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16/08/2023
Desde el faro

Elecciones primarias: lo que viene es crucial

Erika Brockmann
Erika Brockmann

Se suma desde este miércoles a nuestras páginas la magister en ciencia política Erika Brockmann, una de las más lúcidas analistas políticas del país. Este portal se siente honrado con su presencia.

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Retomo el Faro, que a finales del turbulento 2019 decidiera desconectar y dar de baja. Lo hice desalentada por la polarización en todo orden, especialmente en cuanto a lectores y audiencias encapsuladas, sordas a opiniones plurales y atrincherada en posiciones irreductibles. Esta sensación persiste, pero cobra factura no escribir. Indigesta masticar en silencio las ideas y pensamientos que fluyen en medio de eventos que nos enojan, anestesian o anonadan.

Uno de estos hechos tiene que ver con el proceso político electoral con miras a la realización de las elecciones 2025 y al alcance de las primarias contempladas en esta ruta crítica. El año del Bicentenario será el telón de fondo de un proceso prematuro e irresponsablemente puesto en escena y contaminado por noticias diarias que inducen a la pérdida de cordura y perspectiva.

La realización de las elecciones primarias previstas para febrero de 2025 es un hito cuya implicación no es menor. Permitirá tomarle el pulso a la sensatez del conjunto de actores políticos respecto a la disponibilidad de asumir con espíritu democrático las oportunidades, amenazas y condicionamientos de este mecanismo de consulta que, según ley, es obligatorio, cerrado y vinculante en sus resultados.

¿Sera que el MAS, hasta hoy monolítico y dominante en el sistema de representación política concurra a primarias para dirimir la controversia que a silletazos y congresos fallidos confronta a “evistas y arcistas”? Lo dudo, el faccionalismo caudillista del MAS y los presidenciales no son amigos de primarias como el mejor mecanismo institucional para dirimir la disputa por acceder al poder democrática y participativamente. El MAS podría aprovechar las primarias para convocar a la ancha base de su militancia afiliada a las organizaciones sociales constitutivas del instrumento político como oportunidad para sortear las imposiciones de dirigencias cooptadas por la cultura clientelar y dimensionar el peso real de las voces de una militancia devota y leal a Evo Morales. A estas alturas, ese liderazgo es toxico y está marcado por el intento de toma del poder total, pecado original que desde el 21F nos llevó lenta e inexorablemente a la tercera transición accidentada de nuestra historia democrática.

Hechas estas consideraciones, lanzo la pregunta del millón. ¿Cuál bloque o dirigente de partido tendrá la llave oficial reconocida por el TSE para registrar a sus precandidatos? La respuesta les quita el sueño a los núcleos de poder del MAS.

Eso, en el masismo. En la otra vereda, la competencia primaria también plantea retos ineludibles. El archipiélago de siglas partidarias, coaliciones legislativas todavía vigentes, agrupaciones ciudadanas, aspirantes presidenciales, plataformas, activistas políticos del bloque anti-MAS, variopinto en sus propuestas y discursos, tiene razones para ocuparse del tema. La cuenta regresiva ha comenzado. De hecho, cualquiera sea la coalición o esfuerzo de agregación y convergencia de una propuesta política que despierte del marasmo a sus potenciales electores, deberá salir a la luz con meridiana nitidez y certidumbre antes de la convocatoria a las primarias.

El carácter “cerrado y vinculante” de las primarias no le sirve a las oposiciones. Al contrario, es inconveniente y hasta perjudicial. Me explico.

Una coalición viable y sostenible, distinta a las que sucumbieron tras complejos procesos instalados desde el 2006, deberá contar con la participación formal de al menos una sigla partidaria con personalidad jurídica y que haya cumplido con los requisitos de actualización que impone la ley de Organizaciones Políticas. Por razones de espacio no detallo el estado de las siglas políticas que pasaron o no terminan de pasar la prueba de renovar su reconocimiento legal, algunas de existencia aparente o al borde de la extinción. Lo relevante es que, en primarias cerradas, solo votan militantes, lo que plantea problemas a fuerzas con militancias activas menguadas que no necesariamente son congruentes con el porcentaje que refleja su padrón de militantes actualizado ni las votaciones históricas registradas en distintos procesos electorales.

Lo más conveniente para una coalición alternativa al MAS, con capacidad de interpelar y articular a la masa crítica de electores cuyo perfil es “antipartidista y volátil en su fidelidad política”, sería que las primarias fueran abiertas a la participación de una ciudadanía políticamente activa, pero desconfiada y esquiva a la militancia. Esta apertura difícilmente se producirá mediane una reforma a la ley.

Es más, a “arcistas o evistas”, dos caras de una misma moneda, les interesa desnudar la raquítica estructura de la militancia de las organizaciones opositoras. Por estas razones, una alianza opositora deberá conocer las preferencias electorales ciudadanas sobre sus binomios competitivos y tomar decisiones estratégicas con anterioridad a la fecha de convocatoria y realización de las primarias, a las que acudiría para cumplir con el ritual impuesto por ley.

Esto obliga al diseño de un plan de acción urgente, pero no desesperado. Con sensatez tendrían que consensuarse los mecanismos que compulsen la favorabilidad e intención de voto de la ciudadanía mediante una batería confiable de herramientas de medición de la opinión pública y así legitimar al binomio con menos resistencia y con mayor potencial electoral. Habrá que aprovechar la oportunidad que brindará el dilatado periodo preelectoral para fortalecer su propuesta y presencia territorial.

El segundo problema radica en la rigidez y el carácter vinculante de la norma. Ello implica que los binomios serán inamovibles hasta la realización de las elecciones (presumiblemente en octubre del 2025, luego de la celebración del Bicentenario, algo conveniente a los intereses del candidato- Presidente). Al contrario de otros modelos de elección primaria, las coaliciones y los presidenciales no podrán armar binomios una vez realizadas las mismas ni hacer ajustes en la configuración y base de alianzas dentro de plazos razonables. Nuestra norma es inflexible. “Solo la muerte o impedimento permanente puede alterar las fórmulas o binomios electos en las primarias”.

Esta reflexión dilatada, que posibilita el renacimiento de esta columna, hace parte de un paquete de temas a considerar para contribuir a elecciones relativamente trasparentes y competitivas. Es necesario asumir una actitud proactiva para fortalecer una democracia con mayor capacidad de gestión de las tensiones históricas irresueltas, instrumentalizadas por la “mala política” que atiza la confrontación pueril y que empantana a la sociedad.



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