Nuevo gobierno para purgar el Estado

Purgar el Estado es una muy buena idea de Douglas Romay Lanza a la que me adhiero completamente. Purgar significa limpiar el gobierno y el resto de las instituciones estatales, es la separación en el cargo de aquellos funcionarios públicos que incumplieron con sus obligaciones, se dedicaron a la corrupción y generaron este derroche de los bienes de la nación en beneficio propio o de los grupos corporativos en el gobierno.

Purgar es un necesario proceso de limpieza del Estado, es decir, de lograr la eficiencia de la administración estatal a partir del cumplimiento ajustado de los estándares de funcionamiento en base a la eficacia y la eficiencia.

Se sabe que la palabra tuvo una connotación negativa en otros países, relacionada a la persecución y violación de derechos humanos de los opositores de los regímenes totalitarios, es decir de disidentes. Ese no es el caso a aplicarse en nuestro país.

La purga debe respetar los derechos humanos y la divergencia ideológica, de lo que se trata es de eliminar la corrupción estatal y todas aquellas ilegalidades cometidas por los funcionarios públicos del gobierno del MAS y del transitorio.

Ninguna de las fuerzas políticas opositoras, ni los candidatos conocidos hasta el presente tienen experiencia en purgar alguna institución y tampoco están proponiendo hacerlo con meridiana claridad. No se trata de ajustes empresariales, no se trata de experiencia acumulada en anteriores gobiernos, nada de eso. Se trata de enfrentar a los componentes del Estadonarco, a los que defraudaron el fondo indígena y siguen impunes, a los que dilapidaron el excedente generado por el gas, las reservas internaciones, los juicios perdidos en instancias internacionales.

Considero que una candidatura renovadora, sin cola de paja y con las manos limpias debería reivindicar esta purga, sin por ello, reitero, vulnerar derechos humanos, debido a que las normas de defensa del Estado en vigencia brindan el marco legal para hacerlo, lo que falta es voluntad política y un equipo experto en metodología interdisciplinaria, que garantice su realización y honradez.

Durante este periodo de gobierno del MAS, que ya son 19 años, tenemos incrustada en la cima del gobierno y del Estado a una nueva élite del vivir bien. A un principio entraron al gobierno luciendo una ideología política de izquierda y de indigenismo, que se fue diluyendo, amalgamado en una narrativa proevista y masista. Esta nueva élite, que se aferra con uñas y dientes al poder en gobierno actual, ha medrado del Estado, se ha corrompido dentro de él, y ha vulnerado el marco normativo que debería dar bienestar al conjunto de la población. En dirección contraria, crearon unas alianzas corporativas entre los funcionarios públicos y los cooperativistas mineros, cocaleros, las organizaciones del pacto de unidad, contrabandistas, el agronegocio y una serie de nuevos y viejos empresarios que dejaron de producir, dejaron de invertir, de crear y producir riqueza para dedicarse a hacer buenos negocios a la sombra del Estado.

Los primeros en violar la Constitución Política del Estado han sido los masistas, en dos líneas de acción: Una primera con su mayoría de 2/3 en el parlamento mediante la aprobación de diversas leyes contrarias al pacto constitucional establecido el 7 de febrero de 2009 cuando el 61,43% de los bolivianos aceptaron el nuevo texto. La segunda línea de acción fue el permanente incumplimiento de sus obligaciones guarecidos por la protección de un Ministerio Público destinado a encumbrar la impunidad como moneda de cambio dominante dentro de la maltrecha justicia boliviana.

Sí, ¡hay que purgar al Estado!