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Guata regua (caminante) | 07/01/2024

Rol de la prensa, ¿navegar en la confusión o iluminar?

Hernán Cabrera
Hernán Cabrera

A principios del siglo XX, el periodista Joseph Pulitzer se preguntaba: “¿Cuál será el estado de la sociedad y la política en esta república dentro de 70 años cuando algunos de los niños que ahora van al colegio aún estén vivos? ¿Conservaremos un Gobierno basado en la Constitución, en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y en la pureza de la justicia, o nos gobernarán el dinero o la mafia?”.

Es una pregunta que vale para muchos de los países que han adoptado la democracia, la misma que implica deberes, derechos y responsabilidades, pero en el campo que nos ocupa, el ejercicio del periodismo, a lo que hacía referencia Pulitzer, es que las respuestas a esas preguntas se basaban en un elemento central: la calidad de la información, que en un Estado de derecho es fundamental preservarla, profundizarla y respetarla. ¿Y quiénes deben hacer eso? Obviamente no son los políticos ni los policías ni los fiscales ni los diputados ni los alcaldes ni los gobernadores ni los poderosos dirigentes sindicales y cívicos.

Esa tarea está en manos del periodista que tiene al frente enormes retos, mucho más ahora con la expansión del uso de las redes sociales, plataformas digitales, páginas web con variado menú, uso masivo del celular, la emergencia de la inteligencia artificial, para apuntar bien en dos vías:

Tenemos la prensa del poder, bajo cuya dinámica existe un ejército de medios tradicionales, como periódicos, radios, canales y ni qué se diga del infinito mundo de la web. Ese ejército se amplía, se diversifica, se masifica en cientos de programas periodísticos, revistas de variedades, etc. Tienen algunos elementos comunes: son espacios que el poder usa para informar, para entretener, para manipular y para evitar ser investigado.

La prensa que no es del poder, que en sus ediciones diarias se anima a cuestionar, a revelar, a denunciar, a interpelar las injusticias, las corrupciones, los abusos, la impunidad, las irregularidades de quienes hoy estén en los tres niveles de gobierno de forma pasajera.

Entran en colisión dos elementos centrales que exige hoy el periodismo: la calidad de la información y la credibilidad, ante lo cual el poder es consciente de la enorme influencia y de impacto que puede ejercer la prensa en una sociedad que cada vez exige ser mejor informada y a la vez que está bien más informada gracias a la democratización de la información.

Pulitzer nos dice: “La prensa hace su trabajo inteligente y concienzudamente y con coraje: difundiendo inteligencia como el sol difunde luz”. Por lo menos es el deseo para este 2024, pero tal como el poder ha ido concretando su estrategia para acaparar, cooptar y manipular a los medios, los retos del periodismo en Bolivia son muchos, que conllevarán enormes esfuerzos profesionales, económicos y éticos de esa prensa que no es vocera, ni sus ejecutivos, agentes de marketing, ni relacionadores públicos del poder.

Simón Bolívar le decía a los periodistas en el nacimiento de la República. “La prensa es la artillería del pensamiento”; pues conviene retomar esos caminos que el Libertador, quien es citado de forma permanente por presidentes, ministros, políticos de derecha e izquierda, nos puso por delante.

Es delicado opinar sobre este tema en Bolivia, es decir, cuestionar y tener ojos críticos hacia lo que cierta prensa y periodistas vienen ejerciendo, conscientes ellos que así tienen mecanismos de sobrevivencia o de hacerse un capital, tal como se denuncian entre ellos los dirigentes del MAS: contratos publicitarios para medios de prensa y programas periodísticos de las redes sociales para que repitan los libretos que desde la Casa Grande del Pueblo les envían y no se salgan una coma de ello.

Ojo que un rol que debe desempeñar el periodismo es ser el “inagotable enemigo del fanatismo” y el periodista es un enemigo de la corrupción, de la injusticia, de la violencia, que basa su trabajo en dos principios irrenunciables: la ética y la credibilidad. Ambas son una batalla de todos los días.

Mi amigo lector, usted tiene una enorme variedad de alternativas para informarse cada día, pero hágalo de forma crítica, abierta, confronte los datos, sospeche de toda noticia que le llegue a su celular, dude de lo que los voceros del poder le digan, sepa diferenciar los grandes anuncios publicitarios que vienen camuflados de entrevistas, etc.

El poder es consciente del prestigio, credibilidad y fuerza que tiene el periodismo, por ello llevó a cabo su estrategia millonaria de lograr tener a su disposición todo un aparato de comunicación, que va desde radios comunitarias, periódico estatal, agencia informativa, canales de TV, periódicos y uso de redes sociales. 

Le dedico estas palabras a los colegas periodistas que saben que en su formación les inculcaron principios de ética, honestidad, consecuencia, integridad: “El periodista tiene un puesto que sólo le pertenece a él. Sólo él tiene el privilegio de moldear las opiniones, llegar a los corazones y apelar a la razón de cientos de miles de personas diariamente. Esta es la profesión más fascinante de todas. Cada nuevo día es una oportunidad para que el periodista que cuenta con la confianza de la comunidad pueda dirigirse a ella”, señala Pulitzer.

Pues ahí el enorme reto para el periodismo boliviano: la calidad de la información. Si no lo hace navegaremos en las tinieblas y en la confusión. Sin duda, eso quiere el poder.

Hernán Cabrera M. es periodista.



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