Las exportaciones bolivianas registraron un pico de casi 13.000 millones de dólares en la gestión 2014. Sin embargo, concluido el auge de precios altos para las materias primas, el frenesí exportador alentado por el alza de las cotizaciones internacionales que disimulan nuestra incompetitividad sistémica, sufrió una severa declinación. Las ventas cayeron a poco más de 7.000 millones en 2016 y en el 2020 -año de la debacle mundial por el COVID- ni siquiera llegaron a tal cifra. ¿Cómo nos fue en el 2021? Hasta noviembre se había logrado un superávit de 1.729 millones de dólares, rompiendo un ciclo de seis años de saldo comercial negativo en la balanza de bienes (en la de servicios seguiremos siendo deficitarios hasta que no se recupere el turismo y subamos otras ventas de intangibles).
Las exportaciones bolivianas hasta noviembre del 2021 alcanzaron su más alto nivel en muchísimos años al bordear los 10.000 millones de dólares (sin contar las reexportaciones). De confirmarse un cierre cercano a los 11.000 millones en 2021, se trataría del mayor valor de las últimas siete gestiones. Para que esto ocurra mucho tuvo que ver la recuperación de la economía mundial, el aumento de la demanda y la inflación, ya que las exportaciones se beneficiaron con un efecto precio del 47%.
Explica en gran parte la inusitada subida de la minería (101% en valor y 41% en volumen) el aumento de los precios de los minerales que conforman el 54% de nuestras ventas como parte de las Exportaciones Tradicionales que incluyen a los hidrocarburos, sector con un bajo desempeño (solo creció 14% en valor y 2% en volumen) pese al aumento del precio del petróleo: entre ambos generaron casi 7.500 millones de dólares, un 75% de las ventas.
Pero, ahora viene la mejor noticia para el país: las Exportaciones No Tradicionales (ENT) con casi 2.500 millones de dólares a noviembre del 2021, significan ya un 25% del total, habiendo subido tanto en valor (54%) como en volumen (23%), mostrando el compromiso del sector productivo y exportador privado, con la reactivación económica del país. Cabe señalar que el grueso de las ENT son agroexportaciones y su importancia estratégica es que no solo son productos renovables, sino también, altamente generadoras de valor, riqueza y muchísimo empleo directo e indirecto.
De cara al 2022 -y a futuro- con el bajo nivel de las Reservas Internacionales Netas del Banco Central de Bolivia y la gran urgencia que tiene el país de incrementarlas rápidamente para garantizar la estabilidad del tipo de cambio y, por tanto, de la economía nacional, lo visto en 2021 de ninguna manera debe pasar desapercibido.
Existen apenas 5 formas de mejorar la posición de las RIN en un país: 1) Aumentar las exportaciones; 2) Disminuir las importaciones; 3) Atraer inversión extranjera; 4) Adquirir deuda; 5) Pedir donaciones y condonaciones. Planteémonos ahora cinco sanas preguntitas sobre la posibilidad de su ocurrencia -en orden inverso- y contestémoslas con sinceridad: ¿Cree Ud. que en plena crisis alguien nos regalará dinero? ¿Es bueno seguir endeudándonos? ¿El capital extranjero está desesperado por venir a Bolivia? ¿es posible dejar de importar, cuando los bienes de capital, insumos y equipos de transporte significan más del 60% de lo comprado? ¿Podemos aumentar nuestras exportaciones? Seguramente responderá que lo obvio sería hacer esto último, pues en nuestras manos está generar con ello -a corto plazo- más inversión, divisas, impuestos y empleos…
Bolivia precisa crecer al 7% o más -sostenida y sosteniblemente- lo que con unas pocas medidas inteligentes se lo podría hacer, siempre y cuando haya la buena voluntad de parte del gobierno para dialogar y activar las políticas públicas necesarias para ello.
Ah…¡casi lo olvido! Gracias a su exitoso e inclusivo modelo de desarrollo, Santa Cruz significa el 30% de las ventas globales, el 70% de las Exportaciones No Tradicionales y el 78% de las agroexportaciones (además que genera el 75% de los alimentos que produce el país).
Gary Antonio Rodríguez Economista y Magíster en Comercio Internacional