Aunque no hay cifras definitivas respecto a la cantidad de hectáreas que se han consumido por los incendios forestales en Santa Cruz, con datos de la Gobernación y de las organizaciones especializadas en el tema, se estima que para el mes de agosto oscila entre uno y dos millones de hectáreas y todos coinciden en que la cantidad de superficie quemada diariamente se aceleró a mediados de agosto.
La figura muestra la superficie quemada, acumulada entre el 1 y el 31 de agosto para el rango bajo y medio de las estimaciones. La Gobernación de Santa Cruz declaró la alerta naranja el 2 de agosto y la alerta roja el 7 de agosto; desde el 1 de agosto y hasta ese momento, los incendios habían consumido unas 160.000 hectáreas.
Según las noticias del periódico Cambio, el 14 de agosto el gobierno envió dos helicópteros a la región de Roboré; el 20, el Presidente llevó alimentos e implementos; el 22, conformó el gabinete ambiental; y el 24 llegó el SuperTanker. Para entonces, la superficie consumida superaba el millón de hectáreas: desde la declaratoria de alerta roja por parte de la Gobernación de Santa Cruz se destruyeron 800 mil hectáreas y, como muestra la figura, las acciones realizadas desde entonces, no parecen haber sido efectivas para reducir la tendencia en la tasa de destrucción de los pastizales y bosques.
Frente a esta evidencia empírica, las afirmaciones de Borda demandan respuestas a las siguientes preguntas:
1. Si la reacción gubernamental ha sido rápida, ¿qué impidió poner en marcha las acciones de combate a los incendios desde el 8 de agosto, cuando el daño todavía comprometía menos de 200.000 hectáreas?
2. ¿Ha sido suficiente crear el gabinete de emergencia y establecerlo en Roboré? Si fuera el caso, ¿cuál es la experiencia de todos los ministros del gabinete ambiental en el combate a incendios forestales? ¿Por qué la tasa de quema no parece haberse reducido significativamente con sus intervenciones? ¿Qué porcentaje de reducción de focos de calor se debe a las estrategias del gabinete y cuál a causas naturales?
3. ¿Cuánto aporta el trabajo “directo” del Presidente –ampliamente difundido en fotos y spots “informativos-publicitarios”, a mitigar los incendios–? En contraste, ¿cómo recompensa el Estado la heroica tarea de los bomberos voluntarios y facilita la de los profesionales?
4. Al 31 de agosto, el costo del alquiler del SuperTanker por 10 días, incluyendo ocho días con cuatro vuelos diarios, es del orden 2,5 millones de dólares: ¿se ratifica que la eficacia para apagar incendios del SuperTanker es del orden del 15% que menciona la literatura especializada? ¿Con qué criterios su costo es eficiente respecto a los resultados alcanzados? ¿Por qué tomó tanto tiempo coordinar las acciones del avión con las de las brigadas en tierra?
5. Finalmente, si todas las acciones desplegadas por el gobierno y los recursos invertidos hasta ahora –más de 11 millones de dólares según Diego Pary–, no parecen haber modificado la tendencia de deforestación por los incendios, ¿se puede afirmar que, efectivamente, el Estado ha sido sobrepasado en su capacidad técnica para atender este, muy ampliamente anticipado, desastre ambiental?
Confío en que las respuestas de Borda me aliviarán la profunda depresión ocasionada por considerar estos aspectos.
Enrique Velazco R. es director de la fundación Inaset.