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08/03/2021
Vuelta

Elecciones 2021, el país que viene

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

El MAS perdió las elecciones municipales en 8 ciudades del país: La Paz, El Alto, Cochabamba, Santa Cruz, Tarija, Oruro, Potosí y Trinidad; y sólo tiene asegurados 3 de los nueve gobiernos departamentales: Cochabamba, Potosí y Pando. En los otros departamentos lo más probable es que vaya a una segunda vuelta, donde la oposición podría sumar fuerzas y derrotar a los candidatos oficiales.

Aunque no se conocen los resultados en el resto de los 332 municipios del país, los datos de los centros urbanos que concentran la mayor parte de la población sugieren que el MAS hizo una muy mala elección, solo cuatro meses después de haber obtenido una victoria histórica en los comicios que llevaron a Luis Arce a la presidencia con el 55% de los votos.

Para el partido de gobierno, la derrota en municipios como El Alto y Trinidad es particularmente dolorosa, porque los ganadores salieron de o estuvieron cercanos a sus filas. El caso más emblemático es el de la alcaldesa electa de la urbe alteña, Eva Copa, quien se convirtió en un símbolo de la principal ruptura que se produjo en el MAS, entre representantes de una nueva generación decidida a desafiar el liderazgo de Evo Morales y aquellos que todavía creen que el destino de esa organización política está fuertemente condicionado por el “evismo”.


Desempeños electorales como el de Eva Copa, el de Christian Cámara en Trinidad e incluso el de Iván Arias, por mencionar solo los ejemplos importantes, demuestran que el MAS ya no es el dueño del bloque popular y que ese extremo del espectro político ha comenzado a nutrirse de líderes emergentes –desde lo regional y local– que buscan la renovación de una plataforma que estuvo basada en la confrontación y que privilegió a actores sectoriales cuyo único mérito fue el haber pertenecido al entorno sindical/regional, primero, y luego político/nacional de Morales.

Las elecciones subnacionales podrían representar el principio del fin del protagonismo ya agobiante de Evo Morales en el MAS y no sería extraño que el propio partido comience a pasar la costosa factura de las derrotas al expresidente para acelerar su al parecer inevitable salida del escenario político. Tal vez por eso, el jefe partidario eligió estar al lado de uno de sus pocos ganadores, el gobernador electo de Cochabamba, Humberto Sánchez, y lucir su vieja chompa o disfraz de “sencillez” para aferrarse a sus antiguos momentos de gloria.

Mientras tanto, varios líderes referentes de la oposición democrática al MAS participan de la configuración de un nuevo mapa de fuerzas.

El activista opositor Iván Negro Arias (Somos Pueblo) ganó por amplio margen las elecciones municipales en La Paz y será el próximo alcalde de la ciudad. Los resultados de al menos dos encuestas en boca de urna difundidos en medios de comunicación revelan que el exministro de Obras Públicas en el gobierno de la presidenta Janine Añez, bordea el 50 % de los votos, lo que daría a la organización política que encabeza de seis a siete de los 11 concejales y eventualmente una cómoda gobernabilidad durante los próximos cinco años.

Arias derrotó al candidato oficialista, César Dockweiler, a quien no le sirvió el prestigio como exgerente del teleférico, una de las obras emblemáticas de la gestión Morales en la ciudad de La Paz, ni el activo respaldo del exmandatario y del propio presidente Luis Arce, ni la agresiva guerra sucia en contra de su adversario; por ello no pudo acortar una distancia que se fue agrandando durante toda la campaña.

La oposición mantiene el control del municipio paceño, frustra otra vez la ambición del MAS por hacerse de una Alcaldía clave en el escenario político nacional y, de paso, perfila lo que podría ser el germen de un nuevo proyecto que entierre definitivamente a los viejos líderes.

Cochabamba le ha dado una nueva oportunidad a Manfred Reyes Villa, no solo porque históricamente haya sido uno de los mejores alcaldes de esa ciudad, sino porque fue una de las víctimas de la persecución judicial de Evo Morales a lo largo de más de una década. Reyes Villa intentó dar el salto al espacio político nacional con diversa suerte en varias oportunidades y eso le da un perfil que podría servirle a futuro.

En Santa Cruz todavía no está claro quién será el nuevo alcalde. Por ahora el voto se divide entre los candidatos Jhonny Fernández y Gary Añez, el primero, político con larga historia, y el segundo, un agente de cambio reclutado en el periodismo deportivo. Sea cual sea el desenlace, lo que queda claro es que esa ciudad y el departamento se mantienen como un dique firme de contención a la expansión política del MAS y a la influencia de las fuerzas de izquierda.

Luis Fernando Camacho, el líder cívico que encabezó el movimiento ciudadano que apuró la caída de Evo Morales, será el nuevo gobernador de Santa Cruz, con más del 55% de los votos. Es el premio que le da una región a quien indudablemente le restituyó fuerza política tras 14 años de una compleja relación con un gobierno profundamente centralista. Camacho, católico y conservador, tendrá que asumir con mayor flexibilidad las ideas y creencias de los otros, incluido el masismo, si quiere verdaderamente construir una gestión para todos.

Las elecciones subnacionales en Bolivia dejan varias lecciones. Que el voto local es diferente al nacional, porque la gente prioriza temas más prácticos e inmediatos, eso se sabe, pero tal vez en esta oportunidad lo más importante sea que la oposición, una suma de nuevos y antiguos liderazgos, haya conseguido por fin abrir una brecha por la que podría transitar hacia el futuro y que la propia izquierda se haya dado cuenta que no tiene por qué dejar su agenda en manos de un solo partido.

El gobierno deberá lidiar no solo con una coyuntura económica crítica, sino con un escenario político diferente en el que ya no sirve la antigua estrategia de demolición y persecución del adversario ni la invención de tramas que estigmaticen o arrinconen a las fuerzas y nuevos liderazgos de oposición en los extremos del “separatismo” y la “masacre”.

El voto opositor fue una apuesta por el fortalecimiento de los equilibrios democráticos y, a diferencia de lo que ocurrió en los primeros años de gobierno de Evo Morales, hoy existe una sociedad capaz de movilizarse y defender su opción cuando la siente amenazada. El sacudón democrático de octubre y noviembre de 2019 marcó definitivamente a la sociedad boliviana y esta elección tal vez haya sido una de sus principales secuelas. 

Hernán Terrazas es periodista.



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