Carlos Hugo Laruta (CHL) en su recién
estrenada columna de opinión, titulada “Mirar incompleto” (Brújula digital, 04/08/2023),
plantea un tema de singular gravitación para el futuro del país: “en Bolivia,
la Revolución Nacional de 1952 gestó el nacimiento y desarrollo de dos
sociedades civiles, una más grande y otra aun pequeña, dos hermanas gemelas,
que desde ese entonces se confrontaron en la política buscando orientar y
dirigir la construcción del país compartido. Ambas crecieron entre 1960 y hoy.
Pero su tamaño y densidad cambiaron en las siete décadas transcurridas. Una
hermana envejeció y la otra entró a su plena juventud”.
La “sociedad civil grande” es la ciudadanía corporativa que prohíja el MAS; mientras la sociedad civil pequeña se fortalece y crece en Santa Cruz. La diferencia sustantiva: Santa Cruz viene desarrollando un modelo capitalista de manera sostenida y colectiva; mientras en el Occidente del país “no hay un modelo claro, solo un mundo de actividades con forma de archipiélago de islas desconectadas o mal conectadas. Y esto no construye los suficientes puentes económicos y genera muros, pobreza y aislamiento. No hay una clara locomotora del tren”.
Primer apunte a pie de lo planteado por CHL, cuando en 2006 ascendía el MAS, teníamos la impresión de que algo nuevo había empezado a caminar y que algo viejo iniciaba a desandar con el colapso de los partidos tradicionales. Hoy, casi dos décadas después, y de la mano siempre burlona de la historia, apreciamos que el MAS ha envejecido apresuradamente y que la “hermana gemela” cruceña, se sigue vitalizando y vigorizando con prisa y sin pausa.
Segundo apunte, ¿por qué ha sucedido esto? Esclarecernos sobre este hecho es fundamental para trazar el norte nacional: el modelo masista se sostuvo en el superciclo de los commodities, en la centralidad del Estado y el rol protagónico de los políticos masistas. Subrayo: los políticos del MAS y su élite gobernante. Estos saben tejer clientelas y capturarlas en una red de privilegios estatales, redistribuyen prebendas por toda su base corporativa; pero ninguno de ellos tiene la única llave que abre la prosperidad de manera sostenida: emprender de manera privada y hacerlo con éxito. Jugarse no el pellejo estatal en el intento, sino el propio pellejo. Salir al océano económico, bracear, sortear obstáculo, llegar a buen puerto, deseando volver a emprender. ¿Quiénes son estos sujetos particulares que toman para sí este reto mayúsculo y solitario? Los empresarios, los emprendedores. En el caso cruceño, no son un archipiélago, son una marea amplia, vigorosa y compacta. Un destino compartido y de significados convenidos. Un dínamo de prosperidad.
Esto y no otra cosa era lo nuevo que había empezado a caminar hace décadas atrás como nos lo recuerda CHL. Y con el paso del tiempo, a pesar de los gobiernos temporales, los restantes caminos sólo serán polvo a su paso; porque como nos enseñó el siglo XX, al final prevalece el acierto sobre el error. Lo evidente traspasa los muros del más hermético dogmatismo.