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Amazonía en la mira | 17/11/2022

La producción capitalista de arroz y soya que está transformando el sudeste del Beni

Enrique Ormachea
Enrique Ormachea

La pavimentación de la carretera Santa Cruz -Trinidad- San Javier, concluida hace aproximadamente 15 años, fue sentando las bases para que el sudeste del Beni, una zona donde antes predominaban haciendas ganaderas de muy baja productividad y una agricultura campesina orientada al autoconsumo y al pequeño mercado local, presente hoy cambios económicos y sociales importantes a raíz de la expansión de la producción capitalista mecanizada de arroz y soya a gran escala. Una muestra de ello es el dinamismo que ha adquirido el mercado de tierras, la emergencia de nuevos actores locales y la identificación de una incipiente infraestructura que acompaña ese proceso. A propósito de un nuevo aniversario del departamento del Beni, este artículo da cuenta, de manera resumida, de estos principales cambios.

A partir de la presencia de capitales provenientes de Santa Cruz asentados inicialmente en el municipio de San Andrés de la provincia Marbán, como también por la producción de arroz y soya a cargo de colonias menonitas localizadas en el municipio de San Javier, de la provincia Cercado, la producción capitalista maquinizada de estos dos cultivos se está desarrollando a través de un mercado de tierras muy dinámico. Así, ganaderos, campesinos e indígenas ofrecen sus tierras, ya sea por la vía de la compra o del arriendo o alquiler, a los nuevos empresarios arroceros y soyeros.

Los campesinos benianos que ofertan sus tierras pertenecen a comunidades tradicionales cercanas a la carretera San Pablo-Trinidad-San Javier que se han visto impactados por la competencia de productos agrícolas que antes eran producidos por ellos y que han desincentivado la producción manual. Este escenario y la cercanía de predios dedicados a la producción maquinizada de arroz, los incentiva a vender o alquilar sus tierras. Muchos migran a Trinidad, donde desarrollan diferentes actividades como asalariados o trabajadores independientes. Otros conforman pequeños núcleos poblacionales que, en lo fundamental, viven de ofertar fuerza de trabajo asalariada para los nuevos establecimientos agrícolas y las haciendas ganaderas de la zona.

Asimismo, los dos pueblos indígenas con territorios en la zona donde se ha expandido la producción agrícola capitalista de granos no han podido sustraerse de este proceso. Así, por ejemplo, la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Sirionó alquila sus tierras comunales a empresas agrícolas capitalistas que cultivan arroz, percibiendo rentas por tal hecho. En el caso de la TCO Canichana, la presencia y presión de empresas arroceras es más reciente; sin embargo, sus habitantes están a la espera de ofertas por sus tierras para alquilarlas. En ambos casos, los indígenas demandan apoyo estatal para obtener recursos financieros que les permitan adquirir maquinaria agrícola para producir ellos mismos arroz en gran escala y evitar, así, el alquiler de sus tierras. 

Antes de la expansión de los cultivos maquinizados de arroz y soya, los medianos y grandes ganaderos concentraban la mayor parte de las tierras en esa zona. Además de alquilar o vender parte de sus tierras a los nuevos empresarios agrícolas, una parte de los ganaderos ha comenzado a incursionar en la producción mecanizada de granos manteniendo, en parte, la actividad ganadera. Se trata, entonces, de la emergencia de nuevos empresarios agrícolas benianos.

Otro de los actores emergentes con presencia importante en la zona (sobre todo en el área de San Andrés, provincia Marbán, colindante con Santa Cruz) son los colonizadores nacionales (hoy llamados “campesinos interculturales”), cuyos lugares de procedencia son diversos. Desde aquellos que, asentados en las que fueron zonas de colonización del norte cruceño, están migrando por haber vendido o alquilado sus tierras a medianos y grandes empresarios, hasta los que, manteniendo sus predios en el norte cruceño, acceden a nuevos predios en el Beni vía dotación, alquiler o compra de tierras. Este hecho refleja un proceso de acumulación de tierras que los está convirtiendo, progresivamente, en medianos y grandes propietarios. Hace algunos días atrás, Evo Morales brindaba pistas al respecto al señalar que el vicepresidente del MAS, Gerardo García, supuesto “campesino intercultural” del norte cruceño, además de tener predios en San Julián también los tiene ahora en el Beni, produciendo arroz y soya, expandiendo así sus actividades empresariales1

Asimismo, existen algunas evidencias a partir de recientes investigaciones llevadas a cabo en la provincia Guarayos del departamento de Santa Cruz, en sentido que, una parte de los denominados “campesinos interculturales” tampoco son tales, pues se trata de grupos de personas allegadas al partido de gobierno que viven habitualmente en áreas urbanas, que conforman comunidades ficticias y que acceden a tierras que, posteriormente, son arrendadas o vendidas a medianos y grandes empresarios.

Pero en el sudeste del Beni no solo están presentes colonizadores nacionales, sino también extranjeros, como los menonitas de la colonia Río Negro, que, asentados ilegalmente en tierras fiscales en las cercanías de San Javier, son un actor central en el incremento de la producción de arroz y soya en la región. También abastecen el mercado local de leche y derivados. 

Como se sabe, los campesinos e indígenas pauperizados de esta región siempre fueron fuente de oferta de fuerza de trabajo asalariada temporal para las haciendas ganaderas y las empresas forestales. Hoy, las explotaciones agrícolas de arroz y soya no se caracterizan por una alta demanda de fuerza de trabajo asalariada debido a su importante nivel de maquinización; no obstante, generan trabajo asalariado temporal de muy corta duración y con remuneraciones que corresponden al nivel fijado para el jornal de la región. En este entendido, emergen también nuevos tipos de trabajadores asalariados en el campo.

Si bien la producción capitalista maquinizada de arroz y soya se ha expandido de manera importante en el sudeste del Beni, este proceso no ha estado acompañado con la presencia de una agroindustria en la región. Hoy, toda la producción de arroz y soya del Beni sale para su beneficiado o transformación industrial a Santa Cruz, lo que implica un trasiego de excedentes a este departamento. En este sentido, se está produciendo un fenómeno similar al que ocurre con la producción de ganado de carne en el Beni, que se ha especializado en la cría para su venta en pie en Santa Cruz, donde finalmente es engordado y faenado, tanto para consumo interno, como para la exportación. Es así que una demanda compartida por la diversidad de actores involucrados en la producción agrícola de granos es la concreción en el corto plazo de una agroindustria asentada en el Beni.

Si bien Emapa ha construido recientemente una planta de beneficiado de arroz en San Carlos con una capacidad de 40.000 toneladas métricas, este volumen no logra satisfacer una producción que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), llegaría a 123.000 toneladas métricas en 2021. Asimismo, recién se está concluyendo la construcción de un silo de acopio de arroz ubicado en la comunidad Pata de Águila de la TCO Sirionó, que servirá como centro de acopio tanto para los empresarios que alquilan las tierras de este pueblo indígena, así como para los productores de esta zona.

Si bien existe esta incipiente infraestructura agroindustrial, está aún lejos de acompañar el incremento de la producción de arroz y soya en la región que fluye a la agroindustria asentada en el norte cruceño. En ese contexto, es posible afirmar que en el sudeste del Beni se presenta por ahora una fase primaria del denominado “modelo cruceño de desarrollo agroindustrial”, que es presentado en la región como el modelo a seguir; pero que, como se sabe, combinó desde sus inicios la producción primaria con la presencia de la agroindustria en su territorio.

Estas transformaciones deben ser entendidas como parte de los resultados de la denominada “marcha al norte”, propuesta estatal orientada a promover un nuevo ciclo de expansión de la agroindustria y, por tanto, de la producción agrícola capitalista en la Amazonía boliviana. En este sentido, y tomando en cuenta que estas transformaciones implican el surgimiento de nuevas desigualdades sociales, es necesario promover un debate regional que incorpore las voces de todos los actores implicados en el mismo.

Enrique Ormachea y Walter Arteaga, investigadores del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).



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