Esmirriado cabildo evista/APG
Brújula Digital|25|09|24|
Hernán Terrazas
¡Falsa alarma! El desenlace de la marcha no fue como se decía. Evo Morales no tumbó al presidente y, tras unas cuantas horas en la ciudad de La Paz, los caminantes volvieron rápidamente a sus lugares de origen. Incluso Morales agarró sus cosas y se fue hacia el Chapare para estar al pendiente de la cosecha de tambaquí.
¿Fue un fracaso? Algunos opinan que sí, porque no logró el supuesto objetivo de empujar la renuncia del presidente. Otros dicen que, por lo menos, Morales consiguió demostrar que tiene más poder de convocatoria y respaldo social que Arce, aunque los cálculos más optimistas dicen que los movilizados no llegaron a los 10.000. En la pulseta de las sumas y las restas, parecería que la victoria fue de la división.
¿Pero hacia dónde van las cosas? Las malas lenguas hablan de un acuerdo tras bambalinas para que Morales sea habilitado, lo cual supondría que Arce está dispuesto a abandonar la carrera con tal que lo dejen gobernar hasta el próximo año.
El presidente habría admitido que sus bonos ya no dan para aspirar a otra cosa que no sea concluir su mandato, pero también estaría convencido de que su adversario tampoco tiene chance alguna. Algo así como un resignado “ni tú, ni yo”.
Vista de esa manera, la marcha sería el símbolo de la agonía del MAS. Sin vencedores ni vencidos, y con pobre convocatoria social de ambos lados, queda en evidencia que los buenos tiempos del “instrumento político” ya son cosa del pasado. Con la preocupación puesta en el día a día de los bolsillos, la gente ya no estaría para andar detrás de nadie en busca de nuevas utopías.
Que Morales ya no mueva multitudes y que El Alto ya no se sume “incondicionalmente” a las protestas, como la hacía antes, podría ser tomado como un síntoma alentador, sobre todo luego de largos años en los que esa ciudad definía, se quiera o no, el rumbo de la política boliviana.
Los alteños tendrían otras ocupaciones, más importantes que la de convertirse una vez más en carne de cañón de proyectos sin porvenir.
Si, como se espera, el diálogo queda abierto en la Defensoría del Pueblo, ya no será el de los comandos de dos grandes fuerzas que disputan el futuro, sino el de las dos caras de una moneda que ha ido perdiendo irreversiblemente su valor político y social.
Si Luis Arce pensaba que iba a crecer a costa del rechazo a Evo Morales, y si éste creía que su futuro estaba condicionado por la dificultad de aquel para resolver la crisis, ambos estaban equivocados. El desenlace de las movilizaciones apunta más bien a demostrar que, muy probablemente, el país ya no es el mismo que encumbró al caudillo hace 18 años.
Que el partido de gobierno haya perdido el rumbo, no significa que otros lo hayan encontrado, pero al menos revela que lo que viene ya no será igual.
Falsa alarma. En el espejo de la marcha, el MAS ha descubierto el rostro de una nueva realidad y ha comenzado a escuchar, también, las notas dramáticas del réquiem que señalan el comienzo de una nueva transición.
Hernán Terrazas E. es periodista.