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En voz alta | 20/05/2024

El único camino es el de la libertad

Gisela Derpic
Gisela Derpic

En Cuba hay un modelo político totalitario donde rige la voluntad de una cúpula familiar militar que concentra el poder a nombre del partido comunista, dictando a su sabor y antojo órdenes con el nombre de leyes, sin fiscales, jueces ni abogados independientes del poder, cuya violencia se descarga sobre las personas a través de disposiciones penales ambiguas que establecen 323 delitos, de los cuales 193 protegen al régimen agrediendo los derechos humanos a la información. Veamos: Art. 216, de asociación; Art. 274, de libre locomoción; Arts. 282 y 283, de pesca; Arts. 258 y 259, de iniciativa privada; Art. 308, de préstamo de dinero; Art. 309, de libre comercio; Arts. 310, para vender, y 311, para comprar; Arts. 361, de comer carne; y Art. 422, de vivienda.

Este orden abusivo penal contempla pena de muerte y de prisión perpetua con tasas de sanción dispersas en extremo, de entre siete años de prisión hasta muerte por un mismo delito, bajo libre arbitrio judicial.

Cuba es una isla prisión donde se estima existen –a falta de datos oficiales– entre 200 y 300 cárceles y centros de detención, una población de presos comunes del orden de 100.000, de los cuales 11.000 no cometieron delito alguno, y con 1.100 presos políticos (más de 200 menores de edad), conforme sostiene la organización Prisoners Defenders.

Tal situación se produce en un contexto de aguda represión en el cual abundan las detenciones arbitrarias, prolongadas detenciones domiciliarias, torturas, actos de repudio, restricciones a la libertad de expresión (medios exclusivamente públicos, monopolio estatal de servicio de internet, acoso, prohibiciones de viaje, confiscaciones de materiales a periodistas independientes), restricciones de viaje al extranjero y de provincias a La Habana, condiciones inhumanas en centros de detención y restricciones a la defensa de derechos humanos mediante la proscripción y acoso de organizaciones y activistas. Terror y propaganda a gran escala en contra de la libertad.

En Cuba hay un modelo económico dirigido por la cúpula familiar militar dueña del poder y de los medios productivos principales que limita la propiedad de las personas a una vivienda, a sus ingresos y medios de trabajo y a pequeñas tierras cuya producción es comercializada malamente por ACOPIO, entidad a cargo del régimen. Este modelo promueve las empresas mixtas entre capitales extranjeros y un complejo de los militares (GAESA), que maneja el 40% de la economía cubana.

El “cuentapropismo” abierto a la caída de la URSS, excluido de actividades de aprovechamiento de recursos naturales, bienes raíces, comercio, comunicación e información, educación y salud, empleo y seguridad social, finanzas, industria, seguridad, servicios profesionales y técnicos, transporte, turismo y otras (acaparadas por la cúpula familiar militar), agoniza por regulaciones irracionales (Decreto Ley 44) que aplican requisitos, obligaciones y sanciones excesivas, con impuestos de entre 20% y 60% sobre utilidades.

Desde que acabaron las millonarias subvenciones de la URSS, primero, y Venezuela, después, los ingresos oficiales del régimen se basan en la esclavitud de los médicos y otros profesionales (en promedio, 8.000 millones de dólares al año), las remesas de los cubanos en el extranjero a través del sistema bancario controlado por la cúpula familiar y militar en el poder (en promedio 4.000 millones de dólares año) y el turismo (manejado por GAESA, en promedio, 2.000 millones de dólares año). Agricultura, pesca e industria: en quiebra total.

A 65 años del comienzo del desastre, la situación socioeconómica en Cuba muestra inflación del 33%, valor del CUP (peso cubano) de 1 = 0,0041 dólares, desempleo encubierto campante (dos y hasta tres personas en el puesto de un funcionario), salario mínimo de seis dólares frente a canasta alimentaria básica mensual promedio de 243 dólares. Con la salud y la educación públicas hundidas, sin vivienda, agua y servicios básicos, la población cubana está sumida en una decadencia de corte feudal frente a la abusiva cúpula familiar con uniforme instalada en la isla desde 1959.

¿Por culpa del “bloqueo”? No hay tal. Basta consultar la información del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera cubano. Basta enterarse de que EEUU es el principal proveedor de carne de la isla.

El socialismo es un modelo fallido. No puede producir riqueza porque es parasitario. No quiere producirla porque necesita miseria para reproducir eternamente el poder totalitario. El socialismo aniquila la libertad con el terror y la propaganda. Niega a la persona individual y la deforma en “hombres masa”, sin conciencia, sin iniciativa, sumisos siervos del totalitarismo. Por eso Cuba es una “isla prisión” donde campean el hambre y el desamparo. El socialismo es un salto al pasado. Sustituye la política con la violencia; el Estado con el poder omnímodo; el Derecho con órdenes de ese poder. En el socialismo no hay Derecho.

El MAS quiere hacer de Bolivia otra Cuba. Nuestra respuesta, la única, es: “¡Morir antes que esclavos vivir!”.

Gisela Derpic es abogada.



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