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Librepensamiento | 21/10/2025

Los verdaderamente derrotados en las elecciones

Pedro Portugal
Pedro Portugal

La segunda vuelta de las elecciones nacionales en Bolivia culminó con el triunfo de la dupla Rodrigo Paz – Edman Lara. Por supuesto, los perdedores fueron sus contrincantes Tuto Quiroga– J. P. Velasco. Sin embargo, ¿fueron ellos los únicos o los verdaderos derrotados?

Indudablemente, las miradas acusadoras recaen sobre el jefe de campaña de los vencidos. Tal vez por eso Luis Vásquez Villamor, jefe de campaña de la Alianza Libre, apareció en las pantallas de televisión la noche del 19 de octubre compungido y casi lloroso. Sin embargo, los jefes de campaña no suelen ser quienes diseñan las estrategias –ni siquiera bosquejan las tácticas– de una operación electoral. Más bien, suelen fungir como un filtro entre quienes buscan acercarse a los mandamases políticos para ofrecer su militancia o demandar favores, en caso de victoria. De ahí la complexión altanera y las poses de perdonavidas de la mayoría de estos “jefes de campaña”.

En realidad, existe en nuestro país un nivel de responsabilidad más alto en las campañas políticas, reservado a los asesores. Los asesores son una necesidad universal en cualquier campo; sin embargo, solo en Bolivia alcanzan un nivel de poder y de influencia que sobrepasa al de sus propios empleadores. Esta situación explica muchas de las debacles políticas: las estrategias y tácticas sugeridas no pasan por el tamiz de una inteligencia local capaz de discernir qué es o no aplicable, convirtiendo lo que deberían ser simples sugerencias en mandatos incuestionables.

Los asesores así caracterizados suelen ser extranjeros –nuestra mentalidad colonizada así lo exige– y, sobre todo, caros. En la primera vuelta de estas elecciones fue noticia que el asesor del candidato Andrónico Rodríguez, quien había hecho carrera política balbuceando la “descolonización” y condenando los “cinco siglos de dominación española”, fuese el español Antoni Gutiérrez-Rubí, con un contrato de unos 300.000 dólares. El español abandonó pronto la campaña de Andrónico para cumplir funciones, quizás mejor remuneradas, con el candidato Sergio Fajardo, en Colombia.

El asesor de Tuto Quiroga fue el ecuatoriano Jaime Durán Barba. Para Tuto no fue óbice contratarlo, pese a que Durán Barba fue, en 1982, asesor del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, cuando este postuló como diputado suplente del Partido Liberal Colombiano, ni pese a las denuncias de campañas sucias, manipulación de encuestas y desvío de fondos públicos que lo rodearon durante su trabajo como principal asesor del expresidente argentino Mauricio Macri.

Nuestros políticos, al parecer, padecen de hibristofilia. En lo que a Bolivia respecta, Durán Barba demostró ignorar o no dar importancia a lo indígena y popular, a su simbología y comportamiento cultural, factores que fueron los que definieron el voto en estas elecciones: su estrategia fue “cruceñocentrista” con los alcances y limites que esto implica.

Y cuando los asesores no son personajes, lo son las ONG o instituciones internacionales que intoxican a sus asesorados con doctrinas diametralmente opuestas: horror a la “polarización” y a la “guerra sucia”. Parecen vehiculizar una idea vigente en Europa sobre el Tercer Mundo y sus habitantes: salvajes de la jungla, tan alejados del jardín europeo, a quienes hay que “civilizar” adoctrinándolos con el buenismo y la tolerancia. De otro modo, ese tipo de asesoramiento también conduce al fracaso.

Curiosamente, los triunfadores a veces carecen de ese tipo de asesoría. El MAS ganó su primera elección gracias al talento del peruano Walter Chávez. Ciertamente, y para confirmar esta tesis, ese éxito llevó luego a Chávez a engrosar las filas de los consultores caros y afamados.

Por lo que se sabe, el actual triunfo de Rodrigo Paz–Edman Lara no se debe a ninguna consultoría. Más bien, parece el resultado de una mezcla de pragmatismo, buena fortuna y –quizás– el apoyo tras bambalinas de un líder en decadencia: Evo Morales. La buena fortuna consiste en haber encontrado, casi al final del camino, a un populachero excapitán y a un aymara metódico y organizador.

Si revisamos nuestra historia, todo caudillo criollo triunfó en la medida en que supo articular esos componentes. Sin embargo, el lance terminó siempre en desavenencias y traiciones. ¿Romperá Rodrigo esa fatalidad?

Pedro Portugal es historiador, especialista en temas de indígenas.



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