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Columna de columnas | 09/04/2023

Contra la resignación moral

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

José Luis Exeni (JLE) toca en su columna “Los independientes” (La Razón, 4/4/2023) precisamente la situación de la independencia en el caso de la juristas que promueven la iniciativa de reforma judicial, los analistas y los medios/periodistas. La conclusión: no hay independientes, o son oficialista o son opositores. La solución: reconocer el bando del cual se es dependiente y decirlo. “Lo feo es no decirlo”, escribe JLE.

Razonemos.

Es evidente que con esto de la “independencia” hay mucho gato por liebre. Personas que militaron o están a la espera de la oportunidad para volver a hacerlo, se autodenominan sin rubor como “independientes” (o analistas orgánicos al árbol político más esbelto y cuyos mensajes son siempre masajes al poder establecido). No lo eran, no lo son y probablemente no lo vayan a ser. Y se escudan en el rótulo de “independientes”. La tarea: ponerlos en evidencia. Evitar que en la noche del relativismo y los falsos razonamientos todos los gatos sean pardos.

Vayamos al fondo de la cuestión.

Los casos presentados como pruebas de descargo por JLE, ¿invalidan la independencia y a aquellos que realmente lo fueron, lo son y probablemente continúen siéndolo?  Es la falacia de la generalización apresurada: concluir en una proposición general a partir de un número pequeño de casos particulares. De esta manera se le hace un flaco favor a la sociedad, pues vamos con la idea exeniana de que nadie es independiente y entonces nos instalamos (mucho más quienes realmente no son para nada independientes y solo desean justificar lo injustificable) en el relativismo moral: este personaje vale lo mismo que aquel otro, pues ninguno es independiente. En consecuencia, da lo mismo don Quijote que Sancho Panza, Alí Babá que los 40 ladrones (¿A quién favorece este tipo de razonamiento?).

Ahora bien, el que hayan personas que evidentemente no son “independientes”, las hace sospechosas de sesgar sus razonamientos, pero tampoco las clausura ante la verdad. Tampoco aquí podemos caer en la falacia del argumento “ad hominem”, o sea, dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quien es el emisor. En todos los casos, está por delante la verdad de los argumentos y la nobleza de las acciones, hay quienes tienen tanto de lo uno como de lo otro. El saberlo y reconocerlo no solo promueve una sana socialización de cara a las futuras generaciones, sino le permitiría tener a estas generaciones un mejor presente y futuro. Uno donde, finalmente, corresponda –en una justa simetría– a la jerarquía institucional la altura moral de las personas, donde esas personas le aporten valor a esas investiduras y no crean que las investiduras ennoblecen a las personas.

Al fustigar la “independencia” y hacer que todos sean dependientes (falsamente) de algún partido, sea oficialista u opositor, sólo se promueve la resignación a la calaña de lo que nos queda y que ahora se lleva con total cinismo, y con la complicidad de ciertos analistas que, en vez de intensificar la luz de la reflexión, la apagan hasta dejarlo todo a media luz, que es la luminosidad que le conviene a tantos pícaros, mediocres y oportunistas que andan sueltos por las calles, además, muy sueltos de espíritu.

César Rojas es comunicador social y sociólogo.



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