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Energética | 03/03/2024

Se inicia una nueva etapa para el gas natural en el Cono Sur

Álvaro Ríos
Álvaro Ríos

La cruda realidad nos muestra que los megacampos de gas y condensado de Bolivia descubiertos hace aproximadamente dos décadas están declinando más rápido de lo previsto. A finales de 2024 la producción de Bolivia bordeara probablemente los 30/31 millones de metros cúbicos día. El mercado interno demanda alrededor de 14 millones en promedio, lo que dejarían 16/17 millones para exportar a Brasil en 2025.

Con la nueva realidad de capacidad de producción de Bolivia, el contrato Petrobras-YPFB ha sido también flexibilizado y se ha extendido hasta 2027 con nuevas condiciones de entrega y recepción. Los brasileros no se han quedado dormidos y tienen ya una serie de plantas de regasificación (GNL) instaladas en sus costas que le dan respaldo; es, además, un gas con precios vinculados a marcadores internacionales y mayormente al mercado “spot”. Lo anterior se traduce en precios más elevados principalmente para los usuarios industriales y su competitividad.

También existen en marcha dos proyectos “costa afuera”, que darán nueva capacidad a Brasil hacia los años 2028-2030. Tampoco es un gas muy competitivo porque debe remunerar costos de capital y operación nada despreciables para producción en el mar.

Por el lado argentino las proyecciones son diferentes. Mientras todas las cuencas de yacimientos convencionales de ese país declinan aceleradamente, la cuenca neuquina, de la mano de los hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta (fracking), ha dado excelentes resultados de eficiencia y bajos costos de producción.

Debemos recordar que Argentina tendrá que seguir importado Gas Natural Licuado (GNL) para cubrir el pico de invierno que tiene y que no puede ser abastecido por gasoducto. Argentina, de la mano del Estado, está agilizando inversiones para poder revertir, en fases, el gasoducto TGN y lograr algo más de gas en el norte del país para este invierno; ello hará que se deje de importar gas de Bolivia hacia octubre de este 2024. Fin de un ciclo.

La oferta en Argentina de gas natural ha aumentado notablemente y existen excedentes de gas para seguir aumentando abastecimiento del energético regional hacia Chile y Uruguay y comenzar a mirar el mercado de Brasil.

La problemática para los productores argentinos que quieran exportar hacia Brasil radica en que bajo el nuevo modelo que se tiene tendrán que realizar inversiones adicionales para ampliar la capacidad en TGN y otros gasoductos. La macroeconomía y la regulación, que están tratando de ajustar, aun no logra que el sector privado argentino pueda construir gasoductos y estaciones de compresión que puedan remunerar adecuadamente los costos de capital y operación. Vamos a ver en qué termina la pulseta de la gestión del presidente Milei para enderezar la economía y la regulación para que las inversiones privadas aterricen en el vecino país.

El otro problema radica en cómo y por dónde llegar al mercado de Brasil. La opción natural, lógica, eficiente y económica es que, con el gas argentino en la frontera con Bolivia, se utilice la capacidad que va quedando ociosa en los gasoductos que van de sur a norte hasta Rio Grande. De allí seguiría ese gas argentino hacia Brasil, por los dos gasoductos que van hacia los mercados de Cuiabá y San Pablo. Toda una tarea titánica que queda por delante para hacer realidad esta integración gasífera a la inversa, y que marca una nueva etapa de la relación energética entre los tres países, además de Chile y Uruguay.

En inglés llamaríamos esto un “win-win” tripartito. Es decir, se generan dólares para Argentina por la exportación de gas, se generan dólares en Bolivia para transportar el gas natural a través de nuestros gasoductos “en reversa”, y finalmente los usuarios brasileños tienen la opción de contar con un gas que debe ser más competitivo que las dos fuentes anteriormente citadas.

Ojalá los gobiernos tengan madurez para permitir que se genere un proceso de integración que merece reglas y regulaciones claras y tarifas y contratos de largo plazo. Este 2024 debería ser decisivo. En fin, soñar no cuesta nada y seamos optimistas en creer que se puede.

Álvaro Ríos Roca fue ministro de Hidrocarburos de Bolivia; es actual socio de la consultora Gas Energy Latin America.



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