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Política | 20/08/2025   08:04

|OPINIÓN|De la extracción a la regeneración: Por qué apoyo a Rodrigo Paz|Niki Barbery|

El camino hacia adelante de Bolivia podría resumirse en un cambio estratégico: de la extracción a la regeneración. Durante décadas, nuestro modelo de desarrollo ha estado dominado por el ciclo de “extraer–vender–agotar”. Pero el futuro debe ser distinto: un pacto regenerativo que alinee economía, ética y ecología.

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Niki Barbery 

Desde los viñedos de Tarija hacia el futuro de Bolivia, el agua es la clave que abre las puertas del desarrollo. A menudo hablamos de instituciones sólidas, oportunidades más justas y un crecimiento que llegue a todos los ciudadanos. Sin embargo, la base de estas aspiraciones es algo tan básico que suele pasarse por alto: el agua limpia.

Rodrigo Paz entendió esto antes que la mayoría. Su trabajo en saneamiento y tratamiento de aguas residuales en las áreas rurales y el área urbana de Tarija fue intenso. Rodrigo no solo construyó infraestructura, sino que también sentó las bases primordiales para tener una salud pública eficiente, una agricultura moderna y sostenible, y un turismo creciente que ha contribuido decididamente a la generación de empleo. Ese es, precisamente, el tipo de liderazgo que Bolivia necesita hoy.

El camino hacia adelante de Bolivia podría resumirse en un cambio estratégico: de la extracción a la regeneración. Durante décadas, nuestro modelo de desarrollo ha estado dominado por el ciclo de “extraer–vender–agotar”. Pero el futuro debe ser distinto: un pacto regenerativo que alinee economía, ética y ecología.

Esta visión descansa en tres pilares: en primer lugar, los mercados competitivos ligados al respeto a los derechos de propiedad y los incentivos adecuados para la innovación. En segundo lugar, un crecimiento adecuado a los límites planetarios, con una base social solida que tenga sus necesidades básicas satisfechas. Y finalmente el retorno a las bases primordiales de la vida en armonía con la Madre Tierra. 

Bolivia no tiene que elegir entre prosperidad y sostenibilidad. Con el liderazgo correcto, ambas van de la mano. Y la prueba de ello es el proceso de desarrollo que se ha dado en el valle central de Tarija, donde se ve la regeneración en la práctica. El agua limpia sostiene los viñedos, eleva la calidad del vino y dinamiza toda una cadena de producción: agricultores, embotelladores, turismo, exportaciones. El historial de trabajo de Rodrigo Paz en saneamiento rural, demuestra que la conservación de la naturaleza y el progreso no son adversarios, sino aliados.

Hoy en día Bolivia necesita un Plan Nacional del Agua que expanda esta lógica al resto del país. En el altiplano la implementación de pequeñas represas, la captación de deshielos glaciares y la restauración de humedales para proteger a las comunidades agrícolas de la sequía. En el Chaco, la recarga de acuíferos y el bombeo solar de agua para sostener la ganadería y agricultura mixta. Finalmente, en la Amazonía y las tierras bajas, la protección y sostenibilidad de los ríos y humedales como sistemas de soporte vital—restaurados y no contaminados por el uso humano. 

Recientemente Global Canopy nombró recientemente a Bolivia como el tercer país con mayor deforestación en el mundo, perdiendo más de 500.000 hectáreas de bosque solo en 2022. Las causas son claras: soya industrial, ganadería, incendios descontrolados y una gobernanza débil.

Aquí las lecciones de economistas como Edward Barbier son cruciales: los bosques no son obstáculos para el desarrollo, sino capital natural. Conservarlos asegura agua, fertilidad del suelo y estabilidad climática, servicios cuyo valor supera ampliamente las ganancias de corto plazo.

Las reservas de gas del Chaco financiaron el pasado de Bolivia. Pero su futuro está en las energías renovables. La región es ideal para granjas solares, acompañadas de programas de capacitación que permitan a los trabajadores locales integrarse en la economía verde. Aquí, la “Tercera Revolución Industrial” de Jeremy Rifkin ofrece una guía: construir infraestructura renovable distribuida que genere tanto energía limpia como nuevos medios de vida.

En los centros urbanos, el desafío no son los bosques sino el metabolismo urbano. Los desechos, las aguas residuales y la contaminación del aire exigen nuevas soluciones. Hay que lograr la separación y reciclaje en origen, con inclusión social de los trabajadores informales. Hay que desarrollar el Biogás y el compost a partir de plantas de tratamiento de aguas residuales y hay que impulsar flotas de transporte público limpio.

Rodrigo Paz ya ha demostrado que el agua no es un costo, sino una inversión. Su trabajo en Tarija prueba que la infraestructura puede ser política pública transformadora, no solo cemento y cortes de cinta. Y Bolivia hoy necesita escalar esa lógica—del barrio a la cuenca, del municipio a la bioregión, y de proyectos aislados a una estrategia nacional.

Si queremos una Bolivia que, para 2050, exporte vinos finos, energía limpia, tecnología hídrica y créditos de biodiversidad –y que para 2075 se erija como un símbolo de liderazgo ecológico– entonces debemos aprender de las mejores ideas sobre cambio en sistemas económicos y ecológicos.

Estas ideas nos recuerdan que la prosperidad y la regeneración no son opuestas, sino complementarias. Ese es el camino de la regeneración. Y por eso apoyo a Rodrigo Paz.

Niki Barbery, doctora en Economía y Política Social por la London School of Economics, es asesora en economía creativa, inversionista de impacto social y filántropa.





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