La tarea principal del nuevo gobierno es
presentar, desde el inicio, una visión clara del “Capitalismo para todos”, modelo
por el que votó la gente en octubre reciente. Hoy ya no cabe hablar de
sorpresas ni de “shock” como ocurrió en 1985, pues el país conoce el remedio
que ya una vez nos devolvió la salud económica.
Lo que ahora se necesita es explicitar el nuevo modelo capitalista inclusivo,
con un conjunto coherente de medidas que reviertan la marcha al socialismo y la
miseria, y nos reconduzcan al camino de la estabilidad, la racionalidad y el
camino hacia el desarrollo y la prosperidad.
Lo que se debe evitar es el “vuelo ciego”
de incertidumbre: medidas aisladas, a veces contradictorias, discusiones sobre control
de precios, subvenciones indiscriminadas o empresas públicas deficitarias que
deben eliminarse.
La implementación de un nuevo modelo siempre será gradual y progresiva, pero
dada nuestra situación actual también debe ser urgente. ¡Debemos parar la
hemorragia económica ya; aplicar el torniquete de la austeridad y la honestidad
ya!
Y sobre todo conocer las medidas en su integridad, tener la película completa, coherente, el mapa de ruta claro para llegar a destino.
El próximo y único anuncio económico debiera ser el del conjunto de reformas que definan, en un solo paquete, en qué consiste el nuevo modelo de “Capitalismo para todos”, presentado como proyecto de ley, o decreto supremo. La ciudadanía está preparada; espera su implementación con estoicismo y esperanza. Lo hicimos antes y lo podemos hacer ahora; es la hora de las decisiones difíciles, responsables y solidarias. ¡Adelante Rodrigo presidente! Tienes el mandato de la gente.
Casualmente, ayer 1º de diciembre, se
cumplieron los 23 días que le tomó al Dr. Víctor Paz Estenssoro promulgar el
Decreto Supremo 21060 desde su juramento el 6 de agosto de 1985. Ese decreto lo
elevó al altar de los mejores presidentes de nuestra historia, quizá tanto como
su revolución de 1952. Cuando Bolivia estaba herida de muerte, él ejecutó la
más hábil y más temeraria maniobra política: tomó la agenda económica de su
adversario político, el Gral. Hugo Banzer, le dio sello propio, y sacó al país
de la hiperinflación, salvando a la República.
A Rodrigo Paz, su descendiente biológico
y quizá político, ahora le toca seguir esa ruta y presentar “en un cuerpo” su
visión económica y las medidas para implementarla.
Las reformas de 1985 no fueron improvisadas. Las medidas de ajuste económico y estabilización fueron largamente analizadas, discutidas y perfeccionadas al menos un año antes de convertirse en el Decreto Supremo 21060 del 29 de agosto de 1985. La contribución de Harvard y del memorándum de Jeffrey Sachs no fue tanto identificar las medidas necesarias, sino asegurar la coherencia interna entre ellas, su lógica, sus fases y sus tiempos de implementación.
Ese diseño coherente inauguró la etapa más creativa y fructífera de la segunda parte del siglo XX, abriendo cuatro décadas que desembocaron en la mayor prosperidad económica de Bolivia.
La estabilidad permitió que Bolivia se convirtiera en la primera potencia energética del sur del continente, alimentando a las dos economías más grandes de la región, Argentina y Brasil, y pudiendo haber hecho lo mismo con Chile y Perú (antes de Camisea) y California.
Tras el estrepitoso fracaso del régimen socialista y profundamente corrupto de Evo Morales y Luis Arce Catacora, Bolivia se encaminaba a convertirse en un Estado fallido, con un espiral de pobreza y violencia en manos del narcotráfico, al borde de una intervención militar extranjera como la que está a punto de ocurrir en Venezuela, o peor.
Hoy, sin embargo, ya no hay nada que
inventar. Podemos mejorar algunas medidas con el aprendizaje acumulado de 40 años
en el mundo, pero la condición fundamental es la misma que en 1985, que el
paquete completo debe presentarse al inicio, de una sola vez. Ello dará la
certidumbre necesaria para planificar y ejecutar planes y proyectos de
inversión a futuro.
La
ruta y el modelo del “Capitalismo para todos” debe ser presentado sin demora,
con claridad y convicción. Los bolivianos ya lo han demostrado que pueden
hacerlo y ahora toca repetir.
Ronald MacLean es catedrático; fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.
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