El profesor Matoto, un anciano académico
con gafas gruesas y un aire perpetuamente distraído, es recibido por su
exalumno, ahora el presidente de la República de Batatais.
Profesor Matoto: ¡Presidente Jabulini, mi recordado estudiante y aprendiz! O bueno, no tan joven ahora... ¡y mucho menos aprendiz! ¿Cómo estás?
Presidente Jabulini: ¡Profesor! Qué bueno verlo. Desde que dejé la universidad he tenido que aprender sobre economía de la manera difícil... ¡Gobernando un país! Extraño muchos sus enseñanzas y consejos.
Profesor Matoto: Veo, veo... pero dime, ¿todavía recuerdas algo de nuestras clases de macroeconomía? Por ejemplo, ¿qué puedes decirme sobre la inflación en tu país?
Presidente Jabulini: Déjeme decirle, querido profesor, que a pesar de un contexto internacional muy difícil, tenemos una de las tasas de inflación más bajas del continente. Estoy bastante orgulloso de ello.
Profesor Matoto: Ah, la inflación baja, ¿eh? Eso suena impresionante... a menos que estemos hablando de inflación reprimida, claro.
Presidente Jabulini: ¿Inflación reprimida? No, no, es inflación baja gracias a nuestras políticas económicas.
Profesor Matoto: Sí, claro, esas políticas de subsidios a los hidrocarburos que son tan populares. Nada mantiene la inflación baja como regalar gasolina... hasta que se te acaba el dinero para los subvenciones (le guiña un ojo con complicidad).
Presidente Jabulini: Bueno, eh... estamos trabajando en eso. Es solo una medida temporal hasta que...
Profesor Matoto: (Interrumpiéndole). Hasta que la economía mágicamente se equilibre sola, ¿verdad?
Presidente Jabulini: (Ríe nerviosamente). Bueno, profesor, cuando lo pones así, suena un poco imprudente. Pero lo estamos logrando.
Profesor Matoto: Oh, solo un poco, ¿no? (Ríe). Mira, presidente Jabulini, reprimir la inflación con subsidios es como tapar un agujero en un bote con chicle. Funciona por un rato, pero eventualmente el agua volverá.
Presidente Jabulini: Entonces, ¿qué sugiere, maestro?
Profesor Matoto: Sugeriría algo revolucionario... como seguir principios económicos básicos (sonríe ampliamente). Pero tranquilo, siempre estoy aquí para ayudarte a repasar esos principios... o para recordarte que no se pueden evadir las lecciones de macroeconomía, ni siquiera en la presidencia. No puedes, eternamente, gastar más de lo que tienes. No puedes tener subsidios a los hidrocarburos, un tipo de cambio fijo e inflación baja eternamente. Recuerda tus clases de macroeconomía abierta. En algún momento deberás abrir mano de uno de ellas. En la coyuntura actual, es una trilogía imposible de cumplir simultáneamente.
Presidente Jabulini: ¡Pero no todo es malo, profesor! Nuestro crecimiento económico fue del 3,1% el año pasado, a pesar de la crisis económica mundial. Incluso superamos las expectativas del Banco Mundial y otras... fuerzas del imperio. ¡Ellos predijeron solo un 2,4%!
Profesor Matoto: Ah, Jabulini, siempre encontrando el lado positivo. Superaron una predicción de crecimiento más baja... Eso es como creerse el mejor jugador de un partido de fútbol en que los demás se olvidaron de cómo correr.
Presidente Jabulini: Pero es un buen número, ¿no?
Profesor Matoto: Bueno, si consideramos que es apenas ligeramente superior a la tasa de crecimiento poblacional del país, que es del 2,5%, no estoy seguro de llamarlo “bueno”.
Si miramos un poco más atrás, verás que el crecimiento viene cayendo desde 2014. No confundamos hinchazón de consumo con crecimiento productivo y diversificado. El crecimiento de calidad es como un buen vino, mejora con el tiempo y la cuidadosa gestión, no simplemente agregando más uvas al barril.
Presidente Jabulini: Entiendo... pero estamos trabajando en ello.
Profesor Matoto: Trabajar en ello es bueno, presidente, pero recuerda, inflar un globo rápidamente solo lo hace más propenso a explotar. Lo que necesitas es construir algo sólido, diversificado. No solo más grande, sino mejor.
Presidente Jabulini: Y no solo la inflación y el crecimiento, profesor. Mire nuestra tasa de desocupación, ¡3,9 por ciento! También es una de las más bajas de la región.
Profesor Matoto: (Mirándolo con una sonrisa irónica). Oh, Jabulini, ¿3,9 por ciento? Eso suena casi demasiado bueno para ser verdad. Dime, ¿ese número incluye a todos esos vendedores ambulantes y trabajadores informales que vi en las calles al venir a tu palacio?
Presidente Jabulini: Bueno, sí, pero trabajan, ¿no es eso lo importante?
Profesor Matoto: Claro, claro, trabajan... si consideramos estrategias de sobrevivencia como empleos decentes. ¿Sabías que contar a alguien que vende globos en la esquina como “empleo” es como decir que un bote inflable es un yate de lujo?
Presidente Jabulini: (Algo desconcertado). Bueno, es trabajo...
Profesor Matoto: (Levantando las manos en un gesto exagerado). ¡Por supuesto! Y yo soy un astronauta los fines de semana. Jabulini, tener a un 80% de tu fuerza laboral en la economía informal no es un signo de empleo saludable, es un S.O.S. económico. Es como ponerle un sombrero elegante a un mono y llamarlo embajador.
Presidente Jabulini: (Risa incómoda). Usted siempre tan gráfico, profesor.
Profesor Matoto: (Sonriendo). Lo visual ayuda a recordar, especialmente cuando las cifras son tan... creativas. Recordemos, un trabajo decente es más que simplemente estar ocupado; es tener seguridad, estabilidad y un salario digno. Tal vez deberíamos apuntar a eso antes de celebrar esos números.
Presidente Jabulini: Y además le cuento que, después de un ataque especulativo, los dólares están volviendo a la economía. De hecho, el Banco Central ha conseguido recientemente 58 millones de dólares.
Profesor Matoto: ¡Oh, 58 millones! ¿Y qué vamos a hacer con eso, presidente? ¿Comprar algunos barriles de diésel? Jabulini, recuerda que en 2014 las reservas internacionales llegaban a 15.000 millones de dólares. Ahora estamos hablando de poco más de 1.700 millones. Eso no es un charco; es una gota en el desierto.
Presidente Jabulini: Bueno, es un comienzo, ¿no cree?
Profesor Matoto: (Riendo). Un comienzo sería si estuviéramos hablando de una carrera de caracoles. Escucha, solo para importaciones necesitas cerca de 1.000 millones de dólares por mes. Así que esos 58 millones... bueno, no alcanzan ni para el aperitivo.
Presidente Jabulini: Entiendo su punto, pero lo que vamos a hacer es un control de capitales en la economía para recuperar los dólares. Los exportadores no quieren traer las divisas al país y los hogares andan especulando, guardando sus washingtones en el colchón.
Profesor Matoto: ¡Ah, control de capitales! ¿Y qué más? ¿Vas a prohibir que la gente respire economía también? Parece que has olvidado las lecciones básicas de introducción a la economía internacional. Controlar el capital es como tratar de cazar mariposas con una red de fútbol. Mucha acción, poco resultado.
Presidente Jabulini: Pero necesitamos hacer algo para estabilizar la economía.
Profesor Matoto: Claro, hacer algo es importante, pero hacer lo correcto es crucial. Esas medidas son como ponerle una curita a una fractura. No solucionan el problema, solo esconden el dolor un rato. Aumentará la escasez de dólares, te lo aseguro. Recuerda, las políticas económicas no son solo para hoy, son para asegurar un mañana. ¿No se te ocurrió algo muy básico? ¿Cómo reducir el elevado déficit público? Eso sería más efectivo que perseguir dólares.
Presidente Jabulini: ¡Además le cuento lo malo que fue el Gobierno anterior del MAS! Solo invirtieron en seis proyectos de exploración en el sector de hidrocarburos. ¡Era un desastre! De este sector venia todo el excedente para que funcione mi modelo económico.
Profesor Matoto: ¿Estás hablando de un gobierno en una dimensión paralela? Porque, si recuerdo correctamente, tú eras el ministro de Economía y Finanzas en ese entonces. El jefe del gabinete económico, ¿no es así?
Presidente Jabulini: Bueno, sí, pero las circunstancias...
Profesor Matoto: ¡Ah, las circunstancias! Esas traviesas criaturas que siempre parecen jugar al escondite cuando necesitamos responsabilidades claras. Dime, ¿cómo es que ahora, el presidente Jabulini critica tan fervientemente al ministro Jabulini? ¿Acaso tienen reuniones en el túnel del tiempo y no se ponen de acuerdo?
Presidente Jabulini: Eso suena un poco absurdo, ¿no cree?
Profesor Matoto: Absurdo es una palabra gentil para ello. Es como si el capitán de un barco criticara el rumbo mientras él mismo está al timón. ¿Esperabas que los proyectos se autofinanciaran o que los hidrocarburos se exploraran con la mirada? ¿Tú no manejabas la chequera del Estado?
Presidente Jabulini: Supongo que tengo que admitir que parte de la responsabilidad fue mía también.
Profesor Matoto: ¡Eureka! Admitir es el primer paso. El segundo es no culpar a las sombras del pasado, especialmente cuando una de esas sombras... eres tú mismo.
Presidente Jabulini: Bueno, es difícil mirar hacia atrás y ver los errores.
Profesor Matoto: Por supuesto, pero recuerda, el espejo retrovisor no está ahí para que te peines el cabello, sino para que aprendas del camino recorrido. Y ahora que eres presidente, tienes el volante y el espejo. Hagamos que el uso de ambos valga la pena.
(Fin del primer acto).