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Ojo centinela | 01/01/2024

El "Catoblepas" devora a Bolivia

Roberto Méndez
Roberto Méndez

La naturalización del crimen organizado vinculado con el narcotráfico, la podredumbre política en el principal partido del país y el nomeimportismo de la oposición; la corrupción generalizada en todos los niveles de Gobierno, la falsa narrativa de terrorismo de Estado expresada en los barrotes que soportan opositores políticos con narrativas de supuestos golpes de Estado, el envenenamiento con mercurio de nuestros indígenas, el avasallamiento impune de tierras por parte de encapuchados armados y la cada vez limitada libertad de expresión dibujan a Bolivia, al inicio de este 2024, como el Catoblepas, un extraño animal de la mitología que termina devorándose a sí mismo.

El Catoblepas (del griego (katablép), “mirar hacia abajo”) es una criatura legendaria de Etiopía, un país sin litoral del continente africano, descrita por primera vez por el militar y escritor romano del Siglo I, Plinio el Viejo y más tarde por el también romano, Claudio Eliano. Lo dibujan con un cuerpo de búfalo y cabeza de cerdo con su espalda cubierta de escamas que lo protegen. Los historiadores dicen que su cabeza siempre mira hacia abajo y su mirada o su respiración podían convertir a la gente en piedra o matarlas por su aliento venenoso porque se alimentan de plantas con esas características.

Y es que por más optimistas que intentemos ser, la realidad es que nos estamos devorando entre todos y la ausencia del Estado como elemento ordenador se hace cada vez más evidente por la desinstitucionalización que estamos experimentando desde el mismo Órgano Ejecutivo que se ha dedicado a organizar pequeñas guerritas para destruir a sus opositores y por eso tiene entre rejas al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho; a la expresidenta Jeanine Añez; al dirigente cívico potosino Marco Antonio Pumari; al cocalero de los Yungas, César Apaza, y decenas más.

Y pobre quien intente desafiar al Gobierno de tendencia socialista que cumple 16 años este mes de enero, porque pueden acabar como el exdirector del Fondo Indígena, Marco Antonio Aramayo, con más de 80 procesos judiciales en su contra y muerto entre rejas. Y todo por haber denunciado un desfalco de alrededor de 100 millones de bolivianos.

Después hemos perdido credibilidad en altos magistrados de la justicia que al cerrar su gestión de seis años, seguramente obedeciendo oscuras intenciones de prorrogarse en sus mandatos, acaban de inhabilitar la candidatura del expresidente Evo Morales, haciéndolo beber de su propio veneno.

Pero también tenemos una Policía que lejos de resguardar a la sociedad, como dice la Constitución, ha disparado contra ciudadanos de a pie, provocando en dos ocasiones la pérdida de sus ojos, y ha actuado contra periodista y activistas; pero se hace los vista gorda con un grupo armado de encapuchados que el 28 de octubre del 2021 secuestró y torturó a seis periodistas y cuatro policías y que, no obstante de amenazar de muerte a empresarios y hacer alarde que están armados hasta los dientes, pasean impunemente llamando a la prensa para hacer declaraciones. Y en fin, Defensoría del Pueblo, Procuraduría, Tribunal Electoral, entre otros, nadie se salva.

Tenemos una libertad de expresión amenazada tras el cierre de los periódicos Página Siete de La Paz y la compra de las acciones del periódico Los Tiempos por empresarios vinculados al Gobierno socialista.

El panorama es desalentador pues nos hemos farreado 15 mil millones de dólares de nuestras reservas internacionales y hemos aumentado nuestras deudas. A septiembre de 2023, la externa llegaba a  13.408 millones de dólares y la interna, a 18.407 millones, según la Fundación Jubileo.

La posible venta de las 23 millones de toneladas de litio y de las 40 mil millones de reservas de hierro del Mutún pueden ser nuestra salvación siempre y cuando podamos realizar buenos acuerdos. De lo contrario podemos sucumbir como el Catoblepas, que muere comiendo sus propias entrañas y saboreando su propio corazón.

Roberto Méndez Herrera es periodista y abogado. 



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