Debo confesar que me divierto con los “trinos” de Evo Morales en Twitter. No soy su “seguidor”, pero no es necesario serlo, porque el nuevo algoritmo de “X” me regala ese placer sin necesidad de contarme entre 1.300.000 seguidores que tiene el cacique del Chapare. Es el boliviano con mayor número de seguidores en esa plataforma virtual, y en ese dato radica mi regodeo, porque todo indica que sus escribidores le juegan una inocentada permanente y él se dispara en el pie con cada nuevo tuit que le publican.
Me explico: cada vez que el “Jefe Indio del Sur” (como lo llamó su compinche Maduro) publica un tuit, le llueve miseria. Es decir, le dan palo hasta debajo del paladar. Ya sé que Morales no escribe sus tuits, porque no le alcanza ni el conocimiento, ni el lenguaje, ni la ortografía para disparar 15 o 20 veces cada día, compulsivamente. Y no importa que tenga a su servicio un grupo de amanuenses que dicen lo que (suponen) él quisiera escribir. Lo que me interesa aquí son las respuestas que se acumulan por centenares, cada vez que se publica algo.
Los estudiantes de comunicación tienen en bandeja un tema para sus tesinas: el análisis de los tuits y de las reacciones. Ni siquiera deben moverse de su casa para estudiar este fenómeno circense. Basta que seleccionen un periodo de tiempo (un día, una semana), para llegar a conclusiones científicamente válidas sobre ese material socio-patológico.
Veamos los aspectos que no deben pasar desapercibidos:
1. Por una parte, están los afanosos escribanos del expresidente, publicando tuits sobre temas de Estado, como si el sujeto siguiera en el poder. Desde saludos protocolares a los dirigentes de Rusia, China, Venezuela o Cuba, hasta la auto-cobertura de asambleas de pre-campaña electoral en el trópico de Cochabamba (a veces se atreve a desplazarse más lejos, a Oruro o El Alto, pero no le ha ido bien, lo han sacado a chicotazos o le han quitado la silla donde debía sentarse.)
2. Luego, tenemos al ejército de las sombras, los mostrencos “guerreros digitales”, pagados por su obsecuencia, sus pocas luces y su cobardía. Estos sicarios armados de celulares escriben para aplaudir al jefazo desde cuentas falsas, con pocos seguidores (ni entre ellos mismos se siguen), con seudónimos ridículos y sin fotografías personales. Es decir, desde el anonimato son muy valientes.
3. También tenemos al grupito reducido de mercenarios internacionalistas, que siguen “queriendo creer” que Evo Morales es “indígena”, pero no conocen Bolivia más que por el forro for export. En su mayoría son argentinos, sin otro oficio que colgarse letreros revolucionarios y esconderse detrás de seudónimos extravagantes y una wiphala.
4. Otro sector bastante amplio le suele dedicar a Evo Morales insultos que ni el algoritmo de Twitter puede filtrar. Lo hacen desde cuentas anónimas, pero también con foto, nombre y apellido, para expresar su impotencia y su rabia, perfectamente entendible si consideramos que un bribón como Evo Morales goza de impunidad cuando debería estar preso por los atropellos cometidos a lo largo de 15 años.
5. Finalmente, los más numerosos (y pensantes) comentan los tuits del cacique del Chapare de manera lapidaria pero con humor. La variedad de frases jocosas es infinita, aludiendo a la pedofilia, al narcotráfico, a su angurria de poder, a sus mentiras o a su ignorancia.
Un buen ejemplo de lo anterior puede encontrarse en el tuit que los amanuenses de Evo Morales lanzaron el 31 de diciembre de 2023, a las 17:47: “A mi querido pueblo boliviano, hermanas y hermanos militantes del MAS-IPSP, a mis familiares, compañeros, hermanos presidentes, expresidentes y líderes de países amigos, mi deseo de que el 2024 sea un año de luchas y victorias; de éxitos en el trabajo y con unión y prosperidad familiar”. A las 24 horas, el primer día de 2024, había 163 respuestas, más del 90% apaleándolo verbalmente.
¿Es masoquista o sus asesores le están tendiendo una trampa? Lo que me sorprende es que los administradores de la cuenta de Evo Morales en Twitter (o X, ahora que es de Elon Musk), no se den cuenta de que más de un millón de seguidores lee no solamente los brulotes del jefazo, sino también (y sobre todo) las respuestas donde lo hacen pomada. No entiendo que siga publicando para que virtualmente lo linchen en masa. Bastaría que leyera las cadenas de réplicas a sus trinos para que se dé cuenta de que sistemáticamente lo pulverizan.
Cada tuit que publica con su foto y firma es un dispositivo de su autoinmolación digital. Quizás él ni siquiera lo sabe. Quizás sus cercanos colaboradores no quieren decirle la verdad. Quizás no quieren aconsejarle que deje de publicar, porque cada vez que publica algo, la gran mayoría de los que responden lo hacen añicos. ¿Está durmiendo con el enemigo el cacique chapareño? ¿Quién se beneficia de su desprestigio?
@AlfonsoGumucio es escritor y cineasta