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Vuelta | 23/11/2020

Tres semanas, más dichos que hechos

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

Las tres primeras semanas de gobiermo del presidente Luis Arce dejan algunos temas para reflexionar. En primer lugar, parecería que se ha hecho muy difícil equilibrar los afanes de reconciliación con el deseo de revancha. Hay persecución y órdenes de aprehensión para muchos y no pocos detenidos que todavía se preguntan por qué están tras las rejas.

En la misma línea, pero en sentido contrario, están los liberados. A la justicia se le hizo sospechosamente fácil dejar sin culpa a éste o a aquella. Una orden bastó para archivar procesos y desechar pruebas. Al fin y al cabo, “no debe quedar uno de los nuestros adentro”.

También llama la atención la inacción económica. Aparte de los bonos, cuya aprobación estaba en marcha desde hace meses, no hay mucho para el recuento. Más diagnóstico que decisión, más política que economía, más hígado que cerebro y los números siguen en peligrosa picada.

Arce la tiene difícil con Evo en las inmediaciones. La dualidad de poder se hace cada vez más evidente. En un gobierno de movimientos sociales,  el control del partido puede ser más importante que el del gobierno. Morales lo sabe y actúa en consecuencia.

No es la mejor imagen ver al Presidente sentado a la derecha del jefe partidario en la asamblea/fiesta de la victoria. El ex quiere hacer sentir su poder al actual. Da órdenes y genera agenda. El MAS está para cuidar a “Lucho”, pero “Lucho” debe definir cuanto antes para qué está.

Estamos ante un gobierno de partido, más que de líder y eso puede generar caos y dificultad las decisiones más urgentes. Por lo pronto, los movimientos sociales se han impuesto en varias de las más importantes designaciones en funciones clave dentro del ejecutivo. Las designaciones no parecen estar a la altura de los desafíos, pero por ahí va la cosa.

El nuevo gobierno, cuyos portavoces fueron muy críticos con la gestión anterior por su manejo de la pandemia, todavía hizo muy poco, casi nada. Al ministro de Salud se lo vio en la posesión del gabinete y de ahí en más ha brillado por su ausencia. Mientras tanto, algunos hospitales ya no dan cabida para más pacientes y el número de entierros y cremaciones crece en algunas ciudades.

Las señales tampoco son buenas en el servicio exterior. Funcionarios de carrera fueron echados y todavía no tienen reemplazantes. Es obvio que los nuevos designados no saldrán de la academia y que la improvisación seguirá siendo uno de los eternos males de un servicio exterior venido a menos e ineficiente.

Para el sector privado las cosas no pintan bien. El Presidente quiere promover la sustitución de importaciones para proteger la industria y el empleo local, pero si no hay modificaciones del tipo de cambio lo más probable es que el contrabando de productos baratos desde Argentina y Brasil continúe siendo devastador para los industriales.

Con las elecciones subnacionales a la vista, el Presidente se convierte en un espectador de las decisiones de su partido y, por si esto fuera poco, debe ajustar sus planes de manera tal que ninguna acción vaya en contra de lo que necesitan las candidaturas. Por eso, en esas condiciones, las urgencias económicas podrían verse forzadas a esperar hasta después de marzo.

Del otro lado, mientras tanto, una incierta oposición –lo que queda de ella– intenta descifrar el momento para tener alguna esperanza. La amenaza de la dispersión vuelve en varios municipios y gobernaciones. Las lecciones no se aprenden y hay riesgo de nuevas derrotas.

Van tres semanas, de los cinco años que vienen y todavia seguimos con dichos mas que con hechos.

Hernán Terrazas es periodista.



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