El coche de la organización humanitaria World Central Kitchen (WCK) bombardeado por las fuerzas israelíes. Foto: EFE
Jerusalén|EFE|02|04|24
Jorge Dastis
La muerte de siete trabajadores de la organización humanitaria World Central Kitchen (WCK) en un bombardeo israelí en la Franja de Gaza ha llevado al grupo fundado por el chef José Andrés a pausar sus operaciones en la región, y a buena parte del mundo a exigir respuestas a Israel.
El Ejército israelí continúa investigando lo sucedido pero el primer ministro, Benjamín Netanyahu, ya ha admitido la muerte de trabajadores humanitarios por un ataque "no intencionado" de las fuerzas del país, aunque sin citar al grupo.
Las tropas aún no han sacado conclusiones, pero el Ejército encargó una investigación independiente al Mecanismo de Investigación y Evaluación de Hechos (FFAM), un cuerpo liderado por un mayor general, encargado de ofrecer la mayor información posible para decidir si se abre una investigación criminal sobre incidentes en combate.
Según el medio Haaretz, que cita a fuentes de defensa, un dron israelí llegó a disparar tres veces contra un convoy de World Central Kitchen en la ciudad de Deir al Balah, en el centro del enclave, a pesar de que los coches estaban claramente marcados con el logotipo de la organización.
El grupo, que se encarga de repartir alimentos y comidas preparadas en lugares en conflicto o afectados por desastres, confirmó que entre los muertos hay ciudadanos australianos, británicos, polacos, palestinos y un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y canadiense.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, identificó a una de las trabajadoras humanitarias como Zomi Frankcom, encargada de las operaciones de Asia de WCK, y pidió a Israel rendir cuentas por su muerte.
Se trata de los primeros trabajadores humanitarios extranjeros asesinados en la guerra de Gaza desde el 7 de octubre, un conflicto que ya se ha cobrado más de 32.900 víctimas, la mayoría mujeres y niños.
La Media Luna Roja palestina ha recuperado los siete cuerpos, que serán evacuados a través del puesto fronterizo de Rafah, en el sur de la Franja.
A pesar del anuncio de WCK de que pausará sus operaciones en Gaza, el presidente de Chipre, Nikos Jristodoulidis, aseguró este martes que los envíos marítimos de ayuda humanitaria a Gaza continuarán.
El pasado sábado zarpó del puerto chipriota de Lárnaca una segunda flotilla con unas 400 toneladas de ayuda para la población atrapada por la guerra en Gaza, después de un primer envío a mediados de marzo con la nave española Open Arms.
Pero tras el ataque, esa flotilla ha puesto rumbo de vuelta a Chipre con gran parte de la carga sin entregar, ya que solo lograron desembarcar 100 toneladas, como parte del proyecto de corredor marítimo lanzado por la WCK con el visto bueno del Gobierno de Chipre, la Unión Europea, Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
Las autoridades israelíes insistieron este martes en el papel "crítico" de la ONG fundada por el chef estadounidense de origen español José Andrés, de la que destacaron su apoyo poco después de los ataques de Hamás del 7 de octubre, que dejaron unas 1.200 personas muertas y más de 250 secuestrados y dieron pie a la guerra en Gaza.
Sin embargo, el coordinador humanitario de la ONU para los territorios palestinos, Jamie McGoldrick, afirmó que el ataque a los siete trabajadores de WCK no es un incidente aislado.
"Para el 20 de marzo, al menos 196 trabajadores humanitarios habían muerto en los territorios palestinos ocupados desde octubre de 2023", destacó McGoldrick, una cifra tres veces superior a los que han muerto en cualquier conflicto previo en todo un año.
En una de las cocinas de WCK en Rafah, en el sur de la Franja, los trabajadores se encontraban este martes en huelga, según pudo comprobar EFE.
Mientras, las autoridades israelíes insisten en que continúan los planes para una invasión terrestre del enclave gazatí, donde miles de palestinos han huido para buscar refugio desde que comenzó la guerra, a pesar de las advertencias de su principal socio militar, Estados Unidos, que no apoya la operación.
Israel argumenta que en la zona se esconden hasta 8.000 combatientes de Hamás, y que no logrará su objetivo de eliminar completamente al grupo palestino si no entra por tierra a Rafah.
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