Su helicóptero se estrelló este fin de
semana cuando se dirigía a la ciudad de Tabriz en Irán, y entre sus fierros
apretó y quemó hasta la muerte al presidente de Irán, Ebrahim Raisí, un clérigo
de 63 años que era considerado un extremista y de línea dura con posturas
políticas ultraconservadoras.
Era tan extremista que en el verano de 1988 mandó asesinar a cerca de 5.000 presos políticos que, de acuerdo a las autoridades iraníes, eran un peligro para el régimen liderado entonces por el brutal Ayatola Jomeini. Fue Amnistía Internacional la que divulgó, 20 años después, aquella matanza y de la que se tienen imágenes de rostros de veinteañeros, hombres y mujeres, apenas adolescentes, que pasaron por el cadalso y que Raisí no tuvo ninguna duda en tirar de la cuerda para romper sus cuellos en la horca. Fue su gran muestra de fidelidad a Jomeini la que le permitió su ascenso al poder.
Esos miles de sus propios ciudadanos fueron luego sepultados en fosas comunes, negándoles, incluso, la posibilidad de que sus padres los recuerden en una tumba con nombre y apellido.
En Irán lo recuerdan como el “juez de la horca” y que supo llegar a la presidencia en unas elecciones corruptas para acompañar al actual tirano Ali Jamenei y con quien el gobierno del MAS se sentó en varias reuniones para cerrar alianzas políticas; hay que recordar que una parte de la comunidad internacional llama a Irán un Estado terrorista. ¿Qué hace Bolivia sentándose con estos personajes desquiciados que asesinaron en masa a su propia gente y que tienen una dureza brutal en contra de las mujeres iraníes? ¿Postureo político? ¿Ignorancia política? ¿Desubicación política o simplemente imbecilidad política?
Irán detesta a la cultura de Occidente. Todo lo que tiene relación con la vida occidental es desdeñado y aborrecido por los autócratas iraníes. Y, Bolivia, por si acaso, está y forma parte de Occidente, no se ubica en Asia. No somos vecinos de Azerbaiyán, Turkmenistán o Afganistán. ¿O a lo mejor, estos masistas necesitan de un mapa para ubicarse?
Se han debido olvidar del asesinato de Mahsa Amini, en 2022, de sólo 22 años, que murió en una celda tras ser detenida por tener “mal colocado” el velo impuesto por la fuerza esquizofrénica de Irán.
La brutal persecución y represión a las manifestaciones desatadas por la muerte de Amini fue declarada por la Misión Independiente de la ONU como crímenes contra la humanidad. Al menos 550 iraníes fueron descaradamente asesinados por las fuerzas de seguridad y cerca de 60.000 iraníes fueron detenidos por participar de las protestas que gritaban: “Mujer, vida y libertad”.
Pero, a ver, ¿de qué se trata estas alianzas con estos asesinos iraníes? ¿Es porque son enemigos de Estados Unidos? ¿Es tan simplona y burda la ecuación que justifique estrecharle la mano a estos asesinos en serie? Por si acaso, hay imágenes de la forma favorita de matar: ahorcados en plazas públicas. Así de medievales son estos políticos iraníes.
Y seguimos sumando. Sólo en la gestión como presidente de Raisí, los verdugos en Irán han trabajado a un ritmo frenético. ¡Ahorcaron un promedio de dos personas al día, haciendo un total de 226 personas sólo en la gestión de este regente islámico, según la ONG en el exilio Irán Human Rights!
¿Quieren más datos? ¡Irán es el régimen calificado por varias ONG de derechos humanos como el mayor ejecutor de mujeres del planeta! Las persiguen, las castigan, las reprimen y las estigmatizan como pecadoras per sé, por lo que las golpizas están perfectamente aceptadas y promovidas por estos jumentos religiosos.
Entonces, ¿quién en su sano juicio podría estar de duelo por la muerte de este nefasto personaje? Sólo quienes están de acuerdo con todas estas atrocidades.