Las redes sociales son un formidable
instrumento de comunicación entre los seres humanos. Facebook es la más popular
de ellas en Bolivia, a reserva de Instagram que es muy utilizada por los
jóvenes, y también tienen su lugar Twitter (ahora X), YouTube y, ¡cómo no!,
WhatsApp.
Pese al enorme avance que significa contar con estos instrumentos, lamentablemente se convierten muchas veces escenarios en los que afloran frustraciones, enojos, odios y complejos de muchos de sus usuarios, que descargan sus ansiedades y broncas insultando a todo quien no comparte sus puntos de vista, sin ningún respeto por la dignidad de que está investido todo ser humano y en desmedro del derecho a la libre expresión de que goza.
Como en otros ámbitos, la política es una de las actividades preferidas para que los usuarios carguen lanzas en ristre en contra de sus adversarios, a los que en muchos casos consideran, a la antigua usanza, enemigos a los que hay destruir. El fútbol es otra de las actividades que da lugar a esta lamentable situación.
Pero las redes sociales son también lugar para el ingenio de muchos usuarios, como se ve en esta publicación tomada del muro de Facebook de Germán Rivero Talamás:
“–¿Qué tiene esa botella?
–Agua, señor policía.
–¡Esto es vino!
–¡Alabado sea el Seño y sus milagros!”.
En el de Andrés Torrez se encuentra esta disquisición sobre filosofía, metafísica, teología y ciencia:
“–La filosofía es como estar en un cuarto oscuro buscando un gato negro.
–La metafísica es como estar en un cuarto oscuro buscando un gato negro que no está ahí.
–La teología es como estar en un cuarto oscuro buscando un gato negro que no está ahí y además gritar: “¡Lo encontré!” para convencer a los demás.
–La ciencia es encender la luz para ver qué demonios hay en el cuarto”.
Y en el Huáscar Mendívil, esta otra sobre la filosofía:
“–La asignatura de filosofía debe regresar a las aulas y a las mentes de los alumnos. Pensar lógicamente se hace imprescindible y obligatorio. Es un ramo muy importante”.
Esta apreciación pierde de vista que todas las ciencias nacieron de la filosofía y lo hicieron a medida que el conocimiento racional avanzaba dando lugar al establecimiento de espacios acotados de conocimiento que abarcaban el estudio de parcelas de la realidad y no a la totalidad, que quedó para la filosofía.
El nacimiento de las ciencias se remonta a la época griega y fue la geometría la primera rama del saber que se independizó del tronco común, la filosofía. Luego siguieron el mismo camino la teología (que, de lejos, es significa mucho más que el “estudio de Dios” que se desprende de su etimología) y después las ciencias exactas, las naturales y las humanas.
¿Tiene la filosofía algo que decirles al hombre y a la mujer de hoy? ¡Por supuesto! Tiene muchísimo que decirle y, de hecho, les dice. Uno de los libros que ilustra sobre esto (no es el único) es el de Eduardo Infante, profesor de filosofía español, titulado “Filosofía en la calle”, que da cuenta cómo esta tiene que ver con infinidad de temas, como si uno debe contarlo todo a su pareja, si debe obedecer siempre a la autoridad, si es importante que una alguien fisgonee el móvil de su pareja, por qué existe el bullying, si el suicidio puede ser solución a los problemas que aquejan a alguna persona… y centenares de temas más.
De modo que la filosofía no es ningún cuarto oscuro en el que se busca un gato negro. La filosofía es hoy muy importante, como lo fue siempre.
En todo caso, qué bueno es encontrar disquisiciones y afirmaciones como las que se mencionan en esta columna y no tener que sufrir insultos, diatribas, descalificaciones y otras similares que están, lamentablemente, muy presente en las redes sociales. Y también encontrar publicaciones que dan cuenta del genio incomparable que tienen algunas personas.
Carlos Derpic es abogado.