Cuesta creer que, frente a la realidad irrefutable de los incendios, haya expresiones como las del comandante de Ejército, de que se pretende usar los incendios como pretexto; o las de la CSTUCB afín al gobierno, que afirma que Evo Morales y los radicales provocan incendios para afectar la gestión de Arce; o las del ministro Novillo, que alude a los incendios de 2019 afirmando que fueron utilizados con fines oscuros.
Lo cierto es que lo único oscuro que hay ahora son los cielos de varias ciudades de Bolivia, a causa de los incendios provocados que nos asolan. Somos noticia internacional, no por algún logro gubernamental (difícil desde hace varios años) ni por el triunfo de algún deportista (excepto futbolistas, que no sirven para nada), sino porque nuestro país literalmente está ardiendo.
Es una realidad lacerante, dolorosísima, denunciada por muchas personas, pero que no encuentra eco en el gobierno que, impávido, ve arder los bosques del territorio boliviano. Los videos que circulan en redes sociales dan cuenta de la brutal contaminación en que se encuentran varias ciudades del país como Santa Cruz, Camiri, Cochabamba, Sucre y La Paz.
Lucho y David no sólo nos están llevando a la mercury, sino a un infierno de varios colores, dentro del cual son reyes momentáneos, sustituyendo a Evo y Álvaro que fueron los iniciadores de esta barbarie.
La fundación Tierra se ha referido al tema señalando que están en juego demasiados intereses económicos y políticos y que no existe un solo culpable, sino muchos. Dice que los autores materiales están en asentamientos autorizados y no autorizados por el INRA, algunos con permisos de desmontes y quemas emitidas por la ABT y otros sin permiso alguno. Provienen mayoritariamente de los sindicatos afiliados a las federaciones cocaleras del Trópico de Cochabamba. Otros autores materiales son los ganaderos benianos y los interculturales recientemente asentados en Beni.
Los autores indirectos conforman dos grandes grupos: uno de autoridades nacionales y subnacionales de todo nivel, como tres exministros echados por denuncias de corrupción y las gobernaciones del Beni y Santa Cruz, ligadas al agronegocio, y otro grupo de aliados políticos del gobierno nacional, que antes eran enemigos: las organizaciones campesinas, interculturales e indígenas oficialistas, y los grandes agropecuarios cruceños, aliados desde que en 2015 pactaron la ampliación de la frontera agrícola y dieron lugar a las leyes incendiarias que eliminaron multas por desmontes, legalizaron los desmontes y socavaron las medidas de protección ambiental. “Firmaron un pacto de silencio. Sin objeción campesina, el agropoder cruceño legalizó millones de hectáreas a su favor y, a cambio, los interculturales y campesinos arrimados al gobierno nacional recibieron miles de autorizaciones para ocupar las tierras fiscales de Santa Cruz, Beni y norte de La Paz”, dice Tierra. El MAS prostituyó y sigue prostituyendo a las organizaciones de base, y ahí están las consecuencias.
Los autores intelectuales son Evo Morales y Álvaro García Linera que compartieron palestra con Julio Roda, presidente de la CAO, Rodolfo Machaca, secretario ejecutivo de la CSUTCB y Nemesia Achacollo, ampliamente conocida
Otros entendidos en la materia sostienen que el modelo boliviano está basado en cuatro actores que generan formas económicas que terminan articulándose a través de la estructura de poder que sostiene a este gobierno y sostuvo al gobierno de Morales en su segundo periodo. Mineros cooperativistas (enlazados con la gran minería), interculturales (convertidos en tomadores y especuladores de tierra), agroindustriales (no solo los empresarios tradicionales de Santa Cruz, sino menonitas e interculturales del norte integrado) e interculturales que producen hoja de coca para el mercado global de cocaína.
En verdad, los destructores de la naturaleza son poderosos y están causando daño evidente a las poblaciones de distintas ciudades del territorio nacional y afectando seriamente a pueblos indígenas de tierras bajas, como lo denunció la Conferencia Episcopal Boliviana.
Terrible lo que pasa, con la aquiescencia de gobernantes que se llenan la boca alabando a la Madre Tierra, a los pueblos indígenas, a los pobres y humildes, y los destruyen en la práctica
El infierno era antes ligado al color rojo, pero ahora aparece también el azul y asoman por detrás el verde y los varios colores de la wiphala. Respetables colores, desteñidos por los pirómanos de hoy, que han convertido a Bolivia en un infierno de varios colores
Carlos Derpic es abogado