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01/04/2021

Las universidades públicas y el copy paste frente a la pandemia

Bolivia tiene una amplia oferta académica que se traduce en el funcionamiento de las universidades públicas y privadas, además de entidades con régimen especial. En teoría las universidades del Estado están convocados a desempeñar un rol fundamental en los campos de la economía, la ciencia, la medicina, la agropecuaria, la zoología, en las artes, en fin, en todo aquello que tenga que ver con el desarrollo integral de todo un país.

Las universidades públicas de Bolivia: San Simón (Cochabamba). San Andrés (La Paz), San Francisco Xavier (Chuquisaca), Siglo XX (Potosí), Tomas Frías (Oruro), El Alto (La Paz), Gabriel René Moreno (Santa Cruz(, José Ballivián (Beni), Amazónica (Pando), Misael Saracho (Tarija), han tenido una oportunidad de oro para demostrar y hacer ver el país que están por alguna razón complementaria importante, no solo la de formar a los futuros profesionales o enfrascarse cada cierto tiempo en interminables elecciones para Rectorado, Vicerrectorado, Decanaturas, centros internos, consejos universitarios, etc., o gritar en las marchas “presupuesto para la U”.

Esa oportunidad ya dura un año y un poco más, pero significó lo contrario para todos estos centros universitarios: agudizaron sus crisis económicas, internas, de gestión, de credibilidad, sin incidir en un campo sensible y necesario para el Estado Plurinacional y sus habitantes: la salud.

Esa oportunidad que la universidad boliviana no supo encarar se llama la pandemia del covid-19, a diferencia de otras universidades de Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, España, Alemania, Chile, países en los que la academia aportó con programas de investigación e incidencia en políticas sobre el rumbo y las ramificaciones de esta pandemia cambiante y cada vez más disparada y letal.

Ninguna universidad estatal de Bolivia aportó con estudios serios, proyectos de investigación, trabajos científicos sobre lo que significa para el país la presencia, el crecimiento, la expansión y el peligro de la pandemia del covid-19. La segunda universidad más grande, en número de estudiantes y de presupuesto, la Gabriel René Moreno, se dedicó a presentar a un supuesto científico del exterior, que venía con la fórmula mágica para hacer frente a la pandemia, como es la aplicación del dióxido de sodio, cuestionado y prohibido no solo por la Organización Mundial de la Salud, científicos notables, sino también por la misma Facultad de Ciencias de la Salud de la universidad cruceña, que lleva el nombre del Príncipe de las Letras y el más grande historiador de Bolivia, como lo fue don Gabriel René Moreno, quien le dedicaba horas y horas en su biblioteca a la investigación sobre el devenir de los hechos históricos de Bolivia y de América.

De igual modo, la universidad minera de Siglo XX, fue un paladín para impulsar la ley del Dióxido de Sodio, como si fuera ese su gran aporte científico y médico a estos momentos cruciales de la humanidad.

Un aporte que no les hubiera demandado muchos esfuerzos intelectuales ni económicos, era despejar algunas incógnitas del número de muertos e infectados por regiones, y porqué en uno es alta y en otras baja, como Santa Cruz con la mayor cantidad de casos y Tarija en menor escala. O los famosos estudios de casos, que las carreras de Medicina.

La Escuela Militar de Ingeniería, como gran cosa, anunció que ponía a disposición “varios diseños de productos, cuando estaba escaseando el alcohol en gel, se presentó a la sociedad, la dosificación y los pasos a seguir para la fabricación casera pero efectiva de dicho producto y otras alternativas, ello freno de alguna forma, el agio y la especulación”, precisa en su portal el rector de este centro académico, Cnl. Iván Omonte Sejas.

Cuán importante hubiera sido que las autoridades máximas de las universidades públicas hubieran impulsado los proyectos de investigación en salud a raíz de la presencia de la pandemia de este virus, y luego presentarlo al gobierno de turno para impulsar acciones de prevención,  información, tratamiento e incluso fabricación de insumos o  medicamentos para combatir al virus, así como lo hicieron otras  universidades internacionales.

Sin duda, que el sistema universitario público se aplazó en esta pandemia, por cuanto su trabajo consistió en un copy y paste de recetas, recomendaciones o de estudios de otros centros universitarios. La academia está para mas y debe dar más, porque concentra recursos humanos capacitados e innovadores, quienes hubieran demostrado sus talentos de científicos frente a la pandemia del covid-19, hito médico de enorme trascendencia e implicancia para el futuro de la humanidad.

Si bien, la pandemia los hizo correr a los rectores y docentes, están a tiempo para encarar planes y acciones de aquí para adelante, por cuanto, el rol que no han podido desempeñar, podrán ir diseñándolo de frente a los retos que nos impondrá el posconfinamiento pandémico. Así como lo especifica el director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, Francesc Pedró: “Tenemos que darnos cuenta de que buena parte de las soluciones en el ámbito de la investigación, para esta pandemia y para otras que puedan venir en el futuro, probablemente esté en los laboratorios de las universidades y probablemente las claves de la recuperación económica estén también en buena medida en la capacidad de nuestras universidades, de generar ese talento humano que en el fondo se traduce también en emprendeduría, en innovaciones que luego producen riquezas”.

Hernán Cabrera M. es Licenciado en Filosofía y Periodista 



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