intimidación y control no son más que una manifestación del miedo que mi presencia genera en aquellos que se sienten amenazados por una mujer que no se deja callar ni se somete al abuso de poder. 

La violencia y el acoso político son acciones diseñadas para silenciarme. Yo no acepto el maltrato como parte del juego, por lo que alzo la voz, denuncio y construyo redes de apoyo. Si bien tengo la evidencia suficiente para iniciar acciones legales contra el alcalde y algunos concejales por acoso y violencia política, he decidido que mi camino será uno de resiliencia, no de victimización. Mi lucha no es solo por mí, sino por todas las nuevas generaciones de mujeres que vendrán después, por aquellas que buscan un espacio real y respetuoso en la política. Cada paso que doy es un paso más hacia la construcción de un futuro donde las mujeres podamos participar sin miedo, sin limitaciones y sin que se nos haga sentir que nuestra presencia es un obstáculo.

Ahora entremos al tema del Órgano Ejecutivo. ¿Cómo evalúa la gestión de Arias?

Lo que estamos viendo en esta gestión no es más que un reflejo de lo que hemos vivido durante casi dos décadas de gobierno del MAS. Para mí, la gestión municipal de Arias es simplemente “más de lo mismo”. Mi frustración y enojo provienen del hecho de que él mismo se presentó como un candidato “de la oposición”, lo que me llevó a aceptar su invitación a ser concejal con la esperanza de que traeríamos aire fresco. Pero lo que encontramos es un deterioro de la institucionalidad, la desaparición de la meritocracia, el manejo ineficaz de los recursos públicos y una total opacidad administrativa. Las promesas vacías, sin planificación ni respaldo, se acumulan, y los bolivianos ya estamos cansados de escuchar discursos vacíos. Estamos exhaustos de ser tratados como si nuestras necesidades y esperanzas no importaran. Mi mensaje para los candidatos que se autodenominan de la oposición, es claro y firme: no sigan cometiendo los mismos errores. La ciudadanía ya no tolera más promesas incumplidas ni malas prácticas. El cambio que buscamos no es una opción, es una exigencia.

O sea que su percepción es negativa…

Sí. Es alarmante presenciar el evidente deterioro de La Paz. La razón es sencilla pero profundamente preocupante: no tenemos una Alcaldía funcional. Hemos sustituido dos décadas de gestión seria y bastante más profesional con una marcada por una falta absoluta de planificación estratégica, enfocándose en cumplir caprichos personales del alcalde. Se ignoran controles internos, se ha eliminado la fiscalización del Concejo Municipal, se manipulan tiempos para la aprobación de los planes operativos anuales, los presupuestos y sus modificaciones. 

Es una administración de improvisaciones, desconocimiento de procesos y procedimientos, con deudas políticas por cumplir, errores operativos que afectan a la ciudadanía, obras fallidas y una ineficiente asignación de recursos. 

Pero, ¿no hay personal eficiente? ¿No se cuenta con una meritocracia?

En lo absoluto. Las contrataciones responden más a favoritismos y lealtades políticas, lo que genera claramente ineficiencia. He participado en reuniones con personal municipal que son patéticas, porque saben tanto de su área como yo de física nuclear. Y, por favor, no se malinterprete. Estoy segura de la calidad técnica de algunos funcionarios municipales, personal calificado y comprometido, pero aparentemente no los toman en cuenta. El alcalde sólo escucha a un círculo minúsculo de autoridades, que priorizan más los objetivos políticos que una verdadera gestión para el municipio. He solicitado al alcalde en reiteradas oportunidades la contratación de asesores expertos externos en temas específicos y su permanente negativa es reflejo de que el asesoramiento calificado le molesta y/o entorpece sus planes.

Entonces, ¿qué le interesa al alcalde?

Nunca ha dejado de hacer campaña. Le encanta el show, la foto y el micrófono. Ya no sabe cómo llamar la atención. En su afán figurativo, uno de los tantos ejemplos, ha decidido participar y vender marraquetas en la Expocruz. El chistecito le ha costado a los paceños un millón de bolivianos por cada participación. ¿Y los resultados? Yo no he visto ninguno que compense esa inversión. Por cierto, he enviado instrumento de fiscalización al respecto y nunca fue respondido.

So pretexto de fomentar y fortalecer la economía naranja, asigna recursos monetarios y humanos significativos a esos eventos. Pero en realidad, en mi opinión, ha construido percepciones negativas en el imaginario de la gente con conductas reñidas con la moral, como la farra y la fiesta.

Pasemos al tema más relevante: las finanzas.

Podemos abundar en cifras, pero puede resultar confuso. Lo central es dejar en claro que las obras que el alcalde viene prometiendo con gran fanfarria no tienen presupuesto para ser concluidas. Hay un déficit de 186 millones de bolivianos entre lo gastado y lo realmente percibido. ¿Te imaginarás cómo continúan y pretenden continuar con las obras? Simple, financiándose con acreedores, proveedores y contratistas. A estos 186 millones hay que sumar las deudas no registradas y la deuda flotante acumulada, por lo que el hueco financiero para la próxima gestión podría fácilmente superar los 400 millones de bolivianos, si no se implementa una reingeniería financiera en 2025. ¿Se puede dar? No creo, es un año preelectoral y me atrevería a asegurar que va a preferir que el show continúe. 

¿Y las súper-obras?

Las “súper-obras” no son más que “súper-promesas”. No tienen financiamiento para su culminación. Las inaugura, reinaugura, ch’alla y rech’alla, sin un respaldo financiero real. Claro ejemplo es la construcción del hospital San Antonio. No solo no ejecutan lo presupuestado, sino que tienen el tupé de solicitar un crédito de 50 millones sin mayores explicaciones ni descargos, monto que por cierto tampoco alcanzaría para finalizarlo si acaso el Concejo le aprobara el crédito. 

Un tema que ha dado mucho que hablar es el de la famosa ciclovía en la zona Sur de La Paz, que sigue perjudicando el tráfico. Háblenos de ese tema.

Este proyecto no solo generó múltiples perjuicios al tráfico vehicular y a los ciudadanos en general, sino que además presentó fallas graves en su diseño, ubicación y funcionalidad. Adicionalmente, es preocupante la demostración de ineptitud administrativa al no cumplir con los plazos establecidos en el convenio suscrito con la Agencia Francesa para el Desarrollo, entidad financiadora del proyecto. La ciclovía no solo será recordada como un monumento a la improvisación, sino también como una verdadera obra maestra de cómo convertir una oportunidad en un desastre. Bajo la gestión del alcalde Arias hemos alcanzado una nueva cumbre: transformar recursos públicos en problemas públicos. Todo con una eficiencia admirable.

Finalmente, para cerrar, es fundamental recordar que usted es concejala del partido de Iván Arias, no de la oposición…

Cabe recordar que nunca tuve cercanía con Iván Arias. Desde el inicio, él dejó claro que la relación del alcalde y su concejala era y debía ser de subordinación. Asumió que podía darme órdenes o, como decimos comúnmente, “mandonearme”. Por supuesto, eso jamás ha sido ni será una posibilidad conmigo. En julio de 2021, llegó al extremo de anunciar públicamente mi supuesta renuncia, evidentemente molesto porque me negué a violar procedimientos expresamente normados para refrendar una declaratoria de emergencia. Al parecer, mi compromiso con la legalidad estaba “obstaculizando” la libertad del Ejecutivo para proceder con contrataciones directas. Tuve que exigirle disculpas públicas por ese desplante, y aunque finalmente las ofreció, quedó en evidencia su manera autoritaria de gestionar los conflictos. Con el tiempo, múltiples eventos han deteriorado aún más esta relación. Hoy por hoy, mantenemos una interacción estrictamente protocolar. La soberbia con la que actúa, convencido de que sus decisiones son incuestionables y que todos deben alinearse a sus deseos, no es algo que considere constructivo al bienestar de la gestión pública del gobierno municipal.

Diego Ayo es cientista político.





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