Pongamos los puntos
sobre las íes para evitar los subterfugios y caer en las sombras de ciertos
ensayos de la ceguera.
José Luis Exeni (JLE) en su reciente columna, “Derecha: más rancia que nueva” (La Razón, 136/2023), arremete contra las derechas a gusto y placer. Se siente como un niño en su bañera. Estas son las aguas que remueve y chapotea: “Les gustaría convertirse en ´nueva derecha`. Pero no saben cómo. Ni con quién. Tienen algunas ideas disfrazadas de ´propuesta liberal`. Y quieren llegar al Gobierno” (…). Es políticamente incorrecta. Y apela a las emociones esperando ser ´lo menos populista posible´ (…). Es el problema de vivir en un país que no conocen y, desde siempre, desprecian”. Y agrega para mal de ojos de la derecha: “La nueva derecha boliviana, si acaso, nacerá vencida y añejísima”.
JLE se cree eso de que la izquierda, por llevar este rótulo, lo tiene todo ganado y sus gobiernos resultan siendo inmaculados. Y a contraria, la derecha, por estar debajo de ese rótulo (supuestamente) luciferiano, es el demonio y traerá el infierno dantesco. En otros términos, la ingenuidad de pensar que la palabra “izquierda” porta una sustancia que indefectiblemente se realiza, que, si su significado es bueno, los izquierdistas harán un gobierno bienhechor. Y a contraria, porque la derecha es per se mala, entonces los derechistas forjarán un gobierno maléfico (Esto tampoco debería significar que la oposición democrática al MAS trate de hacer fuego con todo tipo de leña, porque hay leña rancia que sabe y se sabe mala).
Pero, ¿qué nos dice la realidad? Esto es lo fundamental para dirimir y evaluar, no las palabras, que pueden fungir más bien como un velo de la realidad. Pero sobre la realidad gubernamental no se manifiesta, ni se manifestará JLE.
¿Qué vemos en nuestra realidad nacional?
El MAS es un régimen utópico, hace posible lo imposible y lo nunca visto; sólo que viene realizando una utopía invertida, o sea, hace posible… no lo mejor ni lo prometido, sino lo peor, sobreviniendo a paso seguido, todavía algo mucho peor. Nunca visto ni soñado. Así suman y siguen. Para esto basta estar al tanto de las noticias de estas últimas semanas. Las malas aguas ya no discurren por debajo de las alcantarillas gubernamentales, toda esa inmundicia ahora salió a la superficie.
El MAS entró de cabeza en la tragedia política de negarse a sí mismo, de traicionar su inspiración original y de corromperse a medida que se afirma y avanza. Por tanto, toda oposición que sea una alternativa frente a este estado de cosas, no es repudiable, sino encomiable. Representa una posibilidad de regeneración, tanto moral como política, y una probabilidad de reconstrucción nacional, porque el MAS evolucionó por el peor lado.
No podemos cegarnos ante la realidad y refugiarnos en veleidades lingüísticas, cuando la vileza está a la vista. Hay que vencer en nosotros y los otros el temor de no querer ver la realidad y la tentación de aislarse en los cortinajes del poder (donde todos sólo se ven a sí mismos prescindiendo de la platea y el coro). ¿Y todo para qué? ¡Para conjurar seguir viendo la increíble y triste historia de la cándida Bolivia y de sus padres desalmados!
César Rojas Ríos es comunicador social y sociólogo.