No hay mucho que celebrar y el país no está para gestos propagandísticos,
mucho menos si el telón de fondo son las vacunas Sputnik V que llegaron en las
últimas horas y que fueron adquiridas con la plata de todos los bolivianos. Son
las primeras 20.000 dosis que servirán a lo sumo para inmunizar a parte del
personal de salud y a algunos funcionarios de gobierno y parlamentarios
oficialistas que se anotaron primeros en el rol. El resto de los más de 11
millones de bolivianos tendrá que seguir aguantando.
Los datos del COVID continúan siendo alarmantes y el récord de contagios y fallecimientos desgraciadamente no deja de crecer día que pasa. La vacuna es efectivamente muy importante, pero mientras la cobertura sea limitada el virus seguirá causando estragos, demostrando la ineficacia de la política del “aguante”
No es trasladando el peso de la responsabilidad a la resistencia de la gente como se combaten las enfermedades y mucho menos las pandemias, sino con una estrategia que involucre la solución que podría ser definitiva –la vacuna– pero, además, otras acciones que fortalezcan la capacidad de respuesta de un sistema de salud que tiene las “defensas” por los suelos desde hace muchos años y que en el primer trimestre de la actual administración no ha mejorado.
El Covid-19 no sólo es un mal de la gestión pasada. Tal vez la pandemia se haya vivido de manera diferente por el impacto que tuvo la prolongada cuarentena rígida sobre todas las actividades, pero ahora la cantidad de contagios y fallecimientos es igual o mayor a la del primer semestre del 2020, y la sensación de temor y desprotección se acentúa porque la “normalidad” de las actividades es un factor que multiplica lo riesgos. Hemos pasado, sin advertirlo, del confinamiento obligatorio de todos al auto- confinamiento de unos cuantos.
Bolivia ocupa el lugar 93 entre 98 países evaluados por el instituto Lowy de Nueva Zelanda por su gestión de la pandemia. Los que mejores puntajes obtuvieron fueron los que aplicaron medidas estrictas como el confinamiento y el cierre de fronteras desde el principio y los peores los que no tomaron muy en serio la prevención y generaron condiciones para un recrudecimiento, como el Brasil de Bolsonaro y los Estados Unidos de Trump.
Según el informe los “países con poblaciones más pequeñas, sociedades cohesionadas e instituciones capaces tienen una ventaja comparativa para hacer frente a una crisis global como una pandemia". Bolivia cumple con la primera de las condiciones, pero hasta ahora el gobierno se inclina más por la división que por la cohesión y por debilitar la capacidad de las instituciones eligiendo para su conformación a militantes sin mérito y no a profesionales.
Sputnik V es apenas una bocanada de aire para un ejecutivo que no acierta a definir rumbo en otros temas de agenda y que cede peligrosamente a las presiones para mantener el idilio con sus votantes, justo cuando las tendencias parecen no favorecer al MAS en la intención del voto de las gobernaciones del eje y sus principales municipios.
La falta de “mando” en un escenario de generalizadas demandas es crítica. Dos peces no bastan para saciar el apetito del tiburón y, a pesar de saberlo, el gobierno ha perdido varias pulsetas con movimientos sociales en asuntos delicados que afectan la estabilidad del sistema financiero e incluso dificultan la aplicación de medidas preventivas más rigurosas contra la pandemia.
No es un gobierno en campaña, como lo fue siempre el de Evo Morales, pero la campaña ha condicionado su funcionamiento. El partido y sus aspiraciones políticas pesan más que el ejecutivo y sus responsabilidades. Si a eso se suma la dificultad del gobierno para acomodarse a una nueva realidad, el panorama es todavía más incierto.
Arce ha elegido mantener la tensión con sus adversarios o ha dado trato de tales a quienes esperaban de él una conducta diferente. En círculos empresariales se dice que el presidente está resentido con varios líderes de ese sector porque trabajaron muy cómodos con el gobierno constitucional de Jeanine Añez y no le interesa mucho que el escarmiento tenga un costo. Los banqueros han vivido en carne propia una relación difícil con quien fuera exministro de Economía de Evo Morales y la situación no ha cambiado mucho ahora. El oráculo empresarial no avizora cambios positivos por lo menos en un año más.
Apretar a la banca e imponer trabas a los exportadores son nada más que formas de decir “aquí mando yo y al que no le guste que venga a Palacio y ruegue”. En tiempos de Evo Morales la estrategia pasó de la confrontación dura y directa a la conciliación con el enemigo ya debilitado y al borde de la capitulación. Aparentemente Arce eligió el mismo camino que su antecesor, pero todavía no tiene en su equipo operadores que comiencen a resolver los problemas.
La falta de funcionarios-puente, que permitan una aproximación más provechosa con el ejecutivo preocupa al sector privado. Antes, el ex vicepresidente Álvaro García Linera jugaba ese papel o lo delegaba a la ministra de Planificación, Mariana Prado. Ahora Arce concentra todos los poderes y las posibilidades de acercarse a su despacho en la Casa del Pueblo son muy remotas.
El presidente tampoco tiene buenos articuladores sociales. Su ministra de la Presidencia, María Nela Prada cuida bien las puertas del despacho presidencial, pero hasta ahora no se la ha visto desempeñar otros roles y el vicepresidente Choquehuanca trabaja con agenda propia, promoviendo liderazgos como el de Eva Copa en El Alto o el del fallecido Felipe Quispe para la gobernación paceña, todo con el afán de construir un instrumento político a su medida, lejos del masismo “blancoide” e “intelectual”.
En temporada de conflictos, como tradicionalmente ha sido la de enero a marzo, el gobierno sumó uno que puede ser delicado. La presentación de un proyecto de Ley que limita el derecho constitucional de los médicos a la protesta, justamente cuando este sector es el más golpeado por la crisis sanitaria, parece un desatino.
La iniciativa, sin embargo, es consistente con la línea que viene manejando el actual ministro de Salud, Jeyson Auza desde los tiempos en que se prestó a encabezar una entidad paralela al Colegio Médico, creada con el propósito de restar fuerza al poderoso movimiento de las “batas blancas”, que puso en jaque al gobierno de Evo Morales a fines de 2017.
La opción elegida por Arce para neutralizar al personal de salud podría resultar mucho peor que la enfermedad considerando la fortaleza acumulada y el aura heroica que rodea a un gremio con varias víctimas en sus filas y recursos limitados para enfrentar la peor pandemia de la historia.
Por ahora, la Sputnik es solo un salvavidas para la nave gubernamental asediada en un océano de complejos desafíos y con seguridad hacen falta más de 20 mil dosis para mantenerla a flote. La euforia está bien para la foto, pero al gobierno le está haciendo falta brújula, timón, rumbo y mando.
Hernán Terrazas es periodista.