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16/08/2021
Posición Adelantada

Gasto, emisión e inflación en EEUU

Antonio Saravia
Antonio Saravia

EEUU pasa por un período de inflación. Uno lo siente a diario cuando va al supermercado, pone gasolina o compra tickets de avión. Ni le cuento, si quiere comprar un auto o una casa. Los precios en EEUU han subido rápidamente y la única duda es si esta tendencia será temporal o de largo plazo con el potencial de infringir serios daños a la economía.

 

La inflación no ha sido una preocupación mayor a lo largo de la historia americana. Hubo episodios de alta inflación (como el de la guerra civil en el que llegó a 9.000% en el lado confederado), pero, en general, esta se ha mantenido baja y controlada. Desde 1914 y hasta el día de hoy, la inflación nunca superó la barrera del 20% anual. Llegó a estar en 18% en 1918, 14,4% en 1947 (en ambos casos debido a la fuerte impresión de dinero para enfrentar las guerras mundiales), 11% en 1974 (crisis del petróleo) y 13,5% en 1980. Al margen de estos casos, la inflación en EEUU pocas veces superó el 5%.

 

¿Qué pasó en los últimos dos años? La inflación mensual anualizada nunca pasó del 2,5% en todo 2019, en todo 2020 y hasta febrero de 2021. Hasta ahí la rutina normal. En marzo de este año, sin embargo, llegó a 2,6% y a partir de ahí se disparó. La inflación de abril fue casi el doble, 4,2%, la de mayo fue 5%, la de junio 5,4% y la de julio también 5,4%. Aunque estos números no parecen altos, sobre todo en Latinoamérica donde estamos acostumbrados a cifras mucho peores, sí preocupan en un país que venía de un promedio anual de 2,5% durante los últimos 35 años. Es más, el componente central del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que excluye comida y energía que son los elementos más volátiles, se incrementó el mes pasado en 4,5%. Ojo, ¡este fue el mayor incremento de este componente del IPC desde 1991!

 

Hay que tener en cuenta, además, que el IPC es un promedio que oculta la tendencia de algunos productos que se dispararon muchísimo más. La madera para construcción, por ejemplo, estaba un 300% más cara en abril de este año comparada con abril del año pasado. El precio de las casas en mayo de este año era un 20% más alto que en mayo del año pasado. Y fíjese en este dato. En la cúspide de la burbuja inmobiliaria del 2008, la diferencia entre el Índice de Precios Inmobiliario y el IPC era de 87 puntos. Esa misma diferencia es ahora de 104 puntos. Estamos dejando chiquita la burbuja inmobiliaria que terminó en una dura recesión.

 

¿Cómo llegamos a esta situación? Dos factores. Por una parte, las cuarentenas y el miedo a salir a trabajar, produjeron una serie de cierres y cuellos de botella en la cadena productiva que contrajeron la oferta agregada. Por otra parte, la Reserva Federal y el gobierno apelaron a todo su arsenal expansivo con el fin de apuntalar la demanda agregada. La Reserva Federal emitió tanto dinero que la oferta monetaria (M2) se incrementó un 26% desde febrero del 2020. Lo normal es que esta variable se incremente de 3 a 7% al año. Esta brutal inyección de efectivo vino acompañada, por supuesto, de una tasa de interés esencialmente igual a 0%. El gobierno, por su parte, gastó USD 6,5 billones el 2020 (30% del PIB). ¡Los paquetes de estímulo asociados a la pandemia llegan ya a casi USD 5 billones! Mucha gente en EEUU ha recibido tres cheques en el correo por un total de USD 3.200 por persona. Como si fuera poco, los demócratas están pensando en aprobar una cuarta ronda de cheques y, por supuesto, su famoso plan de infraestructura que costará USD 2 billones. Ya lo había anunciado el presidente Biden: su gobierno prefiere errar haciendo mucho que errar haciendo poco. Y vaya que cumplieron lo prometido. Se ha gastado a manos llenas y la Reserva Federal ha seguido el juego expansivo.

 

Con una oferta contraída, y un fuerte incremento de gasto y emisión, no es de extrañar que la inflación se haya disparado. La Reserva Federal ha tenido que admitir que la inflación será alta por un tiempo y ha abandonado su objetivo de 2% anual por un 2% “a través del tiempo.” Pero ¿cuándo será suficiente? La Fed ha dicho que piensa revisar la tasa de interés solo el 2023. El peligro es que, si seguimos acumulando inflaciones mensuales anualizadas por arriba del 5%, la cosa pueda complicarse y las expectativas inflacionarias puedan empezar a ser la cola que mueva al perro. Mientras más se tarde en corregir y subir la tasa de interés, más brusco será el incremento final y más profunda la recesión. La Fed tiene que actuar ya y el gobierno tiene que dejar de mandar cheques y gastar como si la plata saliera de los árboles. La buena noticia es que el desempleo ha caído hasta un nivel promisorio de 5,4% gracias al alivio y repunte que nos han dado las vacunas. Si logramos mantener a raya a la variante Delta, la oferta debería experimentar una fuerte recuperación hasta fin de año. No existe, por tanto, ninguna excusa: es hora de que el gobierno del presidente Biden y la Fed empiecen a pisar el freno.

   

Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia)

 



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