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12/02/2021

“Innovación” y nuevas prácticas en educación superior

A partir de la cuarentena estricta en nuestro país, muchas instituciones universitarias han comenzado a presumir entre sus comunidades que este era el momento de la innovación educativa ante la imposibilidad de continuar con las tradicionales clases presenciales. El enunciado “innovación educativa” crea expectativa tanto en los estudiantes, en los docentes, como en la sociedad en general; sin embargo, cuando uno mira tales acciones de “innovación educativa”, casi todas ellas se reducen simplemente a la reproducción de lo que muchas universidades en el mundo ya vienen haciendo desde la última década del siglo pasado: incorporar la tecnología en la educación, la mayoría flipped classroom, blended learning u otro similar.

La innovación educativa, en palabras de Fernández Lamarra (2017) “no es un cambio superficial en los modos de hacer las cosas, sino un cambio profundo, que trastoca la particularidad de un aspecto central de la institución universitaria”. Hablar de innovación educativa significa tener la primicia al hacer algo que los demás no hacen, es generar ideas que forme grupos de resistencia.

Si realmente consideramos que tenemos la capacidad de hacer innovación educativa, veamos algunos ejemplos que a nivel global están cambiando el rumbo de la educación superior, particularmente de las universidades. Ciertamente, no insinúo que las universidades en Bolivia deban copiar las experiencias que se describen abajo, por el contrario, sugiero que pongan a prueba su capacidad de innovación educativa.

Un ejemplo relativamente reciente es la creación de la Universidad 42, fundada en 2013 por el multimillonario francés Xavier Niel. 42, como se la conoce a esta universidad, tiene un fuerte énfasis en programación y tecnología, su lema es born2code (nacido para codificar). Esta universidad, a diferencia las tradicionales, goza de algunas peculiaridades únicas, entre las que destacan la eliminación del profesorado, no usa libros, los estudiantes trabajan y se corrigen en equipo, no hay horarios, no hay materias, no existen los exámenes y, sorprendentemente, es gratuita. Ciertamente, para ingresar a esta universidad se debe pasar por un proceso de selección muy exigente conocido como la piscina. Para graduarse, los estudiantes deben completar veintiún proyectos, lo que les toma un tiempo aproximado de entre tres y cuatro años. El modelo de 42 ya ha llegado a varios países del mundo, entre ellos Estados Unidos, Bélgica, Países Bajos, España, Finlandia, Sudáfrica, Marruecos, Indonesia y, recientemente, a Brasil y Colombia. Sus graduados, a decir de sus directivos, trabajan por lo general en startups, creando nuevas empresas.

Otro ejemplo apenas introducido este año, y en pleno ascenso, se está dando a partir de los Massive Open Online Courses, o más conocidos como MOOCs, de la famosa plataforma global edX, que este año empezó a implementar los MicroBachellors, lo que traducido al castellano sería MicroLicenciaturas. edX se caracteriza por dar acceso abierto a clases de las mejores universidades del mundo, tales como Harvard, Oxford, MIT, Stanford, entre muchísimas otras. Una de sus clases más famosas es What is the right thing to do? del Prof. Michael Sandel de la Universidad de Harvard, un curso traducido a más de diez lenguas alrededor del mundo.

Los MicroBachellors son programas cortos con una duración de hasta seis meses que pueden ser cursados en una o más universidades. Para recibir una certificación se debe completar al menos diez créditos; una licenciatura normal en Estados Unidos requiere por lo general 120 créditos. Por ahora tienen programas como Information Technology Career Framework,Computer Science Fundamentals, Professional Writing y Elements of Data Science. Algunas universidades y startups estadounidenses ya están preparando similares experiencias, como el nexus degrees y otros. Estos MicroBachellors pueden ser homologados para completar un programa completo de Bachellor (Licenciatura). Esta nueva forma de certificación genera salidas laborales inmediatas y en sectores de alta demanda laboral. Su plataforma virtual permite el acceso a estudiantes de cualquier parte del mundo, a costos mucho más reducidos que los presenciales.

Adicionalmente a esta experiencia, otras universidades top están empezando a lanzar otros programas similares, pero a nivel de postgrado, conocidos como MicroMasters. A diciembre de 2020, existen más de 67 programas en áreas relacionadas, entre otras, a la tecnología, marketing, liderazgo, emprendimiento, derecho internacional, nanociencia, tecnología cuántica, etc. Varias universidades están homologando los créditos de estos programas en maestrías tradicionales, lo que reduce el tiempo y costo de un curso completo. Todos estos programas se están haciendo aún más populares en el contexto de la pandemia. Según datos de su página web, EdX superó los 33 millones de usuarios de todas partes del mundo, para quienes se puso a disposición más de 3 mil cursos en diferentes áreas del conocimiento. El exponencial crecimiento del modelo edX está avanzando a un ritmo sin precedentes; edX está invitando a que universidades de cualquier parte del mundo incorporen sus cursos en la formación de sus estudiantes, generando así una suerte de shared curriculum (currículum compartido).

¿Cómo generamos la inquietud por una real innovación educativa en nuestro país? ¿Podrán las universidades en Bolivia poner a prueba su capacidad de innovación y generar un cambio que trascienda nuestras fronteras como lo hacen en otras partes del mundo? El modelo de la Universidad 42 está generando una nueva forma de hacer educación superior, como en su momento lo hizo la Universidad de Berlín al incorporar la investigación como una labor fundamental de la universidad; o la Universidad de Córdoba de Argentina que el 1918 generó un cambio profundo en la relación estado-universidad y proyectó un modelo que, hasta ahora, tiene mucho impacto, especialmente, en Bolivia. “Las universidades podrían ser las parteras de un renacimiento de la educación post-pandemia” (Fernando Reimers, profesor de Harvard).

Willy W. Chambi es licenciado en Ciencias de la Educación, magister en Administración Educativa de la Universidad de Illinois y docente universitario.



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