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Columna de columnas | 28/08/2023

Los Libertarios

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

Jorge Patiño Sarcinelli (JPS) en su columna “El capitalismo libertario llega al país” (Brújula Digital, 24/8/2023), se detiene en el pensamiento de Antonio Saravia y Jaime Dunn, “ambos defensores a rajatabla de la libertad, el valor que ponen por encima de los demás”. Y, continuando su andadura reflexiva, se detiene en un dilema crucial: “Cuando hay valores en oposición, que es la más de las veces, hay que optar por sacrificios de uno en beneficio de otro. La opción de Saravia de sacrificar la solidaridad por la libertad es el extremo libertario. La opción de sacrificar la libertad por la solidaridad es el extremo comunista”.

Para continuar el hilo de la reflexión de JPS caminaré sobre la espalda de dos grandes pensadores: el filósofo liberal Isaiah Berlin y su renombrada obra Cuatro ensayos sobre la libertad, y el filósofo humanista André Comte-Sponville y su lúcido libro El capitalismo, ¿es moral?

¿Un valor por encima de los demás? Berlin reconoce como una característica permanente de la condición humana la tendencia de sacrificar unos valores últimos a otros. La consecuencia de caer en esta tentación: desde la izquierda, darlo todo por la igualdad, acabó históricamente en un totalitarismo asfixiante que terminó tanto con la libertad como con la igualdad (el síndrome de las cruzadas, “es en nombre del Bien como, casi siempre, se permite lo peor”), y desde la derecha, darlo todo a la libertad, convierte las pequeñas desigualdades en fracturas abismales, trayendo una lucha encarnizada entre esos desiguales.

¿Cuán compleja es la realidad? Para Comte-Sponville la realidad se descompone en múltiples órdenes, donde cada uno tiene su coherencia y su imperativo. Está el orden de la economía regido por el beneficio; el científico, por la verdad; el tecnológico, por la eficacia; el político, por el bien común; el moral, por la virtud y la excelencia; y el amor, por la plenitud. Y plantea como un acto ridículo confundir esos órdenes, o si se quiere, poner a un orden bajo el imperativo de otro. La economía bajo el imperativo de la política y esta bajo el imperativo de aquélla. La resultante: el desastre, porque ese orden se sale de quicio –“monistas” les llama Berlin a quienes no ven más que una cosa, a los fanáticos poseídos por un solo valor, que, de esta manera, acaban por comprimir y unidimensionalizar a los seres humanos–.

La realidad necesita tanto de la libertad como de la igualdad, la justicia, el progreso, la riqueza, la solidaridad, la fraternidad… y que cada orden obedezca su propio imperativo sin interferencias de otros. Y que el gobierno se ejerza como un arte que conjuga, negocia y equilibra entre valores diferentes y órdenes ajenos, sabiendo que la armonía absoluta es imposible en la tierra y que la tentación de real-izarla, acaba por convertirla en su contraria, la opresión deshumanizante.  

César Rojas es comunicador social y sociólogo.



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