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31/01/2024
Columna Abierta

La justificada bronca de César Apaza

Carlos Derpic
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En una entrevista a radio ERBOL, César Apaza hizo conocer su pensamiento y sentimiento respecto a algunas instituciones dizque ocupadas de la defensa y promoción de los derechos humanos, a partir de lo que le tocó vivir durante 478 días de encarcelamiento injusto e ilegal ordenado por el Ejecutivo y cumplido por sus siervos del Judicial y del Ministerio Público. Fue contundente, como no podía ser de otra manera.

Respecto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dijo: “A veces con mucha bronca recuerdo que, al no haber encontrado justicia en mi país, tuve que acudir a la internacional, a la CIDH y al relator actual de este momento quiero decirle que es la peor mierda humana que he conocido”, para añadir que “ellos conocían mi situación de salud y la violación flagrante de los derechos humanos. Han decidido cerrar sin ni siquiera emitir una resolución. Yo no soy hombre de leyes, pero me doy cuenta los pasos que corresponden. Nos subestiman tanto que piensan que uno se va a callar y que tiene que conformarse, pero no. El relator de la CIDH está tan equivocado que prácticamente deja mucho que desear para mi país”.

Y respecto al Defensor del Pueblo manifestó que, pese a que tiene su oficina a unos 100 metros de la cárcel de San Pedro, no estuvo para una audiencia con él, agregando que Callisaya parecía necesitar una reserva de vuelo para ir al penal en el centro paceño. Textualmente dijo: “Señor (Defensor) deje de ser un gasta-gobierno. Agarre sus trastes, agarre sus cositas, deje de ser un gasto de mi país. Váyase a su casa por inoperante porque a mi caso nunca le dio un seguimiento como corresponde. Jamás presentó una acción cuando debería de hacerlo, cuando tenían pleno conocimiento de todo lo que he pasado”.

La CIDH conoce de sobra lo que pasó con César Apaza. En 2023, cuando el anterior relator, Joel Hernández, asistió gustoso a un acto de desagravio a los miembros del Tribunal Supremo Electoral que habilitaron ilegalmente al binomio Morales-García y montaron el fraude de 2019, quienes con él llegaron a La Paz escucharon, de viva voz de la esposa de Apaza, la situación en que se encontraban él y su familia. El actual relator, José Luis Caballero, también sabía de esto. Pero, ni uno ni otro hicieron nada para proteger la vida, salud e integridad física del afectado.

¿Por qué actúa así la CIDH? Porque, lamentablemente, ha sido prostituida por los militantes del “socialismo” del siglo XXI, desde el momento en que empezaron el copamiento de la institución hace ya varios años. Ahora es suficiente que cualquier Gobierno se autoproclame de “izquierda” para que todo lo que haga, incluida la violación de los derechos humanos, goce de un manto de impunidad, que hace supuestamente incuestionables sus actos. No siempre fue así. En la noche oscura de las dictaduras de la seguridad nacional, la CIDH estuvo a la altura de las circunstancias y defendió, como correspondía, a quienes veían violados sus derechos humanos.

¿Y el Defensor? Ya se sabía y ya se dijo que no es defensor del pueblo, sino del MAS, lo que se evidencia no sólo por la manera en que fue designado (ayuda de la oposición parlamentaria mediante, que en 2022 se fue a Santa Cruz a festejar mientras los masistas designaban a su Defensor), sino por toda la actuación que ha desempeñado desde entonces hasta hoy. Pusilánime, dubitativo, incapaz de enfrentar al Estado, cuidando su pega. Dirá que el 11 de mayo de 2023 emitió la Resolución Defensorial DP/SSP/RD/2023/02 que se refiere a César Apaza. Habrá que preguntarle: ¿Se hizo seguimiento al cumplimiento de la resolución? ¿Cuánto de lo recomendado se hizo realidad? ¿Qué hizo para que ello ocurra?

Ojo que la CIDH y la Defensoría del Pueblo no son las únicas instituciones que no hicieron nada o hicieron muy poco por César Apaza. Hay cuando menos dos entidades más que, pudiendo haber actuado, no lo hicieron, miraron para el costado. Pero, eso será motivo de otra columna.

Hoy queremos destacar las afirmaciones de César Apaza que, en sí mismas, son un rotundo mentís a la autoinculpación a que fue obligado. Son afirmaciones que lo único que hacen es reflejar la realidad de dos entes otrora respetables, que hoy están en el fango del compadrerío y la impostura en que también están los gobiernos del “socialismo” del siglo XXI.



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