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31/12/2023
La curva recta

La reelección y el Tribunal Constitucional

Agustín Echalar
Agustín Echalar

Al momento de escribir esta columna no se han publicado los alcances oficiales de la sentencia que señala que la reelección indefinida no es un “derecho humano” y que la elección está limitada a dos veces. En otras palabras, un ciudadano no puede ser elegido, ergo no puede gobernar un país, por más de dos períodos. La noticia es buena porque nos pone en el camino de la esperanza de recuperar democracia y cordura, y por ende justicia.

De confirmarse esta información, como todos los jueces son masistas, no podemos tampoco confiar en quienes han hecho este último dictamen y podemos sospechar que tienen fines espurios. La figura es bastante obvia, estos personajes, ahora útiles y serviles al poder de turno, están queriendo cerrarle el paso a Evo Morales, el enemigo más ponzoñoso del presidente Luis Arce. Pero en el sistema democrático hasta la inquina puede convertirse en un ingrediente virtuoso. Los defectos expuestos del contrincante pueden hacer que solo compitan para hacerse cargo del país personas que tengan cierta idoneidad. Dicho sea de paso, eso no sucedió plenamente en Bolivia, aunque sí parcialmente.

La puesta en evidencia de la baja calidad humana de Morales, me refiero a sus viles reflejos ante la paternidad, (real o ficticia), posiblemente le hizo perder el referéndum que era parte del paquete inicial para eternizarse en el poder. De ahí en adelante, él y los suyos se vieron envueltos en una vorágine de ilegalidades, de abuso de poder, de tráfico de influencias para revertir su sino, vale decir irse a casa al término legal de su mandato.

Evo Morales violó la Constitución que él mismo había puesto en vigencia y llevó al país a una terrible situación de confrontación, su penúltima canallada en el poder fue orquestar un fraude para evitar una segunda vuelta, que también en esas circunstancias lo llevarían a quedarse sin la presidencia; la última de sus indecencias fue su fuga, ya sea un acto de despreciable cobardía, o peor, uno de perversa manipulación.

Tener a un personaje de esa calaña con la posibilidad de convertirse una vez más en candidato a la presidencia es un insulto para los bolivianos que creen en un sistema democrático.

La angurria de Morales y los suyos ha causado ingentes daños al país, de hecho, inclusive quienes opinen que el de Jeanine Añez fue un pésimo Gobierno, vale aclarar que este tuvo lugar solo por la actitud irresponsable y criminal de Morales. La señora Añez no se había soñado jamás ser presidenta de Bolivia y ciertamente no estaba preparada para ello.

Las maniobras prorroguistas de Morales nos llevaron a tener un Gobierno inexperto y débil en un momento dificilísimo como fue el de la pandemia, una gestión además tabeada por la Asamblea, que había quedado en manos del MAS; esa responsabilidad, la de no poder enfrentar la pandemia con más eficiencia, también es una responsabilidad del Gobierno que violó la Constitución. Al momento de inscribir su candidatura en el año 2019, Morales salió de la legalidad.

El que Morales no pueda ser candidato a la presidencia es un buen pequeño primer paso; más importante es por supuesto lograr la libertad de los presos políticos, Añez, Luis Fernando Camacho y otros tantos deben ser puestos en libertad porque no hicieron ningún golpe de Estado y bajo ningún punto de vista interrumpieron la vida democrática del país, eso lo hizo Morales, el curiosamente ahora enemigo número uno del Gobierno.

Esperemos que en 2024 se den más pasos hacia una recuperación plena de la democracia, y que en 2025, con el MAS fuera del Gobierno, vuelva el Estado de derecho al país. Nos lo merecemos todos, pero más que nadie, los presos políticos.



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