La elefantiásica burocracia del Estado Plurinacional y sus instituciones públicas han aplastado los derechos al trabajo, al estudio y a la calidad de vida de cientos de miles de jóvenes que, obligados, debieron dormir sobre losas y el cemento de calles y avenidas para amanecer dos días seguidos, en medio de unas filas descomunales, y poder empadronarse y así evitar posibles sanciones, multas u otro tipo de agresiones legales.
Todo este pandemónium fue posible gracias a la absurda negligencia e inoperancia del Órgano Electoral que, impasible, presenció este atropello masivo en contra de nuestra juventud sin un ápice de empatía o remordimiento. Jamás se disculparon, ni lo harán.
Pero el descalabro es mucho más profundo que las interminables y abusivas filas promovidas por el organismo electoral. Acá hay una visión de un estado autoritario basado en una concentración del poder que esteriliza la innovación y la modernidad. Todos, sin excepción, deben aprender a estar subyugados a este Estado, salvo, claro, una élite masista privilegiada. El resto de los mortales, que no son parte de esa injundia, son constantemente magullados en medio de todos estos engranajes vulgares.
Es un sistema pernicioso que atropella, aplasta, carcome, derrumba y genera mediocridad a niveles francamente ridículos.
Toda esta desidia es una desgraciada evidencia que el Estado Plurinacional es arcaico y vetusto. Desconoce por completo la innovación en tecnología. Es ciego y va dando palos a diestra y siniestra por culpa de su invalidez y absoluta sequedad para adecuarse a los tiempos de la digitalización. Se llena el buche de palabrería tecnológica, pero es sólo cacareo muy propio de estos socialistas de poca estofa.
Si viviésemos en un país con independencia institucional y rigor en el manejo de la cosa pública, se debería abrir, casi automáticamente, una auditoría independiente sobre las causas que ocasionaron este zafarrancho y que tuvieron a nuestros jóvenes como sus víctimas.
Es más, se debería auditar cuál es el real estado de la plataforma informática del Órgano Electoral y si –indudablemente– es robusto, cuenta con las actualizaciones debidas y los respectivos corta fuegos a posibles hackeos y si –infaliblemente–, está a la altura debida para garantizar procesos electorales transparentes y creíbles.
¿Es que acaso hemos retrocedido a un primitivismo tan espantoso que para inscribir o registrar a un ciudadano necesitamos que haga interminables filas en lugar de que dicha diligencia se haga con un simple click? Bolivia debe ser el país que más ha retrocedido en el desarrollo de soluciones digitales en beneficio de la población desde la llegada del masismo.
¿Cuánta corrupción se podría evitar con el uso transversal y eficiente de tecnología en toda la tramitología absurda del Estado Plurinacional? ¿Cuánto dinero dejaríamos de gastar para sacar millones de fotocopias en todo el país? ¿Cuánto tiempo preciado dejaríamos de gastar en esas filas interminables y trámites engorrosos para llegar a un ridículo escritorio desvencijado de un funcionario público “enchufado” por el masismo? ¿Cuántos bolivianos podríamos mejorar nuestra calidad de vida al no tener que hacer ringleras para renovar licencias de conducir, de identidad o para obtener un simple certificado de nacimiento o un pasaporte? Sin duda que millones. Pero no. El Estado masista debe aplastar, corromper y complicar in extremis todos los procesos administrativos. Absolutamente todos.
@brjula.digital.bo