Como en esas joyas del cine de terror de bajo presupuesto, cuando el villano ha sido enterrado a siete metros bajo tierra, envuelto en cadenas y maldiciones varias, y las luces del cine comienzan a encenderse mientras la audiencia respira aliviada... de pronto, de la nada, de “La tumba infecunda”, removiendo nerviosamente la tierra fresca, emerge una mano huesuda y en descomposición. No es cualquier mano, es la mano que anuncia –con su toque torpe y putrefacto– el regreso triunfal del control de divisas. Con una reciente declaración, el presidente Arce nos recuerda que hay ideas que simplemente se niegan a quedarse enterradas y que la saga del populismo puede continuar.
En efecto, el presidente Arce está considerando la entrega obligatoria de dólares de los exportadores al Banco Central, por si acaso. Pero tranquilos, no es control de capitales, ¡ojito con eso! Solo es un pequeño empujón obligatorio, nada más. Así que, si pensabas que la pesadilla, iniciada por el Secretario Ejecutivo de la COB, había terminado, lamento decir que el espectáculo continúa. Próximamente en tu cartelera: “Ideas zombis I: El comité de las divisas”. Y no te preocupes, porque en la mente de los guionistas populistas ya está en producción la secuela: “Ideas zombis II: La nacionalización de la banca”. ¡Agarra tus pipocas, esto se pone mejor!
En una reciente entrevista con Diario Red, el presidente Arce nos compartió su brillante y novedosa idea de lo que significa la entrega obligatoria de los famosos “verdes”. “Funciona así: el exportador viene con su dólar y dice ‘quién me lo quiere comprar’ y el banco que le oferta el mejor tipo de cambio se queda con ese dólar, mientras en paralelo también vende al mejor tipo de cambio, no sólo para compensar sus costos, sino para generar utilidades; es lo que hace. Este dólar puede ser pagado por un importador de vehículos, por ejemplo, o de repuestos, pero el sector de salud no puede pagar ese tipo de cambio tan alto. En definitiva, lo que se está generado en esta selva cambiaria es que los que pueden acceder a los dólares son los que más tienen, los que pueden trasladar su precio al consumidor final, pero sectores como salud, farmacias y otros no van a acceder a esos dólares.
Cuando les planteé esto a los empresarios, ellos creyeron que les estaba planteando el control de cambios, pero lo que les dije es la creación de un comité divisas en el que los bancos y el sector privado puedan sentarse, sin la intervención del Gobierno, y asignar adecuadamente esos dólares.
El comité de divisas que propongo es para que ellos asignen de manera correcta las divisas, porque el mercado no ve las necesidades de la gente”.
Esto significa que, de los creadores del “Centro de Monitoreo del Comité de Seguridad Alimentaria” CMCSA , una especie de NASA para controlar los precios, se viene, probablemente, el “Comité de la prosperidad nacional de los empresarios y banqueros de buen corazón y de disciplina de los dólares rebeldes” (CPNEBBCDDR), al que los privados deberán entregar obligatoriamente sus dólares.
Ahora bien, como bien dice el refrán popular: “No es lo mismo, pero es igual”. El control de divisas y la entrega obligatoria de dólares, técnicamente, no son lo mismo. Claro, tienen nombres diferentes y todo. Pero, para efectos prácticos, los resultados son como gemelos separados al nacer: escasez de dólares, mercados paralelos floreciendo como margaritas, distorsiones económicas por doquier y el infaltable combo de prebendalismo y corrupción.
En términos más técnicos, la entrega obligatoria de dólares es básicamente un “control de divisas light”, lo que algunos llamarían “deslactosado”; tienen la misma esencia.
Para darle ese toque sui generis, el Presidente nos sorprende proponiendo un “comité de divisas” con empresarios, una escena que evoca una mesa redonda donde los participantes, con gran entusiasmo, debaten cuántos dólares amablemente le darán al Banco Central, antes de que todos, con la misma energía, salgan corriendo hacia la salida más cercana. Pero, que no cunda el pánico, este comité no controlará las divisas, ¡por supuesto que no! Solo las “organizará”, lo que en este universo mágico probablemente signifique que vas a tener que alinear tus dólares en perfecto orden antes de entregarlos. Porque, obviamente, todo se trata de la buena presentación, ¿no?
Ahora, imagínense lo entretenido que sería formar este comité. ¿Quiénes estarían en la lista de invitados? ¿Los pequeños empresarios que luchan día a día? ¿O los medianos? ¿La Confederación de Empresarios Privados? ¿Cainco, tal vez? Y de los bancos, ¿quiénes tendrían el honor de participar en este selecto club? Recordemos aquel viejo chiste que dice que cuando a un comité se le pide que diseñe un perro, siempre termina dibujando un elefante... y, de paso, reparten los floreros del barrio como parte del acuerdo. ¿Y los dólares? Pues comienza a jugar al amigo oculto. A ti te entro y a ti no. La discrecionalidad en acción.
Bueno, parece que ahora el presidente Arce ha decidido pedir ayuda a los economistas del país, aquellos mismos a los que no hace mucho descalificaba con el pintoresco título de “opinadores del pantano neoliberal”. Pero tranquilos, no hay rencores cuando se trata de salvar a la nación, ¿verdad? Así que aquí va nuestro primer consejo, gratis: descartar cualquier idea relacionada con control de divisas, entrega obligatoria, entrega voluntaria, rifas de dólares, pasanaku de verdes o lo que sea que implique intervención en el mercado. Lo siento, pero no hay soluciones mágicas.
Ampliando las sugerencias, lo más sensato –y digo “sensato” con todo el cariño– sería volver a dejar que la oferta y la demanda hagan su trabajo en el mercado de divisas. Ya sabes, eso que se llama tipo de cambio flexible, el mismo que se abandonó en 2010 con gran entusiasmo, aunque ahora parece que no fue tan buena idea. Pero bueno, como dicen, nunca es tarde para aprender. Así que volvamos al tipo de cambio flexible, con intervención del Banco Central, es decir volvamos al Bolsín. Por supuesto, no olvidemos que para que esta medida funcione, necesitamos un préstamo de 3.000 millones de dólares y hacer ajustes fiscales y monetarios amplios. Repetir nuestras recomendaciones será objetivo de otro artículo.