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Columna de columnas | 11/09/2023

Conflictos, conflictos, conflictos

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

Me detengo esta vez en la columna de Gary Rodríguez (GR), “Si el bloqueo produce desarrollo, vamos camino a ser una potencia (Brújula Digital, 6/9/2023). ¡Cuánta razón trae la ironía económica! Nadie con sentido común apostará por el conflicto como una vía par alcanzar el desarrollo, ¿por qué entonces si deseamos desarrollarnos dejamos al “laissez faire, laissez passer” (dejar hacer, dejar pasar) nuestra conflictividad?

GR prosigue su andanada de preguntas: “¿Le ha pasado que de ida al aeropuerto se topa con un bloqueo y se le crispan los nervios buscando rutas alternativas para no perder el vuelo? ¿Qué del productor que luego de batallar con el clima, los bichos, las malezas y otras plagas, logra cosechar y cuando quiere vender su producto lo pierde todo por estar bloqueado el camino? ¿No le duele el alma saber que decenas de miles y hasta cientos de miles de pollitos BB mueren por exceso de calor cuando las rutas están bloqueadas? ¿Qué del ganado, que siendo transportado en camión, al estar varado por días sin beber agua, bajo el solazo, pierde peso y hasta muere? ¿Sabía que hay bloqueos donde cobran dinero para “dejar pasar”?”

Nos ha pasado, una, dos o más veces, cruzarnos con un bloqueo y permanecer por horas entre el ser y la nada. Obvio, al borde un ataque de nervios o en la misma cuneta de una gástrica ansiedad. O ver en las noticias que productos de exportación se arruinan en la nevera de la indiferencia. Y nos revuelve ciertamente el alma que los bloqueadores se transformen en dueños del punto de bloqueo, inclusive fungen como jueces supremos si te dejan pasar o no, si te dan unos chicotazos o no, si te cobran mucho, poco o nada por dejarte pasar. Así, un punto de bloqueo se convierte en una franquicia por la que no se eroga suma alguna, pero genera réditos libres de impuestos y fiscalización.

En fin. Ojos que no ven… pero lo vemos y de ahí la reacción crítica.

Pero si vemos hondo y lejos, nos daremos cuenta que GR equivoca en el blanco. El problema no son los bloqueadores, a pesar de lo dicho y expuesto, son más bien el efecto perverso de nuestro Estado. Tampoco se trata de que tengan el gen del bloqueo inoculado en su ADN. Más bien y en general, tienen una acendrada cultura de la paciencia, pero que posee un umbral donde se convierte en impaciencia y presión. En conflicto. Bloqueo. Y es porque existen demandas de larga data, a veces de muy-larga-data, desatendidas, relegadas y olvidadas, en el gavetero de un ministerio, una gobernación o de un gobierno municipal. Allí un acuerdo difícilmente manufacturado sufre la metamorfosis kafkiana de convertirse en una telaraña de puntos insomnes.

Lo dije antes y lo vuelvo a repetir: la causa de nuestra conflictividad no está en los bloqueadores, sino en infinidad de funcionarios públicos que no sirven para servir y entonces la población tiene que bloquear para desbloquear sus (malas) ganas.

César Rojas es comunicador social y sociólogo.



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