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Buscando la verdad | 09/07/2025

¡Aunque Ud. no lo crea!

Gary Antonio Rodríguez
Gary Antonio Rodríguez

Hace mucho tiempo atrás, causó furor a nivel mundial un programa de televisión, en blanco y negro, titulado "Ripley's Believe It or Not!" -que para su difusión en español fue traducido como “¡Aunque Ud. no lo crea!”- en el que se abordaba temas curiosos recolectados en todo el mundo por el caricaturista, empresario y antropólogo estadounidense Robert Ripley: ¡Cosas sorprendentes, extrañas, extravagantes y, las más de las veces, increíbles!

Como ejemplo de ello, se podría citar la carta más corta resumida a un solo signo que envió el escritor francés Victor Hugo a sus editores, al consultar por su libro "Los miserables", utilizando para ello el signo "?", mereciendo como respuesta otro signo, "!", consumándose así la carta más breve de la historia. Otros casos presentados tuvieron que ver con el hombre más alto y el más bajo del mundo; las “lluvias” de peces o ranas; un automóvil hecho de madera y, hasta el enorme salar de Uyuni, en Bolivia, sobresalió junto con las Cataratas del Niágara, congeladas, entre Canadá y Estados Unidos.

En la actualidad, "¡Aunque Ud. no lo crea!" o la popular expresión “¡De Ripley!”, son frases utilizadas para referirse a una información asombrosa o inverosímil.

Pues bien -¡Aunque Ud. no lo crea!- la posibilidad de producir más y mejores alimentos en el agro a partir de semillas genéticamente mejoradas, que lleven a utilizar menos herbicidas, insecticidas y fungicidas, y a quemar menos diésel para su aspersión, y con ello a contaminar menos la tierra y el aire, por una parte; semillas genéticamente modificadas por la ciencia y la tecnología para enfrentar los negativos impactos del cambio climático, como la tolerancia a la sequía;  y, por si esto fuera poco, semillas que ayudan a los cultivos a desarrollar plenamente su potencial, aumentando con todo ello la productividad por hectárea y, en consecuencia, el volumen de producción, derivando en una baja de costos, disminución de riesgos de pérdida y el aumento de ingresos para los agricultores, a pesar de que semejante tecnología de punta está siendo aprovechada en el mundo desde hace casi ya 30 años, en nuestro país  -¡Aunque Ud. no lo crea!- lamentablemente, no es así.

Ignorancia, mitos, leyendas urbanas, temores mal fundados e intereses comerciales y personales, sumados a la sistemática desinformación por parte de “activistas verdes”, los mismos que en 2008 influyeron sobre el gobierno para  que Bolivia no avanzara en la producción y sustitución de importaciones -con biodiésel y bioetanol- llevando al país a la penosa situación actual de alta vulnerabilidad y dependencia del abastecimiento externo de combustibles fósiles,  son la explicación para que el agro deba seguir batallando contra insectos, malezas, hongos y el clima, llevando al país a perder no sólo la posibilidad de crecer mucho más, sino, a un severo impacto en la economía de nuestros productores del agro que en cada campaña lo arriesgan todo para que no nos falten alimentos.

Por supuesto que, no porque Bolivia le dé la espalda a la ciencia y a la tecnología, el mundo se va a detener, prueba de ello es que, desde que en 1996 se empezó a producir alimentos con semillas genéticamente mejoradas, según GM Monitor, entidad especializada que desde entonces recopila datos sobre los cultivos genéticamente modificados, en su último Informe “Revisión de la superficie mundial de cultivos transgénicos 2024”, da cuenta de un crecimiento verdaderamente exponencial (https://gm.agbioinvestor.com).

Si en 1996 se autorizó el comercio de cultivos transgénicos, principalmente de soya, maíz y algodón, y el área inicial era de apenas 1,7 millones de hectáreas, no solo que el número de cultivos genéticamente modificados aumentó a varias decenas, sino que, 28 países marcaron en 2024 un nuevo récord produciendo 209,8 millones de hectáreas con un incremento superior al 12.000%... ¡De Ripley!

Semejante incremento no hace, sino, corroborar lo que 180 Premios Nobel -principalmente médicos, físicos y químicos- han dicho: Que los cultivos genéticamente mejorados no dañan la salud humana y son tan o más inocuos que los alimentos convencionales; que su producción es más amigable con el medioambiente, comparada a la que utiliza plaguicidas y quema más diésel y, que benefician a los agricultores, principalmente a los más pequeños, porque, por una parte pierden menos al operar con semillas mejoradas, y por otro, ganan más, con cultivos más rendidores y menos impactados por las plagas y el clima.

Pese a que la biotecnología debería ser permitida en todas sus facetas como la herramienta ideal para aumentar la productividad, consagrar la soberanía alimentaria, generar más divisas por la agroexportación y crear más empleos de calidad y sostenibles en el tiempo, al no permitírsela plenamente, los agricultores bolivianos deben seguir sufriendo el impacto en sus cultivos, de insectos, malezas y hongos, además de la sequía que en 2024 mermó la producción de soya en más de un millón de toneladas… ¡Aunque Ud. no lo crea!

Gary Antonio Rodríguez es Economista y Magíster en Comercio Internacional



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