A pocos días de haber decretado Vladimir Putin el reclutamiento de 300.000 nuevos conscriptos para su guerra contra Occidente, 280.000 varones rusos entre 18 y 60 años habían cruzado las fronteras huyendo de Rusia, su patria. La imagen satelital mostraba caravanas de vehículos, de todo tipo, en triple fila, a lo largo de más de diez kilómetros, enfilados hacia Kazajistán, la frontera más porosa y fácil de cruzar.
Con esas imágenes, es imposible no evocar imágenes bíblicas de éxodos humanos a lo largo de la historia. Pueblos enteros huyendo de guerras, hambrunas, persecuciones, dictaduras, pestes y otras maldiciones. Solo que creíamos que aquello quedó archivado en sus anales, algo leído o lejano; jamás pensado para la actualidad de nuestras vidas, en pleno siglo XXI.
Pero ello está también aquí y ahora. En nuestro tiempo y lugar. Y, sí, también en nuestra querida Bolivia. En serio y en grande.
El ideario de una Bolivia unida, diversa, descentralizada y complementaria está siendo sustituido por un territorio de “republiquetas”, “naciones étnicas” artificiales, diversas, enfrentadas, discriminadas y débiles. Divididas para perder, para ser colonizadas por el narcotráfico, la violencia y la inseguridad. La fórmula para el éxodo.
Cuando el progreso no llega a los pueblos, los pueblos van hacia el progreso. Emigran, escapan. Por miles, cientos de miles, por millones, como sucedió en Cuba, en Venezuela, en Haití. Y, de a goteo, está sucediendo ya en Bolivia. Primero, la migración al oriente (boliviano) y luego al exterior. La migración del occidente a Santa Cruz es nuestro éxodo interno persiguiendo la libertad que genera progreso. Ahora asediada por el coloniaje político interno, autócrata, burocrático y servil. Los bolivianos, como los rusos, estamos “votando con los pies”, estamos caminando hacia el progreso ya que éste no llega a nosotros.
Lo cual nos debe hacer repensar la política de concentrar los recursos públicos allí donde se muda la gente. La Participación Popular tuvo el principio de la descentralización, a través de la reasignación de los recursos públicos hacia los municipios, para promover el desarrollo local. Promover el progreso allí donde vive la gente. Incluso tuvo la virtud de revertir la migración a las ciudades del eje central y facilitar el retorno a las provincias; allí donde entonces estaba el dinero y consecuentemente el trabajo.
El concentrar nuevamente los recursos fiscales donde se muda la gente genera una nueva forma de centralización y macrocefalia urbana. ¿Acaso queremos que Santa Cruz sea como Sao Paulo o México DF? ¿Y que el occidente se vacíe de gente y se llene de pobreza? ¿Queremos realmente que el 50% de la población de Bolivia se vuelque a Santa Cruz y el oriente? ¿No será que, si ello sucede, esa región –lejos de ser el destino donde se encuentra el progreso– se convierta en un macroproblema urbano de conflictos sociales e inseguridad? ¿Es decir, que deje de ser el Santa Cruz que deseamos y buscamos?
La lucha por el Censo 2023 es una lucha existencial para Bolivia. ¡Lo necesitamos y lo exigimos ya! Pero no podrá ser “la causa nacional” si exigimos que, como resultado del mismo, solo gane Santa Cruz en mayores recursos fiscales y representación parlamentaria. El gobierno hará causa con el resto del país y se romperá la unidad que necesitamos para exigir y obtener que se realice ese censo de una vez.
Dado que lo primordial y urgente es la recuperación de nuestra democracia, la prioridad política debiera exigir un censo que nos diga quiénes somos, cuántos somos y dónde estamos. Ello será el muro de contención del fraude estructural que tiene montado el MAS.
Lo anterior hace necesario y urgente un “con-censo” nacional en diferir la reasignación de recursos y de escaños parlamentarios a favor del requisito estadístico-político de develar dónde votan los que no existen. ¿Será posible lograr ese nivel de desprendimiento económico y de representación parlamentaria en favor de recuperar la transparencia electoral y por tanto la independencia respecto del MAS?
La alternativa seguirá siendo el éxodo; a cuentagotas o en masa. ¡Debemos elegir!
*Fue Alcalde de La Paz y Ministro de Estado