Brújula Digital|25|05|25|
Rafael Archondo
Hemos aprendido mucho de Venezuela. La frase se repite en Bolivia a cada rato y de tanto oírla hasta parece que Nicolás Maduro ya vive exiliado en Moscú desde hace varios meses. Lo cierto es que a partir de 1999 en Caracas mandan los mismos y no parecen estar preparando maletas después de haber derrotado a Bush, Trump, Almagro, Pastrana, Piñera, PPK, Duque, Bolsonaro, etcétera, etcétera, etcétera.
La oposición boliviana al MAS tuvo, al menos, una decena de líderes: Tuto, Samuel, Cossío, Manfred, Leopoldo, Pepe Lucho, Mesa, Costas, Camacho, Añez o Del Granado. Una hilera de fracasos. En 2005, 28%; en 2009, 26%; en 2014, 24%; en 2019, 36% y en 2020, 28%. Barajando esos porcentajes podemos conjeturar sobre un piso y un techo electorales. La casa de la oposición es un raquítico garzonier en un rincón de un terreno lleno de cocales.
Los que lo intentaron sin éxito, pero con prestancia, no se han retirado y este año ha brotado una fila de desconocidos o malconocidos con ganas de hacer lo que no pudieron los otros a lo largo de dos décadas: Zambrana, Saravia, Ballivián, Chunka, Soliz, Cuéllar, Börth, Bascopé, ta, te, tí...
Ya se habla de los presidenciables tradicionales y de los emergentes. Cada uno resta más que el otro y hoy el MAS se puede dar el lujo de incluso dividirse con tal de apropiarse de lo único que le faltaba: el rol opositor.
A continuación, explicamos por qué la oposición al MAS en Bolivia no podrá presentar un candidato único como en Venezuela:
1. Los líderes tradicionales de la oposición antimasista no tienen incentivo alguno para jubilarse. Su vigencia no depende de los porcentajes de respaldo electoral que ostenten, sino de su largo recorrido. Ellos están ahí para contar: ya lo dijimos en 2005 y nadie nos hizo caso. Están ahí para elaborar el museo de la resistencia que venció el 21F y en 2019, pero que fue aplastada cuando el edificio de Añez se desmoronó sobre sus espaldas.
2. Los rostros emergentes, con la excepción de Böhrt, no tienen nada que mostrar. Pasaron estos años en la penumbra, renegando en el zaguán de su casa. Peor aún, ninguno tiene un discurso estructurado que aborde los grandes problemas nacionales, no tienen datos de coyuntura y desconocen por completo el país que el MAS ha producido desde hace décadas. Son nomás las voces rebeldes y desinformadas de Achumani o Equipetrol.
3. Por más que lo diga, la oposición al MAS no puede organizar primarias. ¿Por qué? Porque carece de un padrón con los nombres de sus militantes y porque carece de niveles básicos de organización interna. Una vez alquilaron una oficina en la plaza Murillo, solo pagaron un mes de renta.
4. Dado que la oposición no tiene registrados a sus militantes y carece de partidos políticos con alguna inserción territorial, solo le quedan dos salidas: unas primarias abiertas o encuestas. En ambos casos, la militancia del MAS tendría las puertas abiertas para incidir. Ello viciará por completo los resultados. Es como preguntarle al MAS con quién quisiera enfrentarse.
5. Conclusión: los presidenciables de la oposición al MAS tratan de instalar el debate sobre el candidato único en la opinión pública boliviana para que los periodistas los entrevisten y así gozar de cierta cobertura que le dé fuerza a su campaña. No les interesa la unidad, sino la figuración. Saben que no hay condiciones propicias para que la oposición despegue un solo candidato.
6. A este paso, Arce y Evo pasarán a disputar la presidencia en 2025 en una segunda vuelta electoral. Ahí sí, en ese momento contará el voto de la oposición al MAS y gracias a él sabremos qué MAS es el que conviene o el que menos daño hace.
Rafael Archondo es periodista.