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29/11/2020
Vuelta

Las trampas de la posverdad y las oportunidades de Arce

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

No sé cuántos van, pero ya son varios los detenidos del MAS, las FARC, algunos sospechosos por narcotráfico y otros por presunta corrupción, que han dejado las cárceles mucho más rápido de lo que seguramente correspondía en justicia.

Se cumplió al pie de la letra un anuncio polémico de Evo Morales, que hace un par de semanas dijo que todos los detenidos iban a salir, incluido claro Faustino Yucra, quien recibió una llamada telefónica suya desde Mexico con la orden de cercar las ciudades y no permitir que ingresen alimentos.

Y ahora todos o, bueno, casi todos dicen que les ofrecieron el oro y el moro por inculpar a Morales en algún hecho ilegal. En unos cuantos días, la historia cambió. Posverdad dicen los que saben de estas cosas, pero más parece una muy bien estudiada mentira.

El cuento es largo. Comenzó con la teoría de un golpe de Estado inexistente, siguió con un exilio sin persecución y asi sucesivamente, para que dentro el país, pero sobre todo fuera, se creyera que el orden constitucional habia sido vulnerado por una asonada dizque cívico militar.

Con esa historia por detrás es normal que los villanos se vuelvan héroes y que aparezcan mártires donde no los hay. Y que, de paso, varias de las victimas de esos dias de noviembre del año pasado ahora sean intimidadas en los escenarios creados supuestamente para esclarecer, de manera eqilibrada, lo que pasó. Si hasta los PumaKataris parece que se quemaron solos.

Hay muchos temas por aclarar es cierto. Hay gente que perdió la vida, otros que cayeron heridos, responsables de uno y otro lado a los que habrá que identificar en el momento oportuno y darles la oportunidad de defenderse.

El MAS ganó. De eso no hay duda y tendrá que gobernar durante los próximos cinco años. El problema es cuando no se superan los viejos vicios, como el sometimiento de la justicia o los atropellos, esas cosas que fueron las que acumularon el descontento que hizo crisis el 21F y en noviembre. Así, el malestar continúa y la reconciliación queda solo en el discurso.

Arce debe demostrar que no es Morales, que respeta la independencia de la justicia, que no avala abusos, que sus decisiones no están condicionadas a la presión de nadie y mucho menos a la de un expresidente que ya hizo y deshizo durante 13 años.

La reconciliación debe partir de la verdad. Es ofensivo hablar de golpe para quienes fueron militantes de la gesta democrática que hizo posible que el propio Arce obtuviera una muy holgada victoria en las pasadas elecciones.

Tampoco es correcto atribuir todos los males económicos al antecesor de 12 meses, cuando uno tuvo esa responsabilidad a lo largo de los 14 años anteriores, un período de abundancia sin precedente histórico.

No es justo dejar sin efecto procesos solo porque a alguien se le ocurrió que a los amigos no se los toca. Si las cosas se hicieran debidamente y conforme a lo que establecen las leyes, de todas maneras quizás muchos de estos personajes hubieran obtenido su libertad y otros no. Y la gente hubiera quedado tranquila.

Pero si unos fueron “golpistas” malos y los otros “héroes”, entonces no hay posibilidad alguna de alcanzar la paz y dejar en el pasado ese ambiente de crispación social que no cesa.

Si se insiste en profundizar las brechas, en hablar de nativos y no nativos, de seguir creyendo que este es un país con propietarios simplemente porque llegaron antes y tienen el color de la piel diferente, entonces no habrá chance para transformar la diversidad en un potencial de transformación armónica.

El presidente está a tiempo de darle contenido y forma distintos a su gestión. Haría bien en aprovechar sus largas jornadas de trabajo palaciego para instalar de una vez la narrativa de los unos y los otros, la de todos, y gobernar en consencuencia. ¿O es mucho pedir?

Hernán Terrazas es periodista.



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