El gas natural es la opción más rápida,
eficaz y eficiente que tenemos los seres humanos para descarbonizar el planeta,
tanto en la generación de energía eléctrica como en el sector del transporte.
No sé por qué los amigos del BID, el BM y otras instituciones de cooperación y
financiamiento en la región están tan firmemente cerrados a estudiar y apoyar
la estructuración y financiación de proyectos de gas natural.
Los vemos diligentes y ocupados, haciendo hasta lo imposible, trabajando únicamente en energías alternativas renovables que son intermitentes y aún más costosas (solar y eólica). Y desde hace un par de años, apostando por trazar hojas de ruta para el hidrógeno en casi todos los países de la región. Apoyar solo estas iniciativas no nos lleva a ninguna parte, al menos por el momento, en esta parte del globo. A continuación, algunas reflexiones para que podamos ablandar corazones.
Gran parte de los ciudadanos que habitan el globo, y especialmente en nuestra Latinoamérica, han sido adoctrinados con la afamada Transición Energética. Supuestamente para cambiar el abastecimiento de energía hacia combustibles aparentemente menos contaminantes. Lo que no les dijeron es que son energías intermitentes (solar y eólica), que necesitan respaldo y eso las hace costosas en sus inversiones, y que luego se deben trasladar a los precios que pagan los ciudadanos. Sin respaldo, no garantizan la seguridad de un abastecimiento continuo y a costos competitivos en un planeta cada vez más sediento de energía.
Por lo tanto, puedo afirmar que el planeta Tierra seguirá demandando masivamente hidrocarburos, principalmente gas natural, por varias décadas más. Si el objetivo es descarbonizar rápidamente, lo que propongo es acelerar e impulsar con mayor ímpetu el uso de gas natural y no oponernos a su producción, desarrollo de infraestructura y comercialización. Lo contrario es dispararnos en los pies, porque sin gas natural no hay descarbonización. El gas natural es la transición energética.
En el segmento de generación de energía eléctrica se debe reemplazar lo más rápidamente posible al más contaminante carbón, con el menos contaminante, abundante y muy competitivo gas natural. Todos los países deberían apostar por este derrotero; sin embargo, China y otros países en Asia y Europa siguen apostando y aumentando su consumo.
De la misma manera, si realmente queremos descarbonizar en el segmento del transporte, podemos desplazar el uso masivo de diésel, fuel oil y gasolina en barcos, camiones y otros vehículos, empleando gas natural licuado (GNL) a gran y pequeña escala. Pero si seguimos enturbiando el ambiente solo impulsando hidrógeno, amoníaco y otros combustibles que aún tienen costos muy elevados, estaremos perdiendo tiempo en reducir emisiones.
En América del Sur hay un nuevo paradigma en el esquema de abastecimiento competitivo de gas natural. Este gas está presente por ahora en Perú, Argentina y Venezuela. Lamentablemente, el régimen dictatorial venezolano no permite una inversión privada transparente que permita que sus enormes reservas y recursos de gas natural se exploren y lleguen al mercado. El país enfrenta una crisis de desabastecimiento energético muy profunda. Con esas inmensas cantidades de gas natural, Venezuela debería tener su mercado interno completamente desarrollado y abastecido, y estar exportando GNL competitivo a Colombia y Trinidad y Tobago. Nos preguntamos por qué estas instituciones de cooperación internacional no promueven, provocan o financian estas actividades. Es cierto que es difícil operar en Venezuela, pero algo se puede avanzar hasta que el régimen cambie.
Las reservas, recursos y potencial de gas natural en Perú (Camisea y norte del país) ofrecen un suministro de gas natural competitivo a largo plazo para avanzar con la descarbonización del país. ¿Por qué no apoyar la estructuración y financiación de gasoductos en el sur y norte del país, y fomentar la infraestructura de exportación hacia Ecuador? Esto permitiría reemplazar una gran cantidad de derivados del petróleo como diésel, fuel oil y GLP por gas natural más abundante, limpio y competitivo.
Más al sur, Argentina también tiene abundantes reservas de gas natural en reservorios convencionales, principalmente en Vaca Muerta (asociado al petróleo o libre). Se puede ayudar a llenar gasoductos vacíos y construir nuevos gasoductos necesarios en el Cono Sur para llegar a los mercados regionales, reemplazando carbón, diésel, gasolina y GLP. ¿No estaríamos descarbonizando de manera efectiva?
¿Por qué no apoyar financiar estaciones de GNL para camiones de alto tonelaje en Perú, Chile y Argentina, dejando atrás el diésel y el fuel oil? ¿No es esta una forma eficiente y rápida de descarbonizar? El gas natural de Vaca Muerta podría cruzar la cordillera utilizando los gasoductos existentes y futuros, y permitir avanzar en un corredor de camiones de GNL a largo plazo.
Realmente cuesta entender los motivos detrás de las decisiones que toman el BID, el Banco Mundial, los organismos de colaboración europeos y hasta la misma CAF en relación con la energía del siglo XXI.
Álvaro Ríos Roca, ex Ministro de Hidrocarburos de Bolivia, es socio-director de Gas Energy América Latina.