Tras la caída de Bachar Al Asad, el temor es que Siria se convierta en un Estado fallido, similar a Libia, que tras la caída de Muamar Gadafi en 2011 se dividió en distintas fuerzas étnicas y políticas.
Brújula Digital|Agencias|08|12|24|
Tras la sorpresiva caída del régimen de Bachar Al Asad, Siria se encuentra en una encrucijada crucial. En menos de dos semanas, una coalición de fuerzas rebeldes, encabezadas por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), tomó la capital, Damasco, derrumbando más de cinco décadas de control autoritario de la familia Al Asad.
Mientras los actores internacionales buscan evitar una nueva guerra civil y asegurar una transición inclusiva, el país enfrenta el riesgo de fragmentarse en facciones étnicas y políticas, lo que podría sumergir a Siria en una era de incertidumbre y desestabilización.
El temor es que Siria se convierta en un Estado fallido, similar a Libia, que tras la caída de Muamar Gadafi en 2011 se dividió en distintas fuerzas étnicas y políticas.
En Siria, el HTS encabezó el avance de los grupos insurgentes en la última semana y tomó Damasco, la capital, este domingo; está comandado por Abu Mohammed al Jawlani.
Al Jawlani ha tenido una trayectoria de militancia en varios grupos islamistas, antes de llegar al comando de HTS, un desprendimiento del grupo terrorista Al Qaeda. Como tal, ha sido acusado de cometer abusos contra los derechos humanos, dijo la BBC.
Aunque en años recientes ha intentado presentar una imagen más moderada hacia el mundo, Estados Unidos continúa ofreciendo una recompensa de 10 millones de dólares por su captura y lo mantiene en la lista de terrorista. Sin embargo, ello podría cambiar si Al Jawlani lidera el Estado sirio y se compromete a respetar ciertas libertades básicas en el país.
El depuesto dictador sirio Bachar Al Asad gobernó Siria desde el año 2000, en un régimen que usó métodos de terror para mantenerse en el poder. Sucedió a su padre, Hafez al Asad, quien tomó el poder en 1971 y también gobernó de manera brutal. El paradero de Bachar Al Asad es desconocido, medios internacionales especulan que podría estar en Rusia o Egipto.
Esfuerzos por evitar el despliegue de la violencia
Majed al-Ansari, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Catar, país que coordina los esfuerzos de estabilización, admitió las dificultades inmediatas que se presentan en este caso.
“Nos encantaría ver una transición hacia un estado viable que represente los sacrificios del pueblo sirio. También sabemos, de manera realista, que hay muchos desafíos. Hay muchos militantes sobre el terreno y existe la posibilidad de que Siria se convierta en un estado fallido”, dijo según la versión de The Guardian.
Sin embargo, admitió que no estaba claro quién controlaba las fuerzas militares más fuertes, ni si el régimen sirio simplemente se había desplomado. De cualquier manera, dijo que las fuerzas militares necesitaban ser coordinadas en las próximas semanas para evitar enfrentamientos entre ellas. Esto requeriría un diálogo entre los estados interesados y los grupos militares.
Agregó que los Estados árabes estaban “agradecidos por los combates muy limitados” que precedieron la caída de Assad, ya que “facilita que los actores internacionales intervengan y comiencen a participar antes de que estalle cualquier enfrentamiento entre las partes sobre el terreno”, agregó The Guardian.
“Nos alienta que las instituciones del Estado se mantengan intactas, que la policía, el agua y la electricidad sigan funcionando. Nos alienta que las instituciones gubernamentales retengan sus funciones”, dijo, agregando que no había necesidad de derramamiento de sangre.
“Ningún grupo, ninguna parte o secta debe sentirse inseguro o excluido en el futuro de Siria”, agregó.
Principales actores
Desde su inicio en 2011, la guerra civil siria ha involucrado a una amplia variedad de actores internacionales y grupos armados. Entre los opositores al régimen de Bachar Al Asad están HTS, Al-Qaeda, Estado Islámico (ISIS), así como las Fuerzas Democráticas Sirias y grupos proturcos y kurdos.
En 2015, el Gobierno de Asad dependía progresivamente de milicias y voluntarios para hacer frente a la oposición interna. Este cambio fue acelerado por las bajas en el Ejército, que en el inicio del conflicto contaban con aproximadamente 300.000 efectivos regulares y un número similar de reservistas, pero que rápidamente vieron reducida su capacidad debido a las deserciones y muertes.
Con el apoyo de potencias extranjeras como Rusia e Irán, el Ejército sirio fue reorganizado entre 2016 y 2020, logrando recuperar el control de varias regiones clave en el país. Todo ello se desmoronó con la caída, inesperadamente rápida, del régimen este domingo.
BD/RPU