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Brújula Digital|18|12|23|
Samuel Doria Medina
Después de más de 30 años del fracaso del contrato de explotación con la Lithium Corporation ocasionado por la oposición de las instituciones del departamento de Potosí; y tras más de una década de “análisis” de los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce, que gastaron 1.000 millones de dólares en el proceso, una nueva etapa se inició en 2018 con la firma del contrato –poco conocido– con una empresa china para la construcción de la primera planta industrial de carbonato de litio, materia prima de las baterías del siglo XXI. Esta planta debía usar el método de la evaporación en piscinas de las salmueras de los salares bolivianos.
Luego de más de tres años de atrasos, esta planta se entregó la pasada semana, con anuncios de que tiene problemas de diseño y de que requerirá más inversión. Pero lo importante es que el próximo año 2024, con suerte, esta factoría que costó más de 100 millones de dólares apenas producirá 3.000 toneladas métricas de carbonato de litio, lo que significará un ingreso de poco más de 50 millones de dólares. Además, el litio tendrá grado técnico, no de batería, lo que exigirá que sea refinado en el extranjero antes de usarse en la industria de las baterías. La promesa de industrialización y de uso de avanzada tecnología ha quedado defraudada.
Además de este balde de agua fría, nos hemos enterado de que, según publicaciones especializadas, el litio boliviano tiene un alto contenido de magnesio, lo que dificulta su uso industrial y genera altos costos de producción y purificación para uso en baterías. Seguimos fuera del grupo de productores de litio a nivel industrial en el mundo, pese a tener las mayores reservas de este mineral del planeta (más de 21 millones de toneladas) y de haber invertido más de 1.000 millones de dólares (insisto en esto) en los últimos 18 años para explotar industrialmente el litio, lograr reemplazar los ingresos del gas, que cada vez son menores, y abastecer la gran demanda mundial de nuevas fuentes de energía que reemplacen a los combustibles fósiles.
Adicionalmente, los meses pasados Yacimientos del Litio Boliviano firmó un contrato con un consorcio de empresas chinas liderizadas por la empresa Contemporary Amperex Technology Co. para invertir 1.400 millones de dólares en la construcción de varias plantas de extracción de carbonato de litio. Seguramente que, si todo va bien, serán plantas que podrían entrar en producción a partir del año 2027.
Y este mes, la empresa YLB firmó un contrato con la empresa rusa Uranium One Group para construir una planta de extracción de litio directo por 450 millones de dólares y se espera tener producción industrial el año 2028.
Por tanto, se puede observar claramente que se comenzó con una tecnología y que, a medio camino, se la ha cambiado por otra. Esto seguramente se ha debido a que la primera elegida (la evaporación) genera altos costos de producción y demanda gran cantidad de agua, y a que hay problemas en el diseño de la planta de purificación.
Con esta estrategia de construir múltiples plantas pequeñas de diferentes tecnologías se espera llegar a producir un volumen importante, cercano a las 100.000 toneladas métricas a partir del 2028-30, para generar ingresos de varios miles de millones de dólares para el país.
El precio del litio llegó en su mejor momento a 75.000 dólares la tonelada (dando un valor de $1,5 trillones gringos a nuestras reservas). Sin embargo, en los últimos años ha descendido a menos de 20.000 dólares por tonelada, lo que ha hecho que nuestras reservas tengan un valor de “solo” 400.000 millones de dólares.
Se espera que el precio de litio en el mercado internacional aún tenga importantes fluctuaciones, hasta que encuentre una demanda y una oferta mundial más estables, que son las que alcanzan las industrias más maduras.
De todo esto se puede concluir que los sucesivos gobiernos del MAS no cumplieron su deber de desarrollar la producción de litio y generar recursos que reemplacen los ingresos del gas con la celeridad que la realidad económica boliviana exigía. Esta es parte de la explicación de la crisis del comercio exterior que atraviesa Bolivia: se ha dejado al litio fuera de la solución de corto y mediano plazo que podía dar lugar el país al problema de la caída de sus exportaciones, en alrededor de un 20% en 2023, lo que, puesto que las importaciones no cayeron en la misma proporción, hizo desaparecer gran parte de los dólares en la economía boliviana.
La única forma de algún día aprovechar el litio para el crecimiento sostenible del país requiere que sinceremos lo que se hizo, incluso con una auditoría histórica de las inversiones en este campo, y que insertemos esta riqueza en un nuevo modelo productivo que no dependa de la política, la corrupción y las rentas extractivas.