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Política | 04/01/2025   05:25

|OPINIÓN|Bolivia vivirá un “momento María Corina”|José Manuel Ormachea|

María Corina Machado/EFE
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Brújula Digital|04|01|25|

José Manuel Ormachea

En 2025, Bolivia no experimentará un “momento Bukele” o un “momento Milei”. Tanto en Argentina como en El Salvador, los gobiernos previos a la llegada de estos dos presidentes jamás tuvieron la capacidad para controlar políticamente a sus tribunales de justicia y/o a sus cortes electorales e imponer un gobierno por la fuerza mediante fraudes electorales o autoprorrogas a través de sentencias judiciales favorables. 

Claramente, en esos dos países, quienes propusieron ideas disruptivas y cambios en el modelo económico ganaron, como está ocurriendo en buena parte del planeta, sin embargo, a diferencia de Bolivia, ambas naciones cuentan con democracias relativamente estables y el traspaso de mando de un partido a otro es lo rutinario. Por tanto, nuevos actores pueden ingresar al poder con normalidad y, si lo hacen mal, salen mediante el voto. Sus tribunales y cortes electorales son independientes y no intervienen a favor del presidente. 

Bolivia se encuentra más cercana a la realidad de Venezuela y Nicaragua que a la de Argentina y El Salvador; el gobierno de Luis Arce se encuentra en la misma encrucijada que Nicolás Maduro y Daniel Ortega. La salida de Arce implicaría procesos judiciales para él, sus colaboradores y probablemente su familia, por lo que está dispuesto, como sus aliados chavistas, a hacer lo que sea para que el MAS no salga del poder, incluyendo postergar las elecciones, inhabilitar al candidato de la oposición unida e inclusive perpetrar un nuevo fraude electoral, uno aún más escandaloso que el de 2019. 

Por tanto, Bolivia vive un “momento María Corina Machado”; al igual que la valiente venezolana que logro concentrar el voto en Edmundo González para ganar la elección a pesar de todas las trabas, la persecución y el fraude del régimen dictatorial, en nuestro país se necesita a una persona que pueda aglutinar a toda la oposición real en una sola candidatura y que pueda llegar a segunda vuelta para derrotar al MAS, además de tener la capacidad de convocar a la ciudadanía a las calles por si Arce decide, como Maduro, que el cause democrático no siga su curso.  

En 2020 muchos opositores creían que el MAS había muerto y que era una buena oportunidad para intentar una candidatura. Tuto, Añez y Samuel emprendieron campañas. Después, en un acto de hidalguía, declinaron a favor de la unidad. Todos ellos supieron leer el momento histórico, era necesario concentrar una vez más el voto. Lamentablemente, Camacho fue mal asesorado en ese instante. Hoy, en un momento nuevamente crucial, las circunstancias lo han invitado a elegir y escogió la unidad, decisión digna de reconocer.

Entonces, a pesar de que ya se conoce el método ganador (concentrar el voto), ¿por qué hoy surgen personajes que están predispuestos a fragmentar el voto contrario MAS con campañas claramente imitativas de Milei y Bukele (y que no les llegan ni a los talones) como lo son las ya anunciadas por Manfred Reyes Villa y Branko Marinkovic?

Cito al propio Marinkovic, quien en 2020 dijo: “Si Camacho sigue subiendo en Santa Cruz, el MAS vuelve al poder”. Es exactamente lo que pasó. Entonces, ¿qué le impide a Branko hoy aplicar sus propias palabras? ¿Su ambición personal esta vez puede más que un cálculo obvio que él mismo realizó, de manera acertada, la anterior elección? 

Cito también a Reyes Villa, quien en 2019 dijo: “Por nuestra Bolivia debemos juntar voluntades (…), votemos por Carlos Mesa Presidente”. Gracias a un cúmulo de apoyos similares de varios políticos en ese momento, Mesa llegó a la segunda vuelta electoral, en la cual habría derrotado fácilmente a Evo Morales. Sin embargo, el MAS le robó la elección al país y se produjo la rebelión democrática de las pititas que finalmente sacó a Morales del poder.  

¿Qué le impide a Reyes Villa hoy aplicar la misma lógica y retirar su precandidatura por el bien del país? ¿Por qué está empecinado en quebrar a la oposición si sabe a la perfección lo que pasa cuando el voto se desconcentra? 

No es tiempo de experimentos ni de supuestos “outsiders omnipotentes”. Quienes pretenden que todo el sistema político, incluyendo lo “tradicional”, se esfume a partir de la elección de 2025 y que un “mesías” aparezca para “barrer” con los actores políticos de derechas, centros e izquierdas, o están viendo la película equivocada, o tienen un pacto con el gobierno para dispersar el voto opositor. 

Es tiempo de unidad, no se puede permitir que actores que quieren jugar a la antipolítica por intereses personales impongan un clivaje ficticio y facilitador de una nueva victoria masista en esta elección. No se puede caer en la trampa de personajes que, por capricho, por acuerdo con el gobierno o por ser simples incautos, le roben porcentaje a un voto concentrado que es la única (y, probablemente, la última) garantía para la liberación de Bolivia de las garras del autoritarismo masista. 

No se trata de quién se posiciona “más a la derecha” del MAS o quién hace campaña con más desdén por las organizaciones políticas actuales, sino de quienes se ubican en el cuadrante democrático y respetuoso del Estado de derecho del espectro ideológico versus quienes prefieren que este régimen se solidifique en una estructura herméticamente dictatorial que elimine toda posibilidad de suplantar a un partido por otro en el gobierno. 

Estamos a nada de liberarnos. Los Bukele y Milei de la vida tendrán su oportunidad de presentar sus propuestas y de ganar elecciones con apoyo popular, pero primero recuperemos la democracia este 2025. 

José Manuel Ormachea es politólogo y diputado de CC.





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