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14/01/2024
La curva recta

De colas, servicio militar y otros absurdos

Agustín Echalar
Agustín Echalar

En estos primeros días del año se repite en el país una escena que resulta absurda: delante de los centros de conscripción se han levantado campamentos donde jóvenes, a veces acompañados por sus padres, hacen filas de días para poder inscribirse en un cuartel para hacer el servicio militar obligatorio que les corresponde.

Cualquier fila extremadamente larga, que supere un par de horas, debería ser considerada como un abuso hacia el ciudadano y algo que de no ser remediado debería ser considerado como un acto de incumplimiento de deberes de las autoridades del sector.

En el caso al que nos referimos, el que existan esas colas, humillantes e inhumanas por cierto, es responsabilidad que llega tanto al alto mando de las Fuerzas Armadas como al Ministerio de Defensa. No es aceptable que estos jóvenes sean maltratados de esa manera.

Considerando las herramientas tecnológicas con las que se cuenta hoy en día, las colas deberían ser algo del pasado, y aclaremos aquí que hay colas aún más inhumanas. Me refiero a las que tienen que hacer las personas con problemas de salud, que también tienen que ir al alba a buscar una “ficha” para ser atendidas.

La Defensoría del Pueblo debería hacer suya una campaña para tener una Bolivia sin colas innecesarias.

Ahora bien, lo sórdido en esta inmensa cola es lo que viene después, un entrenamiento militar que incluye, en algunos casos, que los jóvenes serán destinados muy lejos de las ciudades de origen y sus padres se verán obligados a enviarles raciones secas para su alimentación (lo sé de buena fuente), pero además eventualmente pasarán a ser maltratados en el supuesto afán de “fortalecer” el carácter de los conscriptos.

Aunque el servicio militar ya no es tan sórdido como lo era hace 30 o 40 años, siguen produciendo muertes de los jóvenes conscriptos estando “bajo bandera”; está en mi memoria la muerte del joven premilitar que murió porque se le exigió hacer ejercicios a modo de castigo, o el caso del que hace pocas semanas murió porque en el cuartel le infligieron torturas.

Lo sensato sería acabar de una vez con el servicio militar obligatorio, es una institución anacrónica que cuesta dinero, que es innecesaria y que eventualmente imparte valores inaceptables para una sociedad moderna: me refiero a una exacerbación del machismo, el desprecio hacia los físicamente débiles y el abuso a los subordinados. Para eso no se necesitaría cambiar ni siquiera la Constitución, porque ese servicio podría ser modificado a un simple paso por los cuarteles que dure un día. Por el otro lado, siempre abogaré por un servicio civil obligatorio, que ayude al Estado a cumplir ciertas tareas y que concientice a los jóvenes, de ambos sexos, y de todos los géneros, a respetar el prójimo y el medio ambiente.

Bolivia tiene una serie de deficiencias en lo que se refiere a los derechos de las personas, muchas de las cuales tienen que ver con la pobreza en la que vivimos a pesar del discurso triunfalista de los gobiernos masistas; pero aparte de la pobreza y las limitaciones económicas, está también una pobreza espiritual que debe ser combatida. A la gente no debe parecerle normal que enfermos hagan cola en la madrugada para ser atendidos ni que haya colas convertidas en campamentos de varios días ( dicho sea de paso, ¿se imagina usted cómo funciona el tema de servicios higiénicos en esos campamentos?). Ese problema debería ser solucionado por un simple sentimiento de empatía hacia los “hermanos” ciudadanos. Las colas dicen mal de nosotros como sociedad. 



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