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Con los pies en la tierra | 10/09/2019

Valoración de los planes de gobierno: El MAS presenta propuestas generalistas y desarticuladas

Enrique Velazco R.
Enrique Velazco R.
Los medios de comunicación han estructurado espacios de análisis y debate para comparar lo que cada programa de las tiendas políticas dice o no respecto a la nacionalización de los hidrocarburos, a los bonos asistenciales o el derecho al aborto.
Pero, nadie pregunta –y a nadie parece importar– si las acciones propuestas están orientadas a cambiar la realidad de pobreza, desigualdad y de rezago estructural respecto al resto de América Latina. Por la falta de criterios de relevancia y de prioridad con la que se comparan mediáticamente los planes de gobierno existe una sideral distancia entre la realidad que se discute en los medios y la que, como sociedad, necesitamos efectivamente cambiar.

Son cinco temas, íntimamente vinculados, los que más preocupan hoy a las personas: corrupción, precariedad del empleo (ingreso familiar), inseguridad ciudadana (incluyendo violencia contra la mujer e intrafamiliar), la justicia y la salud.

De ellos, la salud y la seguridad ciudadana –junto a muchos otros como la educación, infraestructura, saneamiento básico, autonomías, medio ambiente, etc. –, son temas condicionados por la disponibilidad de recursos económicos. Los tres restantes, empleo (ingresos), justicia y corrupción, a los que se suman necesariamente la diversificación productiva, como condición para generar empleo, y el tipo de crecimiento que asegure la sostenibilidad, constituyen los “factores clave” que determinan si la economía tendría la capacidad de generar los recursos necesarios para su desarrollo sostenible.

Un plan de gobierno que establece conceptualmente las relaciones de causalidad entre los factores, que identifica por qué son obstáculos para el desarrollo y que plantea acciones coherentes para eliminar esos obstáculos, va en la “dirección correcta” y responde a una visión internamente coherente de desarrollo. Si el plan es un conjunto disperso y poco articulado de deseos difusos, calificaría como la habitual “panfletería discursiva” de los políticos. Pero un buen plan no significa, necesariamente, que la tienda política que lo propone tenga la capacidad técnica y la voluntad política para aplicarlo efectivamente una vez logrado el gobierno.

Con esta lógica, la valoración de los planes se concentra en su grado de pertinencia para construir una sociedad: 1) institucionalizada sobre la base de una democracia participativa e inclusiva; 2) con gestión pública transparente y eficiente; 3) que promueva la diversificación productiva sostenible; 4) que tenga al trabajo y a la creatividad humana –expresados en el empleo digno para todos– como fuente fundamental de generación de valor y de ingresos para los hogares; y, 5) que sobre las bases precedentes, pueda mantener un crecimiento económico a largo plazo, social y ecoambientalmente responsable, capaz de atender autónomamente las principales necesidades de bienestar de toda la sociedad. Ya he elaborado un análisis al respecto.

En este marco, el plan de gobierno del MAS:

1) No reconoce a ninguno de los cinco factores clave como obstáculos estructurales al desarrollo, lo que implica que su abordaje no tiene prioridad respecto a las cerca de otras 500 metas.

2) Sin prioridades, trata además los cinco temas como aislados, no dimensiona la magnitud de los desafíos ni identifica indicadores de procesos o de resultados.

3) En consecuencia, ignora las relaciones elementales de causalidad: sin una institucionalidad sólida que garantice seguridad jurídica, y de una administración pública mínimamente eficiente y transparente, es imposible la diversificación productiva con competitividad; sin diversificación productiva no se puede responder a la demanda social por empleo digno; el empleo productivo y digno es la condición para el crecimiento sostenido y sostenible de la economía; y solo una economía sólida puede soportar las estructuras que garanticen una institucionalidad fuerte que regule el desarrollo sostenible, y una administración resistente a la corrupción.

3) Las acciones propuestas por el MAS son, por eso, generalidades, se presentan de manera aislada, no son cuantificadas ni medibles; por ejemplo, en temas de alta sensibilidad como el empleo, no existen metas y las propuestas persisten en la lógica de los empleos de emergencia y en “capacitar para la empleabilidad” a jóvenes y mujeres, sin ninguna referencia al desafío de crear los 200.000 puestos de trabajo anuales que requieren los nuevos entrantes al mercado laboral.

4) Finalmente, los 14 años de gestión no alientan confianza sobre la existencia de la voluntad política necesaria para fortalecer la institucionalidad, trasparentar la gestión, y superar el extractivismo como condición necesaria para diversificar la economía y crecer con base en empleo digno para todos.

En próximas entregas analizaré las propuestas de Comunidad Ciudadana y de Bolivia Dice No.

Invito a los lectores a valorar los planes y generar su propia opinión. En los Ensayos para el debate de INASET, en Brújula Digital, se describe la metodología práctica de valoración.

Enrique Velazco es director de Inaset, especialista en temas de desarrollo.



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