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Economía | 04/02/2025   04:00

Joshua Bellott: “El crecimiento económico del MAS fue un engaño”

El economista Joshua Bellott critica el modelo del MAS, afirmando que aumentó la pobreza y empobreció a Bolivia. Destaca el mal manejo estatal, corrupción y falta de inversión privada como principales problemas.

Joshua Bellott Sáenz
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Brújula Digital|04|02|25|

Diego Ayo

Las opiniones del economista Joshua Bellott Sáenz son muy solicitadas por los medios de comunicación. Bellott es economista de la Universidad Técnica de Oruro y cuenta con dos maestrías con estudios a tiempo completo en Economía de la Universidad de Los Andes (Colombia) y en Economía Ambiental y de los Recursos Naturales en la Maryland State University (EEUU). En ambos casos fue becado por BID-CAF para proseguir sus estudios. Ya ha terminado su doctorado en Estudios Críticos del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México, mediante una beca del CONACYT y está en proceso de titularse.

Bellott fue director de Desarrollo Económico Local de la Alcaldía de Oruro y director del SEGIP de esa ciudad. También tuvo los cargos de coordinador de posgrado de la Facultad de Economía de la UTO y de presidente del Colegio de Economistas de su ciudad. Este columnista, investigador y analista económico es autor de varios textos, entre otros “Posición geográfica y potencial comercial de Oruro, puerto seco y comercio internacional”, “Oruro y su economía en el contexto nacional”; y, el último: “Diagnóstico y acciones en el ámbito productivo comercial para la recuperación económica de Bolivia”.

Comienzo con una pregunta imprescindible: ¿Cómo funcionó el modelo productivo, comunitario y un largo etcétera del presidente Arce que fue elogiado por los principales organismos internacionales?

El modelo impuesto por el MAS es ante todo un modelo político de preservación y reproducción del poder. El MAS instrumentalizó la “democracia” y la administración estatal para este fin. La plata del gas les sirvió para poder maquillar algunas cosas en el país. Se hicieron carreteras, escuelas, canchas, muchísimas obras e infraestructura. En la mayor parte de los casos, fueron emprendimientos inútiles y con sobreprecios evidentes. Para reproducir el poder requieres comprar conciencias, favorecer a ciertos grupos y tener un discurso atractivo y en gran parte mentiroso con el fin de conformar a las masas. El MAS depredó los recursos naturales y despilfarró los recursos fiscales construyendo un modelo de apropiación de la riqueza desde el mismo Estado. Nos gobernaron reducidas élites repartiendo avales políticos para tener pegas públicas. Pero, ojo, no fueron sólo pegas. En realidad, redireccionaron las compras estatales hacia amigos y familiares. 

Frente a la apabullante publicidad estatal que nos habla del enorme éxito económico, planteas exactamente la tesis inversa: Bolivia se ha empobrecido y nuestra distancia en relación a nuestros vecinos se ha venido haciendo más grande. Lo mismo ocurre con todos los indicadores de desempeño económico del país.

Es sumamente importante el análisis comparativo –por lo menos con nuestros más cercanos vecinos sudamericanos– y en el libro “Diagnóstico y acciones en el ámbito productivo comercial para la recuperación económica de Bolivia” este enfoque es encarado de manera exhaustiva. Pero como las cifras quedan desactualizadas, he ido actualizando las mismas, aunque, es claro, ¡hay cosas que no cambian! Por ejemplo, cuando comparamos el PIB per cápita con los países de Latinoamérica, Bolivia siempre ocupa los últimos lugares. En la etapa del supuesto auge, aparentemente nos fue bien, pero a todos los demás países del entorno internacional les fue mejor. O sea, la brecha entre el PIB per cápita de los otros países y el de Bolivia creció en el tiempo. Paradójicamente, en el año de la pandemia, Bolivia es el único país al que le fue “menos peor”. Igual, no salimos de la cola y estamos entre tres o cuatro veces más abajo que aquellos situados en la punta. Chile tiene un PIB per cápita de 17.000 dólares (31.000 comparados por paridad de compra), mientras Bolivia tiene 3.700 dólares (y 9.900 por paridad de compra).

Hay otros ránkings en el que nos va muy mal…

Sí, como el Índice de Libertad Económica, la Facilidad para hacer Negocios, el Índice de Corrupción, el Sistema Tributario, el Índice de Transformación y otros. Según estos indicadores Bolivia es considerada un infierno fiscal, tiene un ineficiente comercio en frontera, la tramitología es asfixiante. 

Además, albergamos elevados niveles de corrupción que se agravaron más a partir de 2021, contamos con una democracia defectuosa, y tenemos un estatus económico bajo y de gobernanza de baja a moderada. 

Vuelvo al tema: ¿cómo podemos demostrar que la pobreza ha aumentado?

Según últimos datos del Banco Mundial vemos que la pobreza “moderada” –personas que viven con menos de 5,5 dólares al día–, habría aumentado. En 2012, estas personas representaban un 28% de la población total y en el año 2023, un 36%. Por último, la gente debe saber que el principal efecto del modelo implantado por el MAS fue el empobrecimiento paulatino y “lento” de casi todas las familias bolivianas, y los datos así lo comprueban. Entre 2010 y 2023 el PIB nominal creció en 126% aproximadamente, pero resulta que el crecimiento real de la producción creció solo en un 56%. Con estas cifras se deduce que la inflación entre estos años alcanzó por lo menos a un 70%. Pero, si tomamos en cuenta el crecimiento real de los salarios en este tiempo, que fue del 18%, podemos afirmar que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en estos años alcanzó a un 50%. Lo que compro hoy con mi salario es la mitad de lo que compraba con ese mismo salario el 2010. 

Esto explica por qué la subida de precios de los últimos meses ya puso en apuros a muchas familias bolivianas, el modelo nos dejó cada vez más pobres, desde hace muchos años y no nos dimos cuenta.

La pobreza extrema sí habría disminuido. Esto parece incuestionable. Sin embargo, lo cuestionas afirmando que no más de un 5% de la población se habría beneficiado. Por favor, explícanos esta tesis tan drástica.

El gobierno afirma que la pobreza extrema en todos estos años habría disminuido más o menos en 25%. Según el Banco Mundial, más o menos el 10 u 11% de esa reducción se debe al llamado “bono demográfico”. Esto implica un envejecimiento de la población. Entendámoslo: las familias cada vez tienen menos hijos, y, por lo tanto, la población en edad de trabajar es relativamente mayor. Sólo por este hecho, sin importar la calidad de trabajo de esta nueva población, redujo la pobreza extrema. 

Por supuesto, el gobierno jamás hizo mención del asunto. Otro 11% fue una reducción provocada por la elevada migración campo-ciudad. Este hecho, cabe advertir, sí fue provocado por el modelo: ¡los campesinos no tienen ninguna condición para producir en el campo y ningún tipo de ayuda del gobierno! Lo lamentable es que aquellos campesinos que migraron a las ciudades salen de la pobreza extrema porque logran tener más de un dólar de ingreso diario. El último 3% de reducción de la pobreza extrema tiene una explicación sencilla. Si una persona cuenta con casi un dólar de ingreso diario (digamos 0,98 de dólar), uno o dos bonos al año de unos 400 bolivianos hacen que esta población salga de la pobreza extrema. 

Por lo tanto, si bien es evidente que la pobreza extrema ha disminuido, vemos que los ingresos disminuyeron, la pobreza moderada aumentó, las condiciones para la producción y la generación de empleo se deterioraron, y el gobierno, a través de su PGE y otros instrumentos políticos y económicos, no deja de confiscar riqueza y limitar la libertad económica. Por lo explicado, la única posibilidad de que haya habido crecimiento y cierto grado de estabilidad es que unos pocos se hayan beneficiado y las grandes mayorías no hayan aportado ni se hayan beneficiado de este modelo. Todo fue un engaño.  

Citas a Sergio Villarroel Böhrt, un destacado economista, quien pone en evidencia que no es nuestra condición mediterránea el mayor problema que tenemos para crecer. ¡Es la mala gestión gubernamental! Los porcentajes son elocuentes: 56% de la responsabilidad le corresponde al gobierno, 13% al capital humano y sólo un 17% a la geografía. ¿Es tan importante el mar?

Claramente no. Sabemos de países mediterráneos exitosos. En realidad, el crecimiento económico no está directamente relacionado con la posición y las características geográficas. Está relacionado, principalmente, con el modelo o sistema económico impuesto en un país. En Bolivia se impuso un modelo socialista de capitalismo de Estado, donde la propiedad de los medios de producción fue reemplazada por “burocracia”: ¡todo con el Estado y nada sin él! Para utilizar o usar tu propiedad privada debes pedir permiso a los funcionarios estatales que son apadrinados por una rosca partidaria política. 

En consecuencia, el modelo se apropia de excedentes, recursos naturales y libertades económicas gracias a un uso personalizado y patrimonial de la administración estatal: “el Estado es nuestro”. Además, es claro que se puede compensar las limitaciones geográficas con tecnología. Tengamos en cuenta que la tecnología está muy relacionada al capital humano y este capital a la propiedad privada. Un hombre es libre si tiene propiedad privada. Esa propiedad es la base para la creación y generación de riqueza en un país. En Bolivia, ¡esa propiedad privada ha sido secuestrada! 

Es cierto que la capacidad de consumo creció y creció mucho durante evismo. La posibilidad de ir a un restaurante, peluquería, compra-venta de autos, por dar ejemplos, creció. Sin embargo, creció más la capacidad de consumo del gobierno. ¿Esto es impresionante, no crees?

Durante el “auge”, el gobierno fue responsable de más del 90% de las inversiones, más del 35% de las exportaciones y más del 20% del consumo, siempre en proporción al PIB. ¡Estos porcentajes son alarmantes! Los ingresos del gas fueron utilizados para el crecimiento de la burocracia estatal, dejando en el piso a los verdaderos agentes económicos: las familias y las empresas. Vivimos una etapa marcada por el efecto “crowding out” o desplazamiento. ¿Qué es lo que significa? Pues que cada centavo que tomó el gobierno para sí, fue un centavo menos para los privados. Por lo tanto, la etapa de mayor crecimiento y “auge”, fue la etapa de mayor empobrecimiento de las grandes mayorías. No lo notábamos porque había “circulante” en la economía. Ese “circulante” permitía que el comercio reinara y que el “rebalse”, por tanto, llegara a las familias. Ese modo de generar desarrollo, ¿puede ser permanente? No y cuando el gobierno se quedó sin plata, empezó un crecimiento de la inversión privada. Ya casi no tuvimos crecimiento económico y la razón es clara: los privados fueron desplazados y la economía ya sólo dependía de un Estado monstruoso.

Para que la respuesta esté completa, debemos ver el lado de la oferta: las importaciones. El “éxito” artificial del supuesto bienestar vivido, especialmente en los años de “auge” y unos pocos más, fue el incentivo a las importaciones, incluido el contrabando. Entre el 2008 y 2014 había una ingente entrada de divisas al país, lo que aumentó aceleradamente las importaciones. Y para mantener ese flujo y el efecto en el consumo, se fijó un tipo de cambio a 6.97 bolivianos por cada dólar, lo que abarató aún más los productos extranjeros que ingresaban al país. El efecto fue que nos volvimos consumistas. El efecto en el tiempo fue que se cerraron muchas empresas y las que quedaron vigentes dependían casi exclusivamente de estas importaciones. Asimismo, aumentó el desempleo o el subempleo plagado de informalidad, deteriorando paulatinamente los ingresos de las familias y las empresas. 

Es indispensable hablar del PIB. Siempre es difícil entenderlo. Sin embargo, basta saber que nuestro PIB, que creció casi al 6% en 2014, hoy está rondando el 2% de aumento. El quiebre parece contundente. Por favor, recuérdanos la importancia de este medidor clásico y cómo esos datos son verdaderamente significativos para trazar nuestra trayectoria.

El crecimiento del PIB en la economía boliviana no es muy importante. Supongamos que en una economía sólo existen 10 agentes económicos entre familias y empresas y que siete de ellas producen y tres viven del comercio. En esta economía, el valor de la producción anual ha crecido a un 3% el último año. Otra economía tiene los mismos 10 agentes económicos, pero sólo tres producen y los demás siete viven del comercio. Su crecimiento fue del 6% el último año. Claramente, la segunda economía es mucho más exitosa en términos de crecimiento del PIB, pero los excedentes son, de manera directa, sólo para los tres agentes productivos. En cambio, la primera economía, pese a que creció poco, distribuyó los excedentes de la economía de manera directa a los siete productores. El caso de la segunda economía es muy parecido al de la economía boliviana. Con la tara de que tenemos un gobierno que viene confiscando el excedente de los tres actores que producen para redistribuirlo a los otros siete. Esto tampoco es correcto. No fue así. La redistribución fue oligárquica, con sólo algunos militantes y cercanos verdaderamente beneficiados. En todo caso, dado el tamaño y la coacción exagerada del gobierno sobre estos agentes, estamos a punto de quedarnos sólo con un actor que produce y nueve que comercian.

Esto ratifica que ha habido pocos beneficiados.

Sí, el crecimiento elevado en Bolivia beneficia y ha beneficiado a muy pocos. Reitero, ¡muy, muy pocos crecen en Bolivia! El 2008 el crecimiento fue del 6,1%, el segundo crecimiento más alto de este siglo, pero resulta que más de la mitad de ese crecimiento (3,7% del mismo), fue el crecimiento de una sola empresa en el país: San Cristóbal. Asimismo, ¡el 80% de las importaciones del país son insumos, bienes intermedios y bienes de capital! Somos, pues, muy dependientes de lo que se produce en el exterior. En este sentido, podemos concluir afirmando que Bolivia tiene una economía pequeña concentrada en muy pocos agentes económicos. ¡Es una economía que no puede autoabastecerse! Por tanto, es una economía que no es para nada sostenible. Esto hace que el crecimiento del PIB no sea tan importante. Es más importante, la calidad del crecimiento.

En todo caso, escuché a más de un masista hablarnos del informe del Banco Mundial de 2023 sobre la “década perdida en América Latina 2015-2025” con el siguiente argumento: “a todos ha ido mal, no es culpa del gobierno”. ¿Qué tal? Arce reproduce este análisis día por medio: “no tenemos la culpa, el mundo está mal”.

Esas son sólo afirmaciones políticas. No invertimos para reponer las reservas de gas y nos quedamos sin esos dólares. El gobierno creció demasiado y confiscó los recursos que hubiesen podido ser utilizados con eficiencia por empresarios privados. Las familias perdieron el poder adquisitivo de sus salarios y el tejido empresarial decreció aceleradamente. Por eso la informalidad creció. Como el gobierno ya no tenía recursos, pasó a depredar las RIN, se endeudó de manera desmedida, tanto interna como externamente, y no conforme con eso, confiscó, aún más, los recursos y los dólares de las familias, especialmente para importar los hidrocarburos que ellos mismos depredaron. Estamos todavía al inicio del estallido de los precios, y, probablemente, éstos suban mucho más en los próximos meses. 

La lección debería haberse aprendido, desde hace muchos años. El depender de uno o cinco productos hace de cualquier economía muy vulnerable, y si encima pasas los años despilfarrando no cabe duda que llegará el momento de la desestabilización. 

Diego Ayo es PhD en ciencias políticas.

BD/RPU





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